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Riquezas y la plenitud de Cristo y el avanzado recobro del Señor hoy en día, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7727-0
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Perfeccionar a otros en las reuniones de grupo

Consideremos ahora las reuniones de grupo. Hay una gran diferencia entre una reunión de grupo que es mecánica y una que es orgánica. Una reunión de grupo que es mecánica es una en la cual todos, uno tras otro, vienen a la reunión el día y a la hora fijados. Los que llegan temprano se quedan allí esperando y los que llegan tarde también se sientan y miran para el techo. Todos se quedan esperando a que alguien tome la iniciativa. Pueden pasar diez minutos después del momento de empezar la reunión, pero la reunión aún no empieza. Luego a regañadientes alguien pide un himno, y después otro con renuencia ofrece una oración. Después de esto, el que toma la delantera les pide a todos que se turnen para leer Lecciones de la verdad, párrafo por párrafo. Esta clase de reunión de grupo equivale a un servicio religioso; es mecánica y muerta.

Una reunión de grupo que es orgánica debe empezar a partir del avivamiento matutino. Cuando nos levantamos, debemos invocar, diciendo: “Oh, Señor Jesús”. Durante el día, debemos vivir de manera vencedora, andar conforme al espíritu y vivir en comunión con el Señor. En la noche, después de cenar, debemos irnos con cánticos y alabanzas a la reunión de grupo cercana. En realidad, la reunión de grupo ya habrá empezado con nosotros para ese momento. Tal vez seamos los primeros en llegar a la reunión. Pero todavía cantamos y oramos. Cuando los demás hermanos y hermanas llegan, ellos también participarán. Después de cierto tiempo, tal vez un hermano entre y diga: “Discúlpenme por interrumpirlos, pero un hermano acaba de tener un accidente automovilístico. En este momento está en el hospital”. Podemos entonces decir: “Oremos todos”. Mientras oramos, otro hermano, tal vez una hermana joven, entre y diga: “Afortunadamente, el hermano que tuvo el accidente no fue herido de gravedad”. Cuando ella nos trae estas noticias, tenemos más comunión y también más oración y acciones de gracias por este hermano. Esto es una reunión de grupo. En dicha reunión hay comunión, oración y cuidado mutuo.

Después de esto, un hermano nuevo puede hacer una pregunta, diciendo: “Yo fui salvo la semana pasada, y no entiendo qué significa la unción”. Después que esta pregunta es planteada, más de un santo debe responder. Todos los asistentes de la reunión pueden contestar. Tal vez una hermana primero diga: “Yo fui salva recientemente también. Para mí, la unción es el mover del Espíritu Santo en nuestro interior”. Aunque esto es sólo una frase, sus palabras contienen una enseñanza. Otro hermano podría añadir: “El mover del Espíritu Santo es una operación en nuestro interior, y esta operación es la unción”. Después que la primera hermana da alguna enseñanza, un segundo hermano añade algo y después otra hermana puede añadir algo más. De esta manera, todos hablan y todos enseñan. Todos los asistentes ponen su granito de arena. Al cabo de seis o siete minutos, todos habrán enseñado algo, y el tema se abarcará de manera clara.

Es posible que en la reunión haya algunos hermanos de más experiencia. Ellos podrían añadir algo que dure un minuto o más. Esto proveerá una explicación aún más clara acerca del asunto de la unción. Este hermano podría decir: “Este aceite de la unción es tipificado por el ungüento santo mencionado en Éxodo 30. Este ungüento contiene diferentes clases de ingredientes, los cuales tipifican el hecho de que en el Espíritu Santo hoy está presente el elemento del Señor Jesús: el elemento de la humanidad, el elemento de la muerte y el elemento de la resurrección. Hoy en día, por medio de la operación del Espíritu Santo, todos estos ricos elementos son introducidos en nosotros. En tanto que cooperemos con la unción, podremos disfrutar a Dios, y también podremos disfrutar la humanidad del Señor Jesús. La muerte del Señor operará en nosotros, y la resurrección del Señor nos fortalecerá interiormente. De este modo, recibiremos en nuestro interior todos estos ricos elementos. Todos éstos son los resultados de nuestra obediencia a la unción”. Después de esto, otra hermana podría preguntar: “¿Este mover del Espíritu Santo ocurre sólo una vez para siempre, u ocurre vez tras vez?”. Con base en el principio que hemos discutido, todos pueden contestar y tener más comunión.

En las dos preguntas mencionadas, una tiene que ver con la verdad, y la otra con la experiencia de vida. Si traemos a los nuevos creyentes a esta clase de reunión de grupo, ellos verán cómo los santos tienen comunión, oran y se cuidan unos a otros. Asimismo, escucharán acerca de las verdades y serán ayudados en su búsqueda de la vida. Si hacen esto semana tras semana durante las cincuenta y dos semanas del año, espontáneamente aprenderán muchas cosas. Al mismo tiempo, el cuidado que se brindan mutuamente los hermanos y hermanas aumentará. Después de medio año, un hermano nuevo puede empezar a asistir a las reuniones de la iglesia. Cuando él vea a otros profetizar en las reuniones, también aprenderá gradualmente a hablar por el Señor; y seis meses después, podrá profetizar aún más. De este modo, él será plenamente perfeccionado.

Si en la reunión de grupo había quince personas hace medio año, y ahora ha crecido en número a veintinueve, pueden entonces dividirse en dos reuniones de grupo. Deben buscar la dirección del Señor en cuanto a la manera de avanzar. Si todas las quince personas que conforman este grupo ya se conocen bien, y si no hay nuevos creyentes, deben salir a predicar el evangelio tocando a las puertas. Cuando ganen a algunas nuevas personas, deben cuidar de ellas. Algunos nuevos creyentes podrían fallecer, mudarse a otro país o ser trasladados a otra ciudad, en cuyo caso los hermanos y hermanas deben salir nuevamente a predicar el evangelio visitando a más personas. En resumen, cada uno de nosotros debe cuidar, ayudar y perfeccionar a tres o cuatro personas recién salvas.

UN CRISTIANO SE PREOCUPA POR
LA VIDA Y EL EVANGELIO

Lo que les he presentado en comunión es el camino que el Señor nos ha mostrado en los pasados cuatro años. En Juan 15 vemos que todos somos pámpanos de la vid (v. 5). El destino de los pámpanos es llevar fruto. Por mucho que usted diga que disfruta al Señor, si no lleva fruto, algo anda mal. Además, si un pámpano no lleva fruto, será cortado. Esto no se refiere a la perdición, sino a la pérdida del rico disfrute de Cristo.

Sabemos que la vida cristiana tiene dos aspectos. Por un lado, como pámpano de la vid, un cristiano debe absorber las riquezas del árbol; por otro, debe llevar fruto. El Señor Jesús dijo: “No me escogisteis vosotros a Mí, sino que Yo os escogí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (v. 16). Por consiguiente, un cristiano debe complementar su predicación del evangelio con la vida, y también tener claro que la vida nos abastece con el propósito de que prediquemos el evangelio. De este modo, llegaremos a ser cristianos equilibrados.

Muchas veces, cuando nos centramos en la búsqueda de la vida, nos olvidamos del evangelio. Otras veces, cuando somos fervientes por el evangelio, descuidamos la vida. Ambas cosas están mal. No podemos descuidar jamás la búsqueda de la vida. No obstante, la búsqueda de la vida debe abastecernos al grado en que salgamos a predicar el evangelio, a llevar fruto y a hacer que nuestro fruto permanezca. Esto significa que no sólo debemos predicar el evangelio, sino además brindar el alimento y el cuidado en las reuniones de hogar, y también traer a los nuevos creyentes a las reuniones de grupo para que reciban ayuda y perfeccionamiento, y también a las reuniones de la iglesia a fin de que esta vida pueda recibir todo el suministro. Ésta es la vida de iglesia apropiada. De este modo, la iglesia como Cuerpo orgánico de Cristo será edificada.

(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Ciudad Quezón, las Filipinas, el 25 de marzo de 1989)


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