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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 120 Sección 5 de 5

VIII. PARA AÑOS:
ESTABLECIDOS POR LA TRANSLACION ANUAL
DE LA TIERRA A FIN DE
CREAR COMIENZOS MAS IMPORTANTES

Las revoluciones anuales de la tierra alrededor del sol producen principios más importantes. Esto es verdaderamente maravilloso. Estamos en Cristo y estamos en la iglesia. Por consiguiente, tenemos el sol y la luna, que nos traen las estaciones, los días y los años.

Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, el Señor le dijo que ése sería el principio de un nuevo año (Ex. 12:2). Cuando fuimos salvos, aquello también fue el comienzo de un nuevo año, el año de nuestro renacimiento, una verdadera revolución en nuestra vida. Mi primera revolución se produjo en 1925, el año en que fui salvo. La segunda fue en 1931, el año en que fui reavivado. Menos de un año después, en julio del año 1932, tuve otra revolución: vi la iglesia. Eso cambió toda mi vida cristiana. En mi vida cristiana he tenido numerosos años nuevos, además de éstos. Año tras año, Cristo como sol verdadero nos da un nuevo comienzo.

Ninguna cosecha puede crecer si no ocurren las estaciones, si no transcurren los días y los años. Todas las cosechas crecen mediante las lumbreras del cuarto día. Por una parte, somos la cosecha de Dios; por otra, somos la labranza de Dios. Necesitamos la luna que designa las estaciones para nosotros y necesitamos el sol que designa los días y los años.

Génesis 8:13 nos dice que Noé volvió a la tierra el primer día del primer mes. El tuvo un nuevo comienzo el primer día del primer mes, otro comienzo en la nueva tierra. Exodo 40:2, 17 revela que el tabernáculo fue erigido el primer día del primer mes, otro comienzo. ¿Por qué Dios no ordenó al pueblo que levantara el tabernáculo en el vigésimo noveno día del cuarto mes, sino en el primer día del primer mes? Para marcar un nuevo comienzo. En 2 Crónicas 29:17 y Ezequiel 45:18 se nos dice que el pueblo purificaba y santificaba el templo en el primer día del primer mes. El regreso de Babilonia empezó el primer día del primer mes, según Esdras 7:9. Todos los cristianos necesitan estos cuatro comienzos: la llegada a la nueva tierra, el levantamiento del tabernáculo de Dios, la purificación del templo de Dios, y el regreso del cautiverio. Todas estas cosas son nuevos comienzos en la vida cristiana, los cuales son necesarios para el crecimiento en Cristo y deben producirse en “el primer día del primer mes”.

IX. SOMBRAS DE CRISTO

Todos los días, las señales, las estaciones y los años son sombras. Cristo es la realidad (Col. 2:16-17). Cristo es el día santo, Cristo es la nueva luna, Cristo es el día de sábado, Cristo es el comienzo del año, Cristo lo es todo. Cristo es su nuevo comienzo, un comienzo más importante que un año y más pequeño que un día. Cristo es la nueva luna.

X. LAS LUCES FORTALECEN

En el milenio, la edad del reino, la luz de la luna equivaldrá a la luz del sol, y la luz solar se intensificará siete veces, como de siete días (Is. 30:26). El Espíritu intensificado de Dios llega a ser los siete Espíritus; el sol intensificado se convertirá en la luz solar siete veces intensificada. Esto se producirá durante la edad del reino, el tiempo de restauración, cuando Dios sane a Su pueblo. No obstante, ahora tenemos un anticipo. En algunos santos la luna resplandece como el sol. Para mí, la vida de iglesia es semejante al sol, mucho más fuerte que la luna ordinaria. Tengo una luna brillante, tan resplandeciente como el amanecer, y el sol tiene una luz siete veces intensificada.

XI. FINALMENTE NO HABRA NOCHE

En la Nueva Jerusalén no habrá noche (Ap. 21:23, 25b; 22:5). En esa ciudad no se necesitará ni sol ni luna ni luminares porque el Dios Triuno será su luz. Si leemos detenidamente el Apocalipsis, veremos que fuera de la Nueva Jerusalén, fuera de la ciudad, todavía habrá día y noche, pero dentro de ella no habrá noche. Tendremos a nuestro Dios Triuno como la luz perfecta y única que brilla sobre nosotros. Los días constarán de veinticuatro horas de luz.

No obstante, hoy en día necesitamos las lumbreras del cuarto día. Necesitamos particularmente la luna y las estrellas que reflejan la luz del sol. Esa es la manera en que crecemos. Espero que el Señor le hable a usted acerca de su crecimiento, para que su crecimiento en vida se produzca con los luminares del cuarto día. La luz del primer día fue necesaria para generar la vida, para que usted volviera a nacer. Sin embargo, usted necesita las lumbreras del cuarto día para poder crecer.


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