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Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 23 Sección 3 de 4

DIOS ES EXPRESADO
CUANDO LA VIDA SE MANIFIESTA EN NUESTRO VIVIR

Cuando la vida se manifiesta en nuestro vivir, Dios surge desde nuestro ser y se expresa en nosotros. En ocasiones cuando contactamos a uno de los santos, percibimos su orgullo, mientras que con otro percibimos su humildad. Éstas son dos diferentes clases de personas. Sin embargo, al tener contacto con otro santo, no podemos decir si él es orgulloso o humilde; en vez de ello, sentimos que estamos tocando a Dios, y es como si estuviésemos delante de Dios. No percibimos ni orgullo ni humildad; lo único que percibimos es Dios y Su presencia. Esto es la vida.

La vida es Dios mismo; la vida es Dios a quien vivimos y expresamos. Cuando Dios es expresado, la vida es manifestada. Muchas veces la humildad del hombre está impregnada del sabor humano, no del sabor divino. Por el contrario, a veces conocemos a gente que nos habla de manera franca y directa. Esta palabra franca y directa podría hacernos sentir tristes y heridos, pero en lo profundo de nuestro ser sentimos que hemos tocado a Dios y experimentado Su presencia. Esto es vida. La vida es Dios mismo. Cuando la vida se manifiesta en nuestro vivir, Dios es manifestado.

Esto no es nuestra teología ni el resultado de nuestra investigación; ésta es la revelación de la Biblia. El Antiguo Testamento nos dice que la vida está en Dios (Sal. 36:9). El Nuevo Testamento habla claramente de que la Palabra se hizo el Cristo encarnado. Él es vida, y Él viene para que el hombre tenga vida y para que la tenga en abundancia (Jn. 10:10). Dios desea que el hombre obtenga a Dios mismo.

DISFRUTAR LAS RIQUEZAS DE DIOS
HALLADAS EN SU VIDA

Si queremos conocer a Dios, tenemos que conocer la vida. Si queremos obtener y tocar todo lo relacionado con Dios, necesitamos tocar la vida de Dios porque todas las riquezas de la naturaleza de Dios se hallan en Su vida. Esto puede compararse a la carne que contiene una gran cantidad de nutrientes. Si queremos recibir los nutrientes de la carne, tenemos que comerla. De igual manera, Dios es muy rico y muy dulce, y todas Sus riquezas y dulzura se hallan en Su vida. Salmos 36:7-8 dice: “¡Qué preciosa es, oh Dios, Tu benevolencia amorosa! / Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de Tus alas. / Son saturados de la grosura de Tu casa, / y Tú los haces beber del río de Tus delicias”. La grosura y el río de vida han de ser disfrutados por el hombre a la sombra de Dios, esto es, en Su casa, en Él mismo.

Al final de la Biblia, Apocalipsis 21:22 dice: “No vi en ella templo, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo de ella”. En la Nueva Jerusalén no hay templo, porque el templo es Dios mismo. Disfrutar la grosura de la casa de Dios equivale a disfrutar las riquezas de Dios en Dios mismo, porque con Él está la fuente de la vida. Necesitamos comprender que la grosura y las riquezas de Dios se hallan en Su vida. Los incrédulos no conocen esta vida, ni pueden tocarla. Si no tienen la vida, tampoco tienen la grosura porque todo lo relativo a Dios está en Su vida. Todas las riquezas de los granos de arroz se hallan en el arroz cocinado, así que si queremos recibir los beneficios de los granos, tenemos que comer y recibir el arroz cocinado. Debido a que las riquezas de Dios se hallan en Su vida, si queremos recibir las riquezas de Dios, debemos tocar la vida porque Dios mismo es la vida.

DIOS ESTÁ EN CRISTO, CRISTO ES EL ESPÍRITU
Y EL ESPÍRITU ES VIDA

Puesto que la vida es Dios mismo, ¿cómo puede el hombre tocar y obtener la vida de modo que esta vida pueda entrar en él? Uno de los discípulos le hizo una petición muy interesante al Señor Jesús, diciendo: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta” (Jn. 14:8). Esto indica que ellos sabían de Dios el Padre, pero nunca le habían visto ni tocado. ¿Era Él grueso o delgado? ¿Era alto o bajo? ¿Cuál era exactamente Su aspecto, y qué estaba dentro Él y cuál era Su manera de ser? Los discípulos no tenían la menor idea y estaban intrigados. Habían oído acerca del Padre, pero nunca le habían visto. Por eso, ellos le pidieron al Señor que les mostrara al Padre y estarían satisfechos.

El Señor respondió: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí?” (vs. 9-10). Esto significa que el Señor es el Padre, y el Padre es el Señor. Esto puede compararse a una persona que pide que le muestren cómo se ve un grano de arroz, pese a que come arroz todos los días; esto es muy extraño.

Entonces, ¿dónde está Dios? Dios está en Cristo. El en la frase el Padre está en Mí, es Cristo, quien es la Palabra encarnada. ¿Dónde está Cristo? En Juan 14 el Señor Jesús dijo que el Padre está en Él, y luego dijo que Él dejaría a los discípulos dentro de poco. Aunque el Padre está en Él, Él no quería que los discípulos valoraran esto como un tesoro y se asieran a Él. El Señor dijo a los discípulos que no dejasen que su corazón se turbara, ni que tuviesen miedo, porque Él los dejaría dentro de poco pero vendría otra vez (vs. 18-19, 27-28). Él vino como Espíritu, “el Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce” (v. 17). Esto muestra que Dios está en Cristo, y Cristo es el Espíritu.

¿Dónde está el Espíritu? El Espíritu tiene un nombre muy especial; Él es llamado el Espíritu de vida (Ro. 8:2), lo cual significa que el Espíritu da vida a la gente. Juan 6:63 dice que las palabras que el Señor habla son espíritu y son vida. El Espíritu es vida. Algunos podrían pensar que estoy confundido y que voy dando rodeos. Comenzamos hablando respecto a la vida, y ahora estamos hablando del Espíritu; pareciera que hablar respecto a la vida, Dios, Cristo y el Espíritu fuera como si diéramos muchas vueltas. En realidad, el Espíritu es el Espíritu de vida. En otras palabras, la vida es Dios, Dios está en Cristo, Cristo es el Espíritu y el Espíritu es vida.


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