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Visión del edificio de Dios, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6775-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 19 Sección 2 de 5

LA VISIÓN QUE SE RECIBE SOBRE
UN MONTE ALTO

Debo ahora señalarles que esta visión del edificio de Dios se revela únicamente sobre la cima de un monte alto. Si todavía nos encontramos en la llanura, nuestros ojos estarán velados. Por lo tanto, debemos ser llevados a un alto monte a fin de ver estas cosas de una manera clara y completa. En Apocalipsis el apóstol Juan fue llevado en espíritu a un monte grande y alto (Ap. 21:10). Desde este lugar le fue mostrada la Nueva Jerusalén, que es el edificio consumado de Dios. Esta ciudad descendía del cielo, de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su resplandor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. En Apocalipsis 4 el aspecto de Dios, quien está sentado en el trono, es también semejante a piedra de jaspe. Por lo tanto, esta ciudad tiene la misma semejanza de Dios. Juan estaba familiarizado con el templo de la antigua Jerusalén, pero no vio templo en esta nueva ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero, es el templo de ella. Tampoco esta ciudad tenía necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios la iluminaba, y el Cordero era su lámpara. Dios es la luz que está en Cristo, la lámpara. Juan también vio en el centro de la ciudad un río resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. Estos detalles son muy significativos y únicamente se pueden ver desde un alto monte.

LA INTENCIÓN DE DIOS EN SU CREACIÓN

El propósito primordial de este capítulo es que veamos lo que se revela desde el principio de la creación de Dios. Hablando con propiedad, no estamos hablando de la creación de Dios como tal, sino del propósito de Dios en la creación. Creo que todos los cristianos conocen la historia de la creación, pues a muchos de nosotros se nos enseñó sobre este tema en la escuela dominical cuando éramos niños. Sabemos lo que Dios hizo el primer día, el segundo día y los demás días; pero ¿nos hemos dado cuenta de cuál es el objetivo y la meta de Dios en Su creación?

He aquí el cuadro que nos presenta Génesis 1: Dios creó los cielos y la tierra. Luego, en un sentido, la tierra fue asolada, fue cubierta por aguas profundas. Había desolación y vacío, tinieblas, aguas profundas y no había vida. Entonces Dios hizo tres clases de separación. El primer día separó la luz de las tinieblas. Después de esto separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Por último, separó la tierra seca de las aguas. Luego, a partir de esta tierra que había sido separado de las aguas y “resucitada”, Dios produjo abundancia y variedad de vida. Primero tenemos la forma de vida más baja desprovista de conciencia, la vida vegetal; luego tenemos una forma de vida más elevada, la vida animal; y, por último, fue producido el hombre como la cúspide de la obra creadora de Dios. En Génesis 1 Dios dijo: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos, sobre el ganado, sobre toda la tierra y sobre todo lo que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a Su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla; y ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y sobre todo ser vivo que se mueve sobre la tierra” (vs. 26-28).

CUATRO PALABRAS CLAVE

Por favor, presten mucha atención a las cuatro palabras clave mencionadas en Génesis 1: hombre, imagen, dominio y tierra. La imagen y el dominio son palabras muy significativas. Ambas están crucialmente relacionadas con el hombre, el centro de la creación de Dios. La intención de Dios era que el hombre ejerciera dominio sobre toda la tierra, y no simplemente sobre las criaturas vivientes de la tierra. Dios le mandó al hombre que llenara la tierra y que también la sojuzgara. Sojuzgar es un término enfático y significativo; indica que había un elemento de rebelión en la tierra que tenía que ser sojuzgado. El hombre debía ejercer dominio sobre todo lo que se mueve o se arrastra sobre la tierra. Así pues, el hombre fue hecho a la imagen de Dios y le fue confiado el dominio de Dios para gobernar la tierra.

Sólo unas pocas personas han prestado suficiente atención a la cuarta palabra clave: tierra. Es una palabra aparentemente insignificante que los cristianos de hoy han pasado completamente por alto. Muchos sueñan y hablan de un lugar maravilloso llamado el cielo. Sin embargo, el deseo de Dios tiene que ver con la tierra. El hombre debía fructificar y multiplicarse, llenar la tierra y sojuzgarla. Si captáramos el verdadero significado de estas cuatro palabras —hombre, imagen, dominio y tierra— creo que entenderíamos todas las Escrituras.


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