Mensajes para creyentes nuevos: Perdón relacionado con la administración divina, El #18por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0041-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Otros dos pasajes de la Palabra, Mateo 6:15 y 18:23-35, nos hablan de la disciplina que Dios aplica como medida administrativa. Encontramos algo muy importante en estos versículos: no condenemos tan ligeramente a los demás. ¡Este es un asunto muy delicado! Si uno critica con ligereza a los demás, la misma critica recaerá sobre uno. En algún asunto que uno no perdone ni excuse a otros, ¡ese mismo asunto se volverá en contra de uno! Esto se relaciona, sin duda alguna, con la mano administrativa de Dios. El Señor dijo que si no perdonamos a otros sus ofensas, Dios tampoco perdonará las nuestras. Esto alude al perdón que se relaciona con la administración divina, el cual difiere de las demás clases de perdón. Mateo 18:35 usa la expresión “Mi Padre celestial”. El hecho de que una persona pueda llamar “Padre” a Dios prueba que el asunto del perdón eterno se resolvió hace mucho tiempo. Si un hermano ofende a otra persona y ésta no quiere perdonar al hermano, Dios tampoco la perdonará a ella. Su disciplina administrativa se hará presente. ¡Aprendan a ser personas magnánimas y comprensivas! Aprendan a ser benignos con los demás y a perdonar siempre. Si nos quejamos continuamente de la conducta de los demás y del maltrato que recibimos de ellos, no olvidemos que esto nos pondrá en la mano administrativa de Dios ¡y no será fácil salir de allí! Dios nos meterá en lo profundo del hoyo. Si usted es severo para con los demás, Dios también será rígido con usted. Cuando el esclavo salió de delante de su amo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y lo asió por el cuello. Cuando su amo se dio cuenta de esto, se enojó con él y lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que debía (18:23-35). No saldría libre hasta que pagara toda la deuda. Dios disciplinó al esclavo que no quiso perdonar. El castigo que Dios inflige como parte de Su administración vino sobre él, y éste no pudo evadirlo.
No solamente debemos ser benignos y perdonarlos, sino también evitar criticar o hablar de los demás livianamente. Tengan presente que nuestras críticas y nuestros comentarios inconsiderados acerca de los demás se convierten en juicio sobre nosotros mismos. Entonces, ¿qué debemos hacer? Cuando un hermano trata ásperamente a otros, quizás se enferme con facilidad. Algunas veces una persona hace un comentario acerca de los hijos malcriados de otros, diciendo: “Miren como la mano disciplinaria de Dios está siempre sobre esta persona”. Pero después de algunos días, le sucede lo mismo al que hizo la crítica. ¿Qué hacemos cuando esto sucede? Hermanos, espero que todos aprendamos a temer la disciplina que proviene de la administración divina. Tenemos que aprender a temer a Dios. Debemos tener mucho cuidado con lo que decimos, porque muchas cosas nos pueden suceder como resultado las cosas que decimos sin pensar.
La vida cristiana es una senda en la que aprendemos a conocer la administración de Dios. Como cristianos podemos vivir muchos años sobre la tierra, durante los cuales Dios nos adiestra y nos enseña las lecciones de Su disciplina. No podemos llamarnos hijos de Dios y a la vez negarnos a ceder ante Su disciplina. Recuerden que nadie debe criticar ni hablar ligeramente. Espero que todos podamos desarrollar el hábito de apartarnos de las frivolidades y las conversaciones vanas. Debemos ser personas piadosas. No es sabio incurrir en el juicio relacionado con la administración de Dios. Esto es muy serio y solemne. Debemos tener cuidado no sea que atraigamos sobre nosotros los problemas de otros. Todo lo que condenamos a la ligera en los demás, pronto se volverá una censura sobre nosotros, pues lo que sembramos eso cosechamos. Esto sucede con mucha frecuencia entre los hijos de Dios. Espero que aprenderemos a ser magnánimos a los ojos de Dios. Los sabios son benignos. Cuanto más comprensivos seamos con los demás, más benigno será Dios con nosotros. Sé esto por experiencia. Si somos severos y estrictos con nuestros hermanos, Dios también lo será con nosotros. Debemos aprender a ser amables, amorosos y comprensivos con nuestros hermanos. Denle libertad a los demás en muchas cosas. Detengan toda crítica y todas las palabras superficiales. Cuando una persona tiene problemas, es cuando debemos ayudarle, no criticarla.
Tengan presente que los judíos serán atormentados y encarcelados al final de la era. No tendrán ropa ni comida. Las ovejas serán aquellos que los visiten en sus cadenas, quienes los vistan cuando los hallen desnudos y les den de comer cuando tengan hambre. Esta caridad les permitirá a su vez recibir gracia. No debemos decir que como Dios ha dispuesto que pasen por persecución y sufrimientos, debemos ayudar añadiéndoles penas. Si bien es cierto que Dios ha dispuesto que ellos sufran, también es cierto que nosotros debemos ser magnánimos con ellos. No debemos agregarles más padecimientos porque Dios determinó que fueran perseguidos y afligidos. La disciplina relacionada con la administración divina corresponde a Dios. Los hijos de Dios en esta era siempre deben tratar a la gente pródiga y compasivamente. Si no hacemos esto, el Señor no nos perdonará en muchas áreas.
Hay muchos hermanos que han caído miserablemente por una sola razón: han criticado a los demás muy severamente. Muchas de las debilidades que tienen son las mismas debilidades que ellos criticaron antes. ¡Dios no pasará por alto tales cosas! ¡Debemos ser benignos para con los demás, si queremos evitar la disciplina administrativa de Dios! Ojalá que aprendamos a amar y a ser comprensivos unos con los otros. Siempre debemos pedir la misericordia de Dios al afrontar nuestra insensatez y nuestra debilidad, tanto en nuestra conducta como en nuestras obras. ¡No quisiéramos caer en Su disciplina administrativa! Debemos apelar constantemente a la misericordia de Dios. ¡Necesitamos entender que dependemos enteramente de la sabiduría de Dios! Debemos decirle a Dios: “Soy un hombre insensato. Todas mis acciones son necedades. Yo no puedo hacer nada. Si caigo en Tu mano disciplinaria, no podré soportarla. ¡Ten misericordia de mí!” Cuanto más flexibles y humildes seamos, más fácilmente seremos liberados de nuestras aflicciones. Cuanto más arrogancia, obstinación y justicia propia tengamos, más difícil nos será salir de las dificultades. Por consiguiente, debemos aprender a humillarnos.
Si por alguna razón, grande o pequeña, caemos en la mano disciplinaria de Dios, no debemos rebelarnos por ningún motivo. ¡La rebelión es insensatez! Solamente hay un principio sobre el cual debemos actuar cuando estamos bajo la disciplina administrativa de Dios: humillarnos ante la mano poderosa de Dios. Si en verdad nos humillamos bajo la mano poderosa de Dios, El nos exonerará y nos liberará “a su debido tiempo”. Cuando Dios ve que los eventos han seguido su curso, El nos soltará. Noten la expresión “a su debido tiempo”. En 1 Pedro 5:6 dice: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo”. El énfasis aquí recae en “a su debido tiempo”. Dios nos despejará el camino, nos conducirá al camino recto, nos liberará y nos exaltará a su debido tiempo.
La mano poderosa de Dios que menciona este versículo alude específicamente a la disciplina. Aquí la mano de Dios no son manos de protección, pues si así fuera, estos versículos dirían: “El brazo eterno de Dios”. Aquí se nos habla de humillarnos bajo la poderosa mano de Dios, lo cual implica obediencia. No podemos escapar de esta mano ni rechazarla. Más bien, debemos aprender a humillarnos bajo Su mano diciendo: “¡Señor! Estoy dispuesto a obedecer. No me opondré a Ti, no importa donde me pongas. ¡Acepto todo y lo acepto voluntariamente! No tengo nada que decir de la manera en que me estás tratando. ¡Estoy dispuesto a obedecer Tu palabra!” Entonces veremos que hay un debido tiempo. No sabemos cuán largo es el plazo, pero en cierto momento, la disciplina administrativa de Dios concluye, y El guía a la iglesia a orar por nosotros y hacernos libres.
Espero que podamos conocer el gobierno de Dios desde sus comienzos. Muchas problemas se desarrollan porque los hombres desconocen la administración de Dios. Espero que los hijos de Dios conozcan la administración divina desde el primer día de su vida cristiana. Si lo hacen, podrán avanzar sin obstáculos.
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