Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4916-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Es muy significativo que esta carta venga después de 2 Corintios. Eso significa que si queremos ser personas como Pablo, viviendo por Cristo y tomándole como nuestra persona, debemos conocer lo que es la religión. Cada vez que nos volvemos religiosos, caemos en la trampa del presente siglo maligno. Si observamos a los cristianos de hoy, vemos que muchos de ellos simplemente se encuentran en una especie de religión. Ellos tienen las enseñanzas, las normas, las tradiciones y las ordenanzas. En el pasado he dicho varias veces lo que es la religión. Religión es todo aquello que hacemos para Dios sin la presencia de Cristo. Si adoramos a Dios sin la presencia de Cristo, eso es religión. Si laboramos para Dios sin la presencia de Cristo, eso es religión. Si nos esforzamos por ser personas buenas sin la presencia de Cristo, eso también es religión. Todo lo que hagamos para Dios sin la presencia de Cristo es religión. La religión simplemente consiste en adorar a Dios, laborar para Dios, guardar la ley, y mejorarnos a nosotros mismos y hacer muchas otras cosas buenas de forma religiosa sin la presencia de Cristo. Tal vez se trate de algo bueno; sin embargo, sigue siendo religión porque no tiene a Cristo.
La religión judía nunca le enseñó a nadie a adorar ídolos, a pecar contra Dios ni a ser malos. Antes bien, siempre les enseñaba a los demás a adorar a Dios sinceramente, a servir a Dios fielmente y a conducirse honestamente. Ciertamente esto es bueno. Sin embargo, es a esto que el apóstol Pablo llamó religión. Él era el más prominente en esta religión, pues guardaba la ley, guardaba las tradiciones de sus antepasados y observaba todas las ordenanzas. No obstante, si queremos disfrutar al Cristo que mora en nosotros, debemos guardarnos de todas estas cosas religiosas. Es por ello que Pablo dijo que Cristo se dio a Sí mismo por nuestros pecados para rescatarnos del presente siglo maligno. No hay duda de que el presente siglo maligno en el que Pablo vivía era la religión judía típica, una religión supuestamente fundada en conformidad con los versículos de la Biblia. Por consiguiente, si hemos de tener la verdadera experiencia y disfrute del Cristo que mora en nosotros, debemos cuidarnos de todo lo que es religioso.
Por supuesto, estoy consciente de que esto no sea del agrado de las personas que son religiosas. Pero si leemos nuestra Biblia en Gálatas, podremos ver que la religión no es un término positivo. La religión persiguió a la iglesia. La religión le causó daño a la iglesia. La religión se opuso a Cristo. Es por ello que necesitamos ser rescatados de todas las enseñanzas religiosas, de todas las normas, todas las tradiciones y todas las ordenanzas. Eso es lo que significa ser rescatados del presente siglo maligno.
Pablo nos dijo que él era sumamente celoso de la religión de sus antepasados. “Habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres” (1:13-14). Pero después algo le sucedió a Pablo, y él lo expresa de esta manera: “Cuando agradó a Dios [...] revelar a Su Hijo en mí” (vs. 15a, 16a). Cuando Cristo es revelado en nosotros, todos los asuntos religiosos sencillamente se desmoronan. Pablo era muy celoso de su religión, pero en el camino a Damasco escuchó una voz del cielo y cayó en tierra. Él quedó ciego. De hecho, él era ciego a causa de la religión, pero no lo sabía. Así que ahora su ceguera se hizo manifiesta.
Eso es lo mismo que les sucede a muchos queridos creyentes. Ellos pensaban que entendían todo muy claramente, pero no se percataban de que estaban ciegos debido a la religión. Luego, un día el Señor los tocó e hizo manifiesta su ceguera. Pablo antes entendía todo con absoluta claridad. Él sabía a dónde iba y tomó la iniciativa de guiar a otros por el mismo camino, pero ahora necesitaba que alguien lo guiara. Él no sabía a dónde ir. Él fue cegado por Cristo. Pero, alabado sea el Señor, porque con el tiempo esta ceguera vino a ser una verdadera visión. Pablo fue cegado por la religión, pero la visión que recibió en cuanto a Cristo le trajo claridad.
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