Información del libro

Los de corazón puropor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2060-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 10 Sección 1 de 3

CAPITULO UNO

LOS DE CORAZON PURO

En 2 Corintios 3:16 dice: “Pero cuando su corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado”. El velo concierne al corazón. Aquel que desea ir en pos del Señor y servirle, debe rendirle completamente su corazón. Lamentablemente, hay un problema: una vez que la persona se entrega, trae con ella no sólo su corazón, sino también su propia manera de hacer las cosas. Es imprescindible ver que Dios sólo desea nuestro corazón; todo lo demás tiene que ser desarraigado y quebrantado por El. Todo punto de vista y todo método que tengamos deberán ser quebrantados por Dios, ya que El quiere únicamente nuestro corazón. Desde el principio, Dios ha obrado con un único propósito, esto es, con el propósito de forjarse en nosotros. Por eso, El tiene que ganar nuestro corazón a fin de poder forjarse en nosotros.

EL HOMBRE ESTA COMPUESTO DE TRES PARTES:
ESPIRITU, ALMA Y CUERPO

El hombre es un recipiente creado por Dios con el propósito de contener a Dios. Pongamos como ejemplo un vaso. Un vaso es un recipiente hecho para contener agua. Por lo tanto, es inadecuado usarlo para otro propósito. De igual manera, en el universo el hombre es un recipiente especial hecho expresamente para contener a Dios. Si el hombre no tiene a Dios como su contenido, su existencia humana no tendrá ningún sentido, puesto que él fue creado expresamente para que Dios lo use. Sin embargo, ¿cómo puede Dios entrar en el hombre? Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón”. Esto indica que tenemos un espíritu en nuestro ser. En 1 Tesalonicenses 5:23 dice que nosotros, los seres humanos, estamos compuestos de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Por fuera, tenemos el cuerpo, y por dentro, el espíritu; y entre el espíritu y el cuerpo está el alma. El alma es nuestra propia personalidad, nuestro yo, e incluye nuestra mente, voluntad y parte emotiva. Nuestros sentimientos de gozo, enojo, tristeza y deleite, están relacionados con la función del alma perteneciente a la parte emotiva. Nuestras elecciones y decisiones tienen que ver con la función del alma perteneciente a nuestra voluntad. Nuestras ideas y pensamientos se relacionan con la función del alma perteneciente a nuestra mente. Así pues, el alma es el verdadero “yo”, aquello a lo cual los psicólogos llaman nuestro ser metafísico, aquella parte de nuestro ser que podemos sentir mas no tocar.

Con frecuencia hay ciertas circunstancias que hacen que el alma de un creyente se sienta triste y afligida; pero aun así, en lo profundo de su ser, éste siente un gozo inefable. Esto prueba que además de tener un alma, tenemos un espíritu en lo profundo de nuestro ser. Por consiguiente, algunas veces estamos tristes, pues tenemos un alma; pero al mismo tiempo, podemos sentir gozo debido a que también tenemos un espíritu. Cuando nuestra alma se siente triste, el Espíritu Santo nos fortalece y genera un gozo interno. Debido a que tenemos tanto alma como espíritu, podemos percibir dos sentimientos distintos. Esto también nos muestra que nosotros, los seres humanos, estamos compuestos de tres partes: espíritu, alma y cuerpo.

LA TRAYECTORIA DE LA VIDA DE DIOS:
DEL CENTRO HACIA LA CIRCUNFERENCIA

Dios obra en nuestro ser con el fin de forjarse en nosotros, y lo que El realiza en nosotros se rige por un principio, a saber, El obra desde el centro hacia la circunferencia. Por ejemplo, cuando lanzamos una piedra a un estanque, se producen ondas en la superficie del agua que van desde el centro hacia la circunferencia, y de círculo en círculo. Asimismo, la obra que Dios lleva a cabo en nosotros se realiza desde el centro de nuestro ser, que es nuestro espíritu, hacia la circunferencia, que es nuestro cuerpo. La obra de Dios en nosotros es similar a colorear un círculo. El va añadiendo color gradualmente, comenzando desde el centro y extendiéndose hasta que el círculo esté totalmente coloreado. El desea alcanzar nuestro cuerpo, y lo hace partiendo desde nuestro espíritu.

Fuimos salvos cuando ejercitamos nuestro corazón y nuestro espíritu para recibir al Señor Jesús como nuestro Salvador, y en ese momento, el Espíritu del Señor entró en nuestro espíritu. Como resultado, tenemos a Dios en el centro de nuestro ser. Antes de que recibiéramos al Señor, no teníamos a Dios en nosotros; pero en el instante en que lo recibimos, el Espíritu Santo entró en nosotros, y ahora tenemos a Dios en nuestro ser. En un principio no teníamos a Dios en nuestro espíritu, alma ni cuerpo, pero después de que nos arrepentimos y recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador, Dios entró en nuestro ser y ahora tenemos en nosotros la vida de Dios.

A pesar de que enfrentamos circunstancias externas que hacen sufrir nuestra alma, todavía nos sentimos gozosos y consolados en lo profundo de nuestro ser, pues es allí donde están el Espíritu Santo y la vida de Dios. Esto se debe a que el Espíritu Santo que se halla en nuestro espíritu nos consuela, sostiene y abastece. Sin embargo, el Espíritu Santo sólo está en nuestro espíritu y no ha penetrado aún nuestra alma. En el momento que recibimos salvación, Dios comenzó a operar en nosotros. Ahora El desea extenderse desde el centro de nuestro ser hasta alcanzar la circunferencia del mismo, de tal manera que nuestra mente, voluntad y parte emotiva posean el elemento de Dios. Poco a poco, El desea llenar completamente todo nuestro ser. De esta manera, Dios no sólo estará en nuestro espíritu, sino también en cada parte de nuestra alma. Nuestro gozo, enojo, tristeza y deleite estarán llenos de Dios. Entonces, nuestros puntos de vista serán los de Dios mismo, y nuestro gozo, enojo, tristeza y deleite serán el gozo, enojo, tristeza y deleite de Dios. ¿Cómo es posible esto? Esto es posible porque Dios mismo es quien se expresa en nuestro diario vivir. Esto es semejante a cuando empapamos algodón en tinta roja; la tinta impregna gradualmente el algodón hasta que finalmente éste adquiere el color rojo.

Hoy, aunque tengamos cierta medida de espiritualidad, todavía no somos complemente espirituales. Seremos completamente espirituales sólo cuando la vida de Dios se extienda desde nuestro espíritu a nuestra mente, parte emotiva y voluntad, e incluso a nuestro cuerpo, a fin de que todo nuestro ser sea completamente lleno con la vida de Dios y que nuestro cuerpo sea un cuerpo glorioso. Pero esto se cumplirá plenamente sólo cuando el Señor Jesús regrese. Sólo entonces nuestro cuerpo será transfigurado por completo. En 1 Corintios 15 dice: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción” (v. 53a). Dios no sólo estará en nuestro espíritu y en nuestra alma, sino también en nuestro cuerpo. Esta es la trayectoria que la vida de Dios sigue al operar en nuestro ser.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top