Información del libro

Estudio-vida de Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo y Malaquíaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6252-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 35 Sección 2 de 4

I. LA COMPOSICIÓN

Los Profetas Menores se componen de doce libros, de Oseas a Malaquías. Es probable que en tiempos antiguos estos libros fueran considerados como uno solo. “El libro de los profetas” mencionado por Esteban en Hechos 7:42, al citar Amós 5:25-27, podría referirse a este libro colectivo. Pese a ser escritos menores, estos libros completan la revelación divina respecto a la economía de Dios en el trato que Él aplica a Sus elegidos (Israel) y a las naciones, lo cual fue abarcado en detalle en los libros de los Profetas Mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. El Señor Jesús se refirió a todos estos libros —los Profetas Mayores y los Profetas Menores— como “los profetas”, en los cuales se escribió de Él (Lc. 24:44). Esto indica que el punto central de todos los escritos de los profetas no es la disciplina ni el juicio, sino Cristo. Al acudir a los libros de los profetas, debemos interesarnos primordialmente en Cristo.

II. EL CONTENIDO

El contenido de los Profetas Menores incluye la economía de Dios en Su amorosa disciplina a Israel, Cristo como la centralidad y universalidad de la economía de Dios y un número de puntos cruciales.

A. La economía de Dios
en Su amorosa disciplina a Israel

La economía de Dios en Su amorosa disciplina a Israel, en Sus medidas gubernamentales con respecto a Israel y en Su juicio sobre las naciones redunda en la manifestación de Cristo como centralidad y universalidad de la economía de Dios, lo cual trae la restauración. Según el salmo 2, Cristo, el Rey establecido por Dios, es el Señor, el Dueño, de la tierra. El mundo entero está sujeto a Cristo como el “Administrador General”. Él no sólo es el Señor, sino también el Administrador, quien administra la situación mundial en su totalidad. Al presente, esto permanece oculto hasta cierto grado, pero un día Él será manifestado. La economía de Dios sobre esta tierra a la postre redundará en la manifestación de Cristo. Cuando esta manifestación tenga lugar, todos verán que Cristo es la centralidad y universalidad de la economía de Dios, lo cual trae la era de la restauración. Éste es el primer aspecto del contenido de los Profetas Menores, y este énfasis también puede ser hallado en los Profetas Mayores.

B. Cristo como la centralidad
y universalidad de la economía de Dios

En los Profetas Menores se nos revela de manera enfática a Cristo como la centralidad y universalidad de la economía de Dios. En los Profetas Menores (sin incluir a Zacarías, que revela otros aspectos de Cristo) este develar, esta revelación con respecto a Cristo, consta de dieciséis puntos. Ahora consideraremos brevemente estos puntos según la secuencia de los hechos.

1. En Su origen eterno

Ya señalamos que Miqueas 5:2c dice que las salidas de Cristo “son desde tiempos antiguos, / desde los días de la eternidad”. Esto hace referencia al origen eterno de Cristo.

2. En Su nacimiento humano en Belén

Miqueas 5:2a dice que de Belén vendría Aquel que será Gobernante en Israel. Éste es el único versículo en todo el Antiguo Testamento que nos dice que Cristo nacería en Belén.

3. En Su primera venida
como el Mensajero de Dios

Malaquías 3:1-3 revela que en Su primera venida Cristo vino como el Mensajero de Dios. Cristo, como el Mensajero de Dios, trajo la palabra de Dios, el mensaje de Dios, a las personas. Esta palabra, este mensaje, en realidad es el propio Cristo. Podríamos decir que Él es la carta que Dios nos envió.

4. En Su unión con Israel
como el Hijo de Dios,
quien es amado por Dios
y fue llamado por Dios a salir de Egipto

Oseas 11:1 dice: “Cuando Israel era muchacho, Yo lo amé, / y de Egipto llamé a Mi hijo”. Esto nos habla de Cristo en Su unión con Israel como el Hijo de Dios, quien es amado por Dios y fue llamado por Dios a salir de Egipto. Esta profecía se cumplió en Mateo 2. Poco después del nacimiento de Cristo, mientras Él era un bebé, Herodes intentó matarlo. Pero conforme a lo que le dijo el ángel, José tomó a Jesús y a Su madre y se fue a Egipto, “y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta cuando dijo: ‘De Egipto llamé a Mi Hijo’ ” (v. 15).


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