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Principios básicos en cuanto al ancianatopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4731-0
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CAPÍTULO DIECISIETE

LA PERSPECTIVA APROPIADA
Y LA NECESIDAD PRESENTE
DEL MINISTERIO Y LAS IGLESIAS

LA ESFERA Y SERVICIO
DEL MINISTERIO Y LAS IGLESIAS

Los términos ministerio y obra en el Nuevo Testamento denotan cierta clase de servicio. La palabra griega traducida “ministerio” literalmente significa “servicio”. En el Nuevo Testamento el Señor levantó a los apóstoles de entre Sus creyentes y luego los comisionó con el ministerio. Los apóstoles salieron con el ministerio para levantar las iglesias locales. Por lo tanto, primero fue el ministerio con los apóstoles y colaboradores, y luego las iglesias.

Según Hechos y las Epístolas, el ministerio es regional. Cuando el Nuevo Testamento se escribió, había dos regiones del ministerio, o de la obra: Judea, la región judía, donde Pedro, Jacobo y Juan laboraron; y el mundo gentil, la región de los gentiles, donde laboraron el apóstol Pablo y sus colaboradores (Hch. 21:18-19; Ro. 15:16; Gá. 2:8-9). Las iglesias son locales. Cada iglesia pertenece a una localidad. Los apóstoles levantaron y establecieron las iglesias. Ellos nombraron ancianos para que llevaran la carga de las iglesias locales. Al igual que las iglesias que ellos mismos cuidan, los ancianos son locales, es decir, asumen la responsabilidad a nivel local. Los apóstoles, por su parte, son regionales, y asumen la responsabilidad del ministerio para fortalecer a todas las iglesias de una región determinada. Algunos apóstoles también pueden ser ancianos en una iglesia en el centro de su región, a fin de fortalecer el testimonio en esa iglesia. Por ejemplo, Pedro era un apóstol y también un anciano en Jerusalén. La iglesia en el centro de esa región no está por encima de las demás iglesias ni las controla, sino que sencillamente es el centro de la obra en esa región, así como lo eran Jerusalén y Antioquía en la época del Nuevo Testamento.

Debemos pedir al Señor en oración que fortalezca, multiplique y propague el ministerio a fin de que abarque todas las regiones. Allí se necesitan hermanos que sean capaces de ocuparse del ministerio en cada reunión, a fin de fortalecer a las iglesias que están allí. Asimismo debemos pedir que cada iglesia local tenga suficientes ancianos para encargarse de la edificación local. Si la condición del ministerio y las iglesias es normal, el Señor podrá tener un testimonio apropiado. En otras palabras, lo que se necesita para que haya un testimonio del Señor en la tierra recae sobre estas dos categorías de personas. En primer lugar, el Señor necesita más hermanos que sean útiles a fin de llevar a cabo el ministerio, al levantar, establecer y fortalecer las iglesias en cada región. En segundo lugar, el Señor necesita más ancianos que se ocupen de las iglesias locales, lo cual incluye el pastoreo y la enseñanza, con miras a la edificación de la iglesia en cada localidad. Si satisfacemos la necesidad de hermanos que lleven a cabo el ministerio en diferentes regiones y la necesidad de hermanos que asuman la responsabilidad de la edificación local, el Señor podrá avanzar.

LA RELACIÓN APROPIADA ENTRE LAS IGLESIAS

Una vez que hemos visto la esfera y servicio del ministerio y las iglesias, podemos hablar de la relación entre las iglesias. Todas las iglesias están en el mismo nivel; no existe una iglesia que esté por encima de las demás. En los últimos años se han cometido tres clases de errores en las relaciones entre las iglesias. El primer error tenía que ver con el énfasis de que todas las iglesias sigan un “fluir” particular. La palabra fluir ha sido usada de forma inapropiada para denotar diferentes prácticas externas. El significado correcto de la palabra fluir es el testimonio de Dios sobre la tierra. Nosotros titulamos nuestro periódico The Stream [La corriente] y el primer artículo en la primera edición “La corriente divina”, para referirnos al único fluir del testimonio del Señor sobre la tierra. Todas las iglesias son parte de este único testimonio, el testimonio de Jesús, el cual es el recobro del Señor en vida y verdad. Este fluir nunca confunde ni demanda.

El segundo error que se cometió en años recientes tiene que ver con la interferencia de una iglesia local en los asuntos de otra iglesia. Ninguna iglesia local debe interferir en los asuntos de otra iglesia local, tal como una familia no debe inmiscuirse en los asuntos de otras familias. Es correcto que los hermanos que ministran la palabra visiten a otras iglesias para fortalecerlas, pero no deben interferir en los asuntos de ese lugar. Todos los santos deben compenetrarse entre las iglesias, pero no deben comparar, juzgar ni expresar opiniones de las iglesias. En la reciente tormenta que tuvimos entre las iglesias se hizo mucho daño por medio de este tipo de interferencia.

El tercer error, y quizás sea el más grave, que se cometió en años recientes ha sido la transferencia organizativa de santos y ancianos entre las localidades. Hubo una intención sutil, oculta y maligna detrás de estas transferencias, que causó mucho daño a las iglesias locales. Así como los miembros de una familia no se transfieren a otras familias, tampoco las iglesias deben transferir sus miembros. Aunque los padres de una familia no sean muy buenos, sin embargo, ellos no pueden ser despedidos ni transferidos, ni pueden contratarse padres nuevos. Las transferencias hacen que la iglesia local se convierta en una organización fabricada por hombres y pierda la naturaleza de una familia. Este tipo de estrategia y manipulación está mal. Estas transferencias hacen que las iglesias pierdan la bendición del Señor. En años recientes las iglesias que no participaron en estas transferencias recibieron mucha más bendición que las que participaron. Debemos oponernos a estas transferencias entre las iglesias. Así como las diferentes familias pueden tener diferentes condiciones, las iglesias locales pueden ser fuertes o débiles, pero sus miembros no deben ser transferidos con la intención de cambiar dicha condición.

Debemos tener cuidado de no cometer estos tres errores: lo que llaman “fluir”, la interferencia en los asuntos de otras iglesias y la transferencia de santos entre las iglesias. Estos errores pueden hacer que nos desviemos de la verdad. Debemos respetar la economía de Dios y el terreno de la localidad que Él ha ordenado para las iglesias, independientemente de cuál sea la condición de ellas. El deseo de hacer que todas las iglesias locales sean iguales es un concepto humano y requiere de la mano humana. Algunas personas son altas por nacimiento y otras son de baja estatura. Si tratamos de hacer que todas las personas sean de la misma estatura, podremos causarles daño o incluso muerte. Debemos dejar que las iglesias sean como son y no tratar de organizarlas jerárquicamente a fin de que sean iguales. Incluso si una iglesia local es débil, las demás no deben interferir en sus asuntos. Esto no es cuestión de orgullo, sino de estar satisfechos en la vida familiar. Una familia con una condición deficiente no deja de ser por ello una verdadera familia, y los miembros de esa familia pueden disfrutar su vida juntos. Debemos sentirnos contentos en nuestra iglesia local porque somos una iglesia genuina. El año pasado cierta iglesia experimentó mucho aumento numérico, no por medio de la transferencia de santos ni al tratar de seguir el supuesto fluir, sino al disfrutar de la vida de iglesia como una iglesia local genuina. Esto honra la posición del Señor como cabeza, Su economía y lo que Él ha dispuesto.

Incluso si tenemos la verdad, no debemos actuar descuidadamente, no sea que estas cosas se infiltren entre nosotros. Debemos ver y aprender mucho de los errores cometidos en el pasado. Debemos respetar a las demás iglesias. Si visitamos una iglesia que es más pequeña, débil o deficiente, no debemos interferir en sus asuntos ni atrevernos a compararla con otra. Comparar es otro modo de interferir. Debemos dejar que las iglesias sean como son y respetarlas. Asimismo, debemos evitar transferencias. Bajo la dirección soberana del Señor, algunos santos pueden emigrar, pero hacer transferencias organizativas con la intención de cambiar la condición de las iglesias es algo equivocado.

Una vez que hayamos subsanado todos estos errores y estemos en una condición normal, las iglesias locales necesitan aprender a recibir a otras iglesias. Ninguna iglesia debe ser orgullosa ni estar cerrada a otras iglesias. No sólo debemos recibir a las demás iglesias, sino también abrirnos a ellas. Debemos estar dispuestos a aprender de otras iglesias, tal como las familias aprenden de otras familias para mejorar su propia condición. Debemos tener cuanta comunión sea posible con otras iglesias, pero sin que haya ninguna interferencia. Debemos entender que en la comunión todas las iglesias se hallan en el mismo nivel; ésta no es una comunión vertical entre iglesias que están en diferentes niveles, sino una comunión horizontal. Si prestamos atención a estos puntos, la relación entre las iglesias será normal.


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