Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En 1:25 Pablo dice: “De la cual fui hecho ministro, según la mayordomía de Dios que me fue dada para con vosotros, para completar la palabra de Dios”. En este mensaje, hablaremos del asunto de completar la palabra de Dios.
En tiempos de Pablo, la palabra de Dios incluía el Antiguo Testamento y la palabra que predicaban los primeros discípulos. En Hechos 4:29 vemos que los discípulos oraban para poder predicar la palabra de Dios con denuedo. Según Hechos 4:31, “todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”. En Hechos 6:4 vemos que los apóstoles perseveraban en la oración y en el ministerio de la palabra, y en Hechos 6:7 leemos que “crecía la palabra de Dios”. Los que fueron esparcidos por la persecución que se levantó contra la iglesia después de la muerte de Esteban “iban por todas partes anunciando la palabra de Dios como evangelio” (Hch. 8:4). Además, Hechos 12:24 dice que “la palabra de Dios crecía y se multiplicaba”.
La palabra de Dios predicada por los primeros discípulos crecía y se multiplicaba; sin embargo, ésta aún no había sido completada conforme a la economía de Dios. Para completarla, se necesitaba la revelación que Dios le dio a Pablo. Debido a que los judíos tienen solamente el Antiguo Testamento, ellos no tienen el oráculo completo de Dios. Además, a pesar de que los cristianos tienen tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, en realidad muchos de ellos no tienen la revelación completa de Dios. Tal vez en su experiencia y en su comprensión, tengan solamente los Evangelios, el libro de Hechos y parte del libro de Romanos. Pese a que muchos han estudiado la Biblia, todavía no tienen un entendimiento adecuado de la revelación divina.
Conforme a la mayordomía de Dios, Pablo fue hecho ministro de la iglesia para completar la palabra de Dios. Piense por un momento lo que nos faltaría si no tuviéramos las epístolas de Pablo. Sin ellas, la palabra de Dios estaría incompleta. La mayordomía de Pablo consistía en completar la palabra de Dios a fin de impartir a Cristo con todas Sus riquezas en las iglesias. La revelación que Pablo recibió tenía como fin completar la palabra de Dios. Por consiguiente, es crucial que todos conozcamos la revelación que le fue dada a Pablo.
Pablo recibió la revelación de que Cristo es el misterio de Dios. En 2:2 él habla del “pleno conocimiento del misterio de Dios, es decir, Cristo”. Esta expresión, “el misterio de Dios”, no se halla en el Antiguo Testamento. Los Evangelios tampoco dejan constancia de que el Señor Jesús la hubiera usado. Fue Pablo quien la usó por primera vez en sus epístolas. El misterio de Dios es Cristo como corporificación de Dios. Colosenses 2:9 dice: “Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”.
Como misterio de Dios, Cristo debe ser la corporificación de Dios así como el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17). Todos los maestros cristianos fundamentalistas creen que Cristo es la corporificación de Dios, pero muy pocos de ellos ven que Él también es el Espíritu vivificante. Si hemos de conocer a Cristo en realidad como la corporificación de Dios, es necesario que lo experimentemos como el Espíritu vivificante. Debido a que el enemigo sabe cuán importante es esta verdad, él la ataca con vehemencia. Si no vemos que Cristo es el Espíritu vivificante, el hecho de que Cristo es la corporificación de Dios será solamente una doctrina o una teoría; será una simple enseñanza objetiva, completamente ajena a nuestra experiencia cristiana. Si éste es el caso, la teoría no puede convertirse en realidad. La realidad de Cristo como corporificación de Dios se halla en Cristo como Espíritu vivificante.
En Juan 14:16-18 el Señor Jesús dijo: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vengo a vosotros”. El Espíritu de realidad mencionado en el versículo 17 es en realidad el mismo Señor que dice en el versículo 18: “Vendré a vosotros”. Esto indica que después de la resurrección, el Señor llegó a ser el Espíritu de realidad. En 1 Corintios 15:45, que trata de la resurrección, se confirma este hecho diciendo que el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante. Pablo fue valiente y no dejó ninguna ambigüedad al declarar que Cristo es el Espíritu. Para la mente natural, no es lógico que el postrer Adán, un hombre en la carne, pudiera llegar a ser Espíritu vivificante. Sin embargo, Pablo declaró este hecho sin transigencia alguna. Además, en 2 Corintios 3:17, él dijo: “Y el Señor es el Espíritu”. Al tomar en cuenta el contexto del capítulo entero vemos que el Espíritu del versículo 17 es el mismo Espíritu que da vida, el cual se menciona en el versículo 6. Además, en 2 Timoteo 4:22 Pablo dijo claramente: “El Señor esté con tu espíritu”. ¡Cuán claras son las palabras de Pablo!
En 1964 un amigo íntimo mío me advirtió que no enseñara que Cristo es el Espíritu. Aunque él reconocía que la Biblia sí enseña que Cristo es el Espíritu, no tenía el valor de declararlo debido a que la tradición religiosa hace que otros no estén dispuestos a aceptarlo. Así que le contesté: “Si no enseño que Cristo es el Espíritu vivificante, no tengo más que ministrar. Vine a este país principalmente con la carga de ministrar acerca de este tema”. Más adelante, en ese mismo año, presenté una serie de mensajes sobre el hecho de que Cristo es el Espíritu. Dichos mensajes fueron impresos en un libro titulado La economía de Dios.
Muchos de nosotros podemos testificar de la gran ayuda que recibimos en nuestra experiencia de vida al descubrir que nuestro Señor es hoy el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu. Si Cristo no fuera el Espíritu que mora en nuestro espíritu, ¿cómo podríamos experimentarlo como nuestra vida? No tendríamos ninguna experiencia de Cristo como vida; en lugar de ello, tendríamos simplemente otra forma de práctica religiosa. No obstante, puesto que tenemos al Cristo que es Espíritu vivificante, no tenemos una religión; más bien, tenemos al Cristo viviente en nuestra experiencia. Por una parte, Él es la corporificación de la plenitud de Dios y, por otra, es el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu. Esta revelación acerca de Cristo forma parte de la revelación que le fue dada a Pablo, a fin de que se completara la palabra de Dios.
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