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Iglesia como el Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4182-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 21 Sección 3 de 5

LA MANERA EN QUE DIOS
GANA A ESTE HOMBRE CORPORATIVO

¿Cómo es que Dios gana a este hombre corporativo? Génesis nos muestra que a fin de ganar a un hombre corporativo, el primer paso en la obra de Dios fue crear al hombre. Siempre que dirigimos nuestra atención a la obra que Dios realiza en el hombre, no podemos olvidarnos de la creación de Dios. Sin embargo, la creación fue una preparación y no la compleción; la creación fue una preparación para la compleción. La creación preparó el material y puso el fundamento para que se completara la obra de Dios de llevar a cabo Su propósito.

La Biblia revela que Dios creó al hombre como un ser compuesto de tres partes: espíritu, alma y cuerpo; en este aspecto somos distintos de las demás criaturas. El Dios Triuno creó un hombre tripartito. El propósito de Dios era entrar en nosotros para que pudiésemos tener Su imagen para expresarlo y Su autoridad para derrotar a Su enemigo. A fin de lograr este propósito y llevar a cabo esta obra, Dios creó un hombre tripartito —con un espíritu, un alma y un cuerpo—, a fin de poder entrar en este hombre.

Dios creó al hombre
con un cuerpo

Consideremos el hecho de que Dios creara al hombre con un cuerpo. Dios creó al hombre con un cuerpo para que tuviera una estructura, un aspecto físico y una expresión. Por lo general llegamos a conocer a una persona por medio de su cuerpo. Al ver el cuerpo de una persona llegamos a conocer su constitución, apariencia, comportamiento y acciones. Nuestro cuerpo es nuestra expresión en términos concretos. La palabra concreto significa tener una forma definida, lo cual alude a la expresión práctica. Dios nos creó con un cuerpo a fin de que tuviésemos una expresión práctica. Sin embargo, debemos tener presente que el propósito de este cuerpo es expresar a Dios, no a nosotros mismos. Por esta razón, la Biblia dice que la consagración es presentar nuestro cuerpo (Ro. 12:1) y que debemos glorificar y expresar a Dios en nuestro cuerpo. Así pues, el cuerpo tiene como objetivo la expresión.

Dios creó al hombre con un alma

Dios también nos creó con un alma. Nuestra personalidad está en nuestra alma; ella representa nuestra persona. Nosotros no fuimos creados delante de Dios como seres pasivos e indiferentes. El hombre es una criatura muy activa, pues posee una firme voluntad, mente y parte emotiva. Considere todas las criaturas vivientes que están sobre la tierra; hay millones de criaturas, pero el hombre es el más capaz de todas ellas. El hombre ejerce dominio en la tierra hoy porque tiene una personalidad, porque es viviente, y porque posee voluntad, ideas, preferencias y pensamientos. Puesto que el hombre posee tal personalidad, puede cooperar con la necesidad que Dios tiene. Si Dios hubiera creado a un hombre pasivo e indiferente, esto indicaría que Dios mismo no era un Ser grandioso ni hermoso. Sin embargo, Dios creó al hombre con libertad y personalidad, a fin de que Su grandeza y belleza pudieran ser expresadas.

Dios desea que el hombre, como ser viviente y capaz que es, coopere con Él. Algunos dicen que el hombre no puede conocer las cosas de Dios. Por un lado, es cierto, pero por otro, no es verdad. En realidad, no existe ni siquiera una sola persona que no sea capaz de conocer las cosas de Dios, porque Dios creó al hombre para que éste pudiera conocerlo. Romanos 1:19 dice claramente: “Lo que de Dios se conoce es manifiesto en ellos, pues Dios se lo manifestó”. Los animales, como los gatos, los perros, las vacas y las ovejas, no pueden conocer las cosas de Dios, pero el hombre sí puede conocerlas. Aunque es difícil conocer las cosas de Dios por el lado espiritual, sin embargo, el hombre sí posee la capacidad de conocer las cosas de Dios. De hecho, la razón por la cual el hombre piensa acerca de Dios es que posee los conceptos, pensamientos y preferencias de Dios. Debemos recordar que Dios creó al hombre con un alma para que éste tuviera una personalidad a fin de ser una pareja y un complemento de Dios.

Esto puede compararse al hecho de que Dios creara a Eva para que ella fuese el complemento de Adán. Dios primero trajo a Adán todos los animales que había creado, pero ninguno de ellos fue una pareja para él. Entonces Dios creó a Eva para que fuese su complemento (Gn. 2:18-23). Todos sabemos que esto tipifica a Cristo y la iglesia; sin embargo, también tipifica lo que el hombre es para Dios. El hombre es el complemento de Dios en el universo. Después de crear todas las cosas, Dios sintió que no era bueno que Él estuviera solo, pero no podía encontrar una pareja en el universo. Por consiguiente, creó al hombre para que fuese Su pareja. Por supuesto, el hombre primero debía recibir la vida de Dios a fin de ser la pareja a Dios. A fin de obtener esta pareja, Dios en Su creación puso el fundamento y preparó el material; creó al hombre con un alma para que éste tuviera una personalidad y fuese capaz de responderle a Dios.

Independientemente de cuán listo sea un animal, no responderá a la predicación del evangelio, pues los animales no fueron creados con esta capacidad. Sin embargo, aun la persona más incivilizada, inculta e ignorante, o el ateo más corrupto y más radical, pueden responder al evangelio. Dios creó al hombre con esta capacidad; esto fue algo que Dios preparó, fue el fundamento que Dios puso. No importa cuánto le hablemos a una mesa, ella no responderá porque no puede recibir nuestras palabras. Sin embargo, nuestras palabras pueden entrar en un micrófono porque fue diseñado con unos dispositivos especiales capaces de recibir la voz.

Debemos dar gracias a Dios por habernos creado con “dispositivos especiales”. Tenemos una personalidad, una voluntad, sentimientos y preferencias. Estos “dispositivos especiales” nos facultan y capacitan para responder a Dios. Dios creó todas estas cosas para Sí mismo, no para el hombre. Por esta razón, la Biblia no sólo nos exige que nos consagremos, sino que también obedezcamos. La consagración está relacionada con el cuerpo, mientras que la obediencia tiene que ver con nuestra alma. Nuestro ser debe ser derrotado y debe obedecer para que podamos complementar a Dios. Nuestra voluntad, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos deben concordar con los de Dios. Una simple analogía de esto es el matrimonio; nosotros estamos casándonos con Dios. El mejor matrimonio es cuando una pareja se complementa mutuamente; un matrimonio donde el esposo y la esposa no hacen buena pareja no es perfecto. Dios nos creó para que nosotros fuésemos Su complemento. Complementar a Dios en nuestra alma tiene que ver con nuestra obediencia. Llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo es algo relacionado con el alma (2 Co. 10:5).


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