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Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4516-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 21 Sección 2 de 3

EXPERIMENTAR AL ESPÍRITU EN DOS ASPECTOS

Necesitamos experimentar al Espíritu en dos aspectos principales. Conforme al primer aspecto, experimentamos al Espíritu de forma interna, o sea, como Aquel que está en nosotros. Conforme al segundo aspecto, experimentamos al Espíritu de manera externa, es decir, como Aquel que está sobre nosotros. Necesitamos experimentarlo de manera interna y también de manera externa. Esto nos lo muestra el cuadro de la ofrenda de harina. La ofrenda de harina era hecha de flor de harina mezclada con aceite (Lv. 2:5-6). Cuando la flor de harina se mezclaba con aceite, el aceite debía penetrar en la harina. Esto nos muestra el aceite dentro de la harina. Luego en Levítico 2:6 dice: “La partirás en trozos y echarás aceite sobre ella”. Esto nos muestra el aceite sobre la harina. Primero el aceite se mezclaba con la flor de harina para formar una masa, y luego era derramado sobre la masa. Por consiguiente, el aceite estaba tanto dentro de la ofrenda de harina como sobre ella. La ofrenda de harina era impregnada, saturada y empapada de aceite. Este cuadro describe lo que nosotros debemos ser. Todos debemos estar mezclados con el Espíritu, saturados del Espíritu, impregnados del Espíritu, empapados del Espíritu y también cubiertos por el Espíritu. Debemos tener al Espíritu tanto por dentro como por fuera. Debemos ser llenos del Espíritu por dentro y por fuera. De este modo, seremos impregnados, saturados y empapados del Espíritu. Ésta es la vida cristiana apropiada.

EL ESPÍRITU COMO AGUA Y COMO ALIENTO

En el Nuevo Testamento hay dos líneas de la experiencia que tenemos del Espíritu todo-inclusivo: la línea de Juan y la línea de Lucas. En el Evangelio de Juan y en su primera epístola tenemos la experiencia interna del Espíritu. Juan usa dos símbolos principales para referirse a este aspecto del Espíritu. Primero, Juan usa el símbolo del agua, diciendo que el Espíritu vivificante y todo-inclusivo es como el agua viva que las personas pueden beber. El Espíritu también es comparado al agua en el último libro de Juan, el libro de Apocalipsis. En Apocalipsis 22:17 se hace un llamado a las personas para que beban del agua viva. Sin lugar a dudas, esta agua viva es el Espíritu vivificante. Esto se da a entender claramente en Juan 7:37-39.

El segundo símbolo del Espíritu en los escritos de Juan es el soplo o el aliento. Según Juan 20:22, el Señor Jesús vino a Sus discípulos en la noche de Su resurrección, y soplando en ellos, les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. Según los escritos del apóstol Juan, el Espíritu es el agua que podemos beber y el aliento que podemos inhalar. Juan usó estos dos símbolos para describir lo que es el Espíritu vivificante hoy. Este Espíritu es el agua que sacia nuestra sed y también el aliento que podemos inhalar. Al inhalar este Espíritu, tenemos nuestra vida en este aliento. Éste es el aspecto interno del Espíritu vivificante. Todos en el recobro del Señor hemos aprendido a beber e inhalar a este Espíritu. Necesitamos beber de Él e inhalarlo invocando Su nombre. La estrofa de un himno escrito por la señorita M. E. Barber dice así:

Salvador, tan poderoso,
    Colmas mi necesidad;
Al respirar, Jesús, Tu nombre
    Bebo vida en verdad.

La manera de respirar el nombre de Jesús es invocar: “Oh, Señor Jesús”. Sin duda alguna esta hermana a menudo invocaba el nombre de Jesús. Si no fuera así, ¿cómo pudo decir en su himno que al respirar el nombre de Jesús bebía vida en verdad? La manera de respirar Su nombre es invocar: “Oh, Señor Jesús”. “Al respirar, Jesús, Tu nombre bebo vida en verdad”. Esta estrofa tan breve también indica que cuando respiramos, bebemos. Respirar equivale a beber. Cuando invocamos el nombre de Jesús, respiramos y bebemos. Ésta es la experiencia que tenemos del Espíritu vivificante en el Evangelio de Juan, un libro acerca de la vida.

EL ESPÍRITU COMO EL VESTIDO Y COMO EL VIENTO

Además de la línea de Juan, la línea del aspecto interno del Espíritu, tenemos la línea de Lucas, la línea del aspecto externo. Necesitamos experimentar al Espíritu vivificante tanto internamente como externamente. Al igual que Juan, Lucas también usa dos símbolos con relación al Espíritu. Lucas 24:49 dice: “He aquí, Yo envío la promesa de Mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. En este versículo Lucas usa el símbolo del vestido. El Señor dice que los discípulos debían esperar en Jerusalén hasta que fueran investidos, o envueltos, de poder desde lo alto. Esto obviamente alude a la experiencia externa del Espíritu. Una bebida denota algo que recibimos interiormente, mientras que el vestido denota algo que nos cubre externamente. No obstante, ambas cosas están relacionadas con nuestro vivir. Hoy nosotros bebemos líquidos y también nos vestimos. ¿Alguna vez se habían dado cuenta de que este Espíritu todo-inclusivo es tanto la bebida que recibimos interiormente como el vestido que nos cubre externamente? Interiormente le necesitamos como nuestra bebida, y exteriormente le necesitamos como nuestro vestido.

En Hechos, Lucas utiliza otro símbolo, el símbolo del viento recio. El viento es semejante al aliento. El viento es lo que principalmente nos trae el aire fresco que podemos respirar. Aunque el viento y el aliento son semejantes, el aliento está relacionado con nuestro vivir, mientras que el viento está relacionado con el poder. Con relación a la experiencia interna del Espíritu, tenemos el agua que bebemos y el aliento que inhalamos, y con relación a nuestra experiencia externa tenemos el vestido que nos cubre y el viento recio que sopla sobre nosotros. El aspecto interno está relacionado con nuestra vida y nuestro vivir, mientras que el aspecto externo está relacionado con el poder y con el hecho de desempeñar una función.

Cuando usted está solo en su cuarto, aunque puede beber toda el agua que quiera, no necesita vestirse de cierta manera. Sin embargo, cuando tiene que verse con otras personas, tiene que vestirse apropiadamente. Uno tiene autoridad cuando tiene puesto el uniforme apropiado. Todos sienten respeto cuando ven un policía. Pero nadie respeta a un policía sin uniforme. Sin embargo, cuando usted ve en la calle a un policía uniformado espontáneamente maneja su auto cuidadosamente debido a la autoridad representada por el uniforme. La experiencia externa del Espíritu es nuestro uniforme. El Día de Pentecostés Pedro se puso este uniforme, y el universo entero le temía. El infierno, los demonios, Satanás y todos los rebeldes le temían a Pedro porque vieron que estaba vestido de poder desde lo alto y que poseía la autoridad suprema.


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