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Cristo es contrario a la religiónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1012-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 14 Sección 2 de 4

EN GALATAS

En el primer capítulo de Gálatas, Pablo describe brevemente su trasfondo religioso. El da a entender lo siguiente: “No me hablen del tema de la religión, pues en este asunto nadie me puede ganar. Yo estuve en la religión, e incluso fui uno de los más destacados en ella”. En el versículo 14 dice: “Aventajaba a muchos de mis contemporáneos ... siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”. Las tradiciones siempre abundan en la religión. Si usted defiende la tradición, defiende también la religión, y por consiguiente, persigue a la iglesia. Todos los defensores de la religión se convierten en perseguidores de la iglesia. El mismo apóstol Pablo afirmó esto, tanto en Gálatas 1 como en Filipenses 3. ”En cuanto a celo, perseguidor de la iglesia" (Fil. 3:6). En otras palabras, cuando estaba en la religión, perseguía a la iglesia.

Si usted es un verdadero cristiano, ciertamente es miembro del Cuerpo de Cristo. Pero tenga cuidado, pues aun como miembro del Cuerpo de Cristo, puede ser religioso; si éste es el caso, espontáneamente perseguirá a la iglesia. Sé lo que estoy diciendo. He visto a muchos buenos cristianos, y a muchos buenos miembros del Cuerpo de Cristo hacer daño a la iglesia. Ellos generalmente defienden a la religión; simplemente son religiosos. Tales personas justifican sus acciones citando versículos de la Palabra; no son incrédulos ni judíos, sino verdaderos cristianos. Se preocupan por la religión cristiana, pero no les interesa la vida de iglesia. Algunos de ellos no perjudicarían abiertamente a la iglesia, pero sutilmente le causan daño.

Los dos elementos esenciales que preservan la vida de iglesia son: guardar la unidad y permanecer en el espíritu. De hecho, esto resume todo lo necesario para llevar la vida de iglesia. El lema, “en el espíritu y en unidad”, lo resume todo. “En unidad” significa que debemos guardar la unidad, y “en el espíritu” significa que debemos hacer todo en el espíritu”. Debemos guardar la unidad y hacer todo en el espíritu. Ambos puntos han sido el motivo de las críticas y persecuciones que ha sufrido la vida de iglesia. La gente se preocupa más por la religión que por estar en el espíritu y guardar la unidad.

Si realmente tomamos con seriedad la vida de iglesia, debemos dedicarnos por completo a ella. Debemos participar en todas las actividades de la iglesia, a menos que ésta se halle involucrada en pecado, inmoralidad o idolatría. Hemos de guardar la unidad en la iglesia local, sin importarnos que las reuniones sean silenciosas o ruidosas, ya sea que los santos hablen en lenguas o no lo hagan, o aun cuando practiquen el orar-leer o no. Supongamos que un hermano viene a la reunión descalzo. No por ello debemos rechazarlo. No debemos decirle: “Hermano, vaya a su casa y póngase zapatos; de lo contrario, no vuelva”. Mientras él crea en el Señor Jesús y lo ame, será nuestro hermano amado. Debemos amarlo, no porque traiga o no zapatos, sino porque tiene a Jesucristo. Si usted piensa que debe hablar en lenguas, hágalo. Si una hermana piensa que debe cubrirse la cabeza, que lo haga. Si usted prefiere no cubrirse la cabeza, no moleste a las que lo hacen. ¿Están dispuestos y son capaces de recibir a todos?

Actualmente existe este problema: los que hablan en lenguas insisten en que también los demás deben hablarlas, y los que no hablan en lenguas prohiben que los demás lo hagan. No debemos preocuparnos por la religión; lo único que debe interesarnos es Cristo. Si nos centramos en Cristo, nada no nos fastidiará, seremos uno con todos los hermanos y hermanas. Si Cristo es nuestro único interés, siempre mantendremos la unidad y no existirá ningún problema.

Nuestro único centro debe ser Cristo y la iglesia; así, podremos tolerar todas las cosas: la práctica del orar-leer, el hablar en lenguas, el cubrirse la cabeza, el andar descalzos, y todas las demás cosas que no sean pecaminosas. ¿Podría usted decir que andar descalzo es pecaminoso? Ciertamente no lo es. Quizás a usted no le guste que las personas anden descalzas, pero el Señor puede contestar que a El no le preocupa eso. Quizás algunos dirán: “No puedo soportar que alguien toque el pandero durante las reuniones”. Personalmente no estoy a favor ni en contra de esto, más bien, adopto una posición neutral. Si alguien siente que debe tocar el pandero en la reunión, que lo toque. ¿Por qué no lo ha de hacer? No nos preocupan esas cosas; lo único que nos interesa es Cristo. El es lo que nos une.

Algunos pueden decir que somos demasiado liberales, e incluso es posible que nos llamen “cristianos liberales”. Pero tengan cuidado, porque la expresión “cristianos liberales” se refiere a los modernistas, a aquellos que no creen que la Biblia es la revelación divina, ni que Jesucristo es el Hijo de Dios, quien efectuó la redención, resucitó y ascendió a los cielos. Ellos son los liberales, no nosotros. Nosotros daríamos nuestras vidas por defender la verdad de la Biblia. Ciertamente creemos que la Biblia es la Palabra de Dios, y creemos que nuestro Señor Jesús es Dios mismo que se encarnó para ser un hombre, quien murió en la cruz por nuestros pecados, y quien resucitó física, espiritual y literalmente. Además, creemos que hoy en día El está en los cielos y a la vez mora dentro de nosotros como Espíritu vivificante; y que un día, El regresará física y literalmente. No pueden llamarnos liberales. Somos los más fundamentalistas entre todos los cristianos. También creemos que hay una sola Cabeza y un solo Cuerpo, un solo Pastor, un solo rebaño, un solo Cristo, una sola iglesia universal y una sola iglesia local en cada ciudad.

No somos liberales ni legalistas. No abogamos por el legalismo de la letra. Jamás insistimos de manera legalista en ninguno de los puntos secundarios de las Escrituras. Tampoco comprometeríamos jamás la verdad bíblica respecto a la persona y la obra de Cristo. En este asunto somos los más legalistas. No nos interesa la religión, ni aun la religión cristiana; lo único que nos importa es el Cristo viviente.

En Gálatas capítulo uno Pablo nos dice cuánto se había involucrado en la religión y con cuánto celo persiguió a la iglesia de Dios. ¿Qué es la iglesia? La iglesia no es algo religioso; la iglesia es simplemente la expresión del Cristo viviente. Esta es la verdadera razón por la cual los religiosos persiguieron a la iglesia. La iglesia es el Cristo agrandado. Si usted se consagra a Cristo en forma absoluta, seguramente sufrirá persecuciones, no de parte de los incrédulos, sino de los cristianos, de los religiosos.

En Hechos capítulo diez vimos cómo Pedro recibió una visión, en la cual aprendió que ahora no hay ninguna diferencia entre judíos y gentiles, entre las criaturas limpias y las inmundas. Tal parecía que aprendió bien la lección, pero mire cuál fue su comportamiento en el capítulo dos de Gálatas. Cuando Pedro fue a Antioquía, comió con todos los hermanos, incluyendo a los hermanos gentiles. Pero cuando unos hermanos judíos descendieron de Jerusalén, Pedro se apartó de los gentiles, simulando así que no se asociaba con ellos. ¿Podría usted creer que Pedro fuera tan cobarde? El sabía bien que tenía que desechar sus conceptos religiosos, pero temía a los hermanos judíos; y no solamente él tuvo miedo, sino también Bernabé. En aquel tiempo, únicamente Pablo fue muy valiente, y permaneció firme del lado de Cristo y en contra de la religión. El resistió a Pedro cara a cara. Es muy fácil pretender que somos espirituales. Usted puede gritar: “¡Aleluya, alabado sea el Señor!”, pero cuando se halla en presencia de ciertos hermanos, deja de gritar y se convierte no en un Pablo valiente, sino en un Pedro cobarde.

Sin embargo, hemos visto que años después Pablo tampoco fue valiente. En Jerusalén, donde el ambiente estaba impregnado de religión, aun Pablo se sometió a la norma religiosa y se conformó a ella, a fin de no causar problemas. Permítanme advertirles algo: siempre que alguien se amolda a la religión para evitar problemas, le vendrán aún más problemas. Tal vez usted puede conformarse a la religión, pero el Señor nunca se conformará a ella. Jamás intente evitar problemas cuando siga al Señor. En cambio, cuanto más se enfrente a los problemas con valentía, menos problemas tendrá. Si quiere adoptar una posición intermedia, comprometiéndose aunque sea en cierta medida, tenga la certeza de que le esperan muchas dificultades. Guárdese de actuar como Pedro y Bernabé en Gálatas 2, o como el apóstol Pablo en Hechos 21. En la actualidad vivimos en un tiempo de confusión. Hoy se está librando una batalla entre Cristo y la religión.

Pablo dice en su carta a los Gálatas, que si intentamos preservar la religión, perderemos a Cristo y lo anularemos en nosotros: “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo ... Habéis sido reducidos a nada, separados de Cristo, los que buscáis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído” (Gá. 5:2, 4). Si usted preserva la religión, perderá a Cristo; y si prefiere a Cristo, desechará la religión. Cristo se opone a la religión y jamás se conforma a ella.

Más adelante, en Gálatas 6, Pablo dice que esto no depende de la circuncisión ni de la incircuncisión, ni de ser judío o griego; sino de ser una nueva criatura en Cristo (6:15). El afirma: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (5:25). Este es el único requisito: debemos andar en el Espíritu; debemos ser simplemente una nueva criatura, libres de toda religiosidad.


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