Información del libro

Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2853-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 16 Sección 2 de 4

PASAR DEL APRECIO AL DISFRUTE

Después de que la buscadora llegó a ser un lirio, empezó a disfrutar al Señor. Al principio, ella manifestó su aprecio por el Señor, comparándolo a un saquito de mirra y a un ramo de flores de alheña; sin embargo, aún no había empezado a disfrutar al Señor. El disfrute empezó cuando ella fue transformada en un lirio. Fue después de que llegó a ser un lirio que ella empezó a disfrutar del fruto del Señor, el cual era dulce a su paladar. Entonces, no sólo apreció al Señor, sino que también lo disfrutó comiendo de Su fruto. Después de esto, ella fue llevada a la sala de banquetes, la casa del vino, para disfrutar aún más, comiendo y bebiendo del Señor. Anteriormente, solamente había apreciado al Señor de cierta manera. Las riquezas del Señor aún no habían sido depositadas en ella. Pero cuando comenzó a disfrutar al Señor, empezó a recibir algo del Señor. Al comer y beber del Señor, algunos de los elementos del Señor se forjaron en ella. Por consiguiente, al comer, beber y disfrutar del Señor, se forjó en la buscadora la tercera etapa de la transformación. Ella llegó a ser una paloma. La paloma en la Biblia simboliza al Espíritu Santo. Así que, como una paloma, ella vivía como el Espíritu, se conducía como el Espíritu y su aspecto era semejante al Espíritu. Por lo tanto, como una paloma, ella llegó a ser la expresión del Espíritu. Fue al recibir al Señor en su interior a modo de disfrute —y no simplemente al apreciarlo— que un poco del elemento del Señor entró en ella para transformarla de modo sustancial. De ese modo, ella dejó de ser una yegua o un lirio, y se convirtió en una paloma: la expresión del Espíritu vivificante.

PARTICIPAR EN LA MUERTE
Y LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Toda su transformación se debió a su aprecio y disfrute del Señor, mediante las experiencias de la muerte y la resurrección del Señor. Muchas figuras, como la mirra, las grietas de la roca y lo escondido de escarpados parajes, son cuadros descriptivos de la muerte y la resurrección del Señor. Mientras ella apreciaba y disfrutaba al Señor, experimentaba la muerte y la resurrección del Señor. No podemos participar del Señor mismo sin participar de Su muerte y la resurrección, debido a que éstos son elementos de Su propio ser. Por lo tanto, si le disfrutamos, ciertamente participaremos de Su muerte y la resurrección. Cuanto más participemos del Señor, más recibiremos Su muerte en nuestro ser. Cuanto más le disfrutemos, más recibiremos Su resurrección.

El Señor hoy en día es como una dosis todo-inclusiva. En esta dosis se encuentran todos los ingredientes y elementos que necesitamos. Tenemos elementos que aniquilan las cosas negativas y también elementos que nutren. La muerte del Señor es el elemento que aniquila y Su resurrección es el elemento que nutre. Cuando disfrutamos al Señor, disfrutamos de todos los ingredientes de esta persona todo-inclusiva. Cuanto más recibamos al Señor, más entrarán en nosotros los elementos que aniquilan, y al mismo tiempo, obtendremos los elementos de Su resurrección, los cuales nos nutren. ¡Aleluya! A medida que el elemento del Señor entra en nuestro ser, aniquila todas las cosas negativas y nos nutre con todos los elementos positivos. El resultado de esto es la transformación. Los ojos de yegua cambiaron en ojos de paloma, e incluso la yegua cambió, convirtiéndose en un lirio. Luego, el lirio fue transformado en una paloma, y en esa condición ella permaneció en la grieta de la roca y en lo escondido de escarpados parajes. Ella permaneció en la muerte, la resurrección y la ascensión del Señor.

NO TIENE PERSONALIDAD

Después de esto, ella salió del desierto espiritual, que no era otra cosa que su voluntad. Ella salió como columnas de humo, perfumada de mirra y olíbano y de todos los polvos aromáticos del mercader. En las figuras anteriores, ella aún conservaba cierta personalidad, pero ahora como columnas de humo, ya no tiene personalidad. Ha sido disciplinada por el Señor a tal grado que su personalidad ha desaparecido.

En nuestra vida espiritual, el problema siempre radica en nuestra personalidad. Cada persona tiene su personalidad, la cual es muy fuerte. Al relacionarnos con las cosas no tenemos ningún problema con ellas porque no tienen personalidad. Pero cuando nos relacionamos con una persona siempre tenemos problemas debido a las diferencias de personalidad. El Señor tiene que ponerle fin a nuestra personalidad porque ésta se opone a Su personalidad. Sin embargo, en las últimas cuatro figuras del primer grupo, no vemos ninguna personalidad. La buscadora había salido de su voluntad y su personalidad había sido completamente eliminada. La personalidad ya no estaba presente en las columnas, la litera, el palanquín ni en la corona. ¡Aleluya!

Las ocho figuras conforman el primer grupo: la yegua, los ojos de paloma, el lirio, la paloma, las columnas, la litera, el palanquín y la corona. Entre las primeras cuatro figuras, ocurren muchas cosas. El factor que causa la transformación de una figura a la siguiente es el aprecio y disfrute que se tiene del Señor Jesús. Sin embargo, entre las últimas cuatro figuras nada parece ocurrir. Las columnas, la litera, el palanquín y la corona, todas ellas, son muy semejantes. Por consiguiente, una vez que lleguemos a la etapa en la que perdemos nuestra personalidad, seremos estas cuatro figuras al mismo tiempo.

¿Quién es entonces nuestra personalidad? ¡Aleluya! Podemos ver esto claramente en la figura del palanquín. El palanquín mismo no tiene personalidad, pero dentro del palanquín se encuentra una persona. Esta persona es la personalidad del palanquín. La voluntad de esta persona es la voluntad del palanquín. Su parte emotiva es la parte emotiva del palanquín. Su mente es la mente del palanquín. El palanquín en sí mismo no tiene personalidad; sin embargo, contiene en su interior a la persona viva del Rey. Estas figuras nos hablan más que muchos mensajes sobre cómo ser espirituales. Si simplemente consideramos estos cuadros, entenderemos esto con claridad. Cuando salimos del desierto de nuestra voluntad, llegamos a ser las columnas, la litera, el palanquín y la corona. Llegamos a ser la gloria y la jactancia del Señor, y Él llega a ser plena y completamente nuestra personalidad.

Al comienzo, el Señor tocó la parte emotiva de la buscadora (1:2-4). Luego, poco a poco, la mente de ella fue renovada (1:15). Finalmente, su voluntad fue subyugada (3:6). Todo su ser había sido transformado. Ella llegó a ser uno con el Señor interiormente al grado en que llegó a ser la expresión externa del Señor. Esto podemos verlo en la figura del palanquín y la corona. El Señor estaba dentro del palanquín y debajo de la corona. Por esta razón, a ella se le describió como Salomón con la corona. Los dos llegaron a ser uno solo. Éste es ciertamente el logro más elevado de espiritualidad que uno pueda alcanzar.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top