Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La revelación en la Biblia es siempre progresiva. La mención de las siete lámparas ocurre en Éxodo, pero el desarrollo de las siete lámparas lo vemos en Zacarías. En el libro de Éxodo no vemos que estas siete lámparas son el Espíritu de Dios. Para ver esto, tenemos que avanzar de Éxodo a Zacarías. En Zacarías 4:2 y 10 vemos claramente que las siete lámparas del candelero son los siete ojos de Dios. Zacarías 3:9 nos muestra que los siete ojos de Dios son los siete ojos de la piedra. Las siete lámparas son los siete ojos de Dios, y estos siete ojos también se encuentran en la piedra. Según Zacarías, esta piedra está destinada al edificio de Dios. En aquel tiempo Zorobabel estaba construyendo el templo, y esa piedra con los siete ojos era para el edificio de Dios. Finalmente, vemos que la piedra con los siete ojos es el candelero. En el libro de Apocalipsis vemos que los siete ojos de Dios son los siete ojos del Cordero. Por consiguiente, las siete lámparas del candelero son los siete ojos de Dios, los siete ojos de la piedra y los siete ojos del Cordero. Eso significa que el candelero es equivalente a la piedra, que la piedra es equivalente al Cordero, y que el Cordero es equivalente a Dios. En Éxodo tenemos un candelero con siete lámparas. En Zacarías vemos que estas siete lámparas son los siete ojos de Dios y los siete ojos de la piedra. En el libro de Apocalipsis vemos que estos siete ojos son también los siete ojos del Cordero. Las siete lámparas son los siete ojos de Dios, los siete ojos de la piedra y los siete ojos del Cordero. Esto demuestra que el candelero es Dios, que Dios es la piedra y que la piedra es el Cordero. El candelero es la piedra, la piedra es el Cordero y el Cordero es Dios. Estas cuatro cosas —el candelero, la piedra, el Cordero y Dios— son cuatro en uno. La función del candelero es resplandecer, la piedra es útil para la edificación, el Cordero efectúa la redención y Dios lleva a cabo Su administración. Por lo tanto, tenemos el candelero resplandeciente, la piedra de edificación, el Cordero redentor y el Dios que administra.
Las siete lámparas del candelero resplandeciente son los siete ojos de la piedra de edificación; los siete ojos de la piedra de edificación son los siete ojos del Cordero redentor; y los siete ojos del Cordero redentor son los siete ojos del Dios que administra. Estas siete lámparas y estos siete ojos son los siete Espíritus de Dios. Ellos no solamente son las siete lámparas y los siete ojos, sino también los siete Espíritus. En los mensajes anteriores abarcamos muchos aspectos cruciales del Espíritu vivificante. En este mensaje presentaremos la conclusión del Espíritu vivificante. En esta conclusión afirmamos que en la era presente el Espíritu es los siete Espíritus de Dios que son las siete lámparas de fuego que arden por causa de la administración de Dios, y también los siete ojos de esta persona que redime y edifica, los cuales transfunden e infunden. Las lámparas de fuego que arden están destinadas a la administración de Dios, y los siete ojos le permiten a esta persona que redime y edifica transfundirse en otros.
Sé que este pensamiento es completamente ajeno al cristianismo actual. Sin embargo, se halla en la Biblia. ¿En el pasado alguna vez alguien les dijo que el candelero como el testimonio de Dios tiene como objetivo la administración de Dios, o que las siete lámparas del candelero son los siete ojos del Dios que administra y los siete ojos del Cordero redentor? ¿Alguien llegó a decirles que estos siete ojos del Cordero redentor son los siete ojos de la piedra de edificación? ¿Alguien les dijo que las siete lámparas, que son los siete Espíritus, están destinadas a la administración de Dios y que los siete ojos, que también son los siete Espíritus de Dios, le permiten a Cristo transfundirse? Es probable nunca hayan escuchado de ninguna de estas cosas. Las siete lámparas hacen posible que la administración de Dios lleve a cabo el propósito de Dios, y los siete ojos le permiten a Cristo infundirse en nosotros a fin de perfeccionarnos. Por un lado, los siete Espíritus son siete lámparas que resplandecen, arden, escudriñan, juzgan y ejercen la administración de Dios. Por otro lado, los siete Espíritus son los siete ojos del Cristo que redime y edifica, los cuales infunden en nuestro ser todo lo que Cristo es. Cada vez que Él nos mira, nosotros recibimos una infusión. Éste es el Espíritu vivificante de hoy. Hoy en día el Espíritu vivificante es los siete Espíritus de Dios como las siete lámparas de fuego que arden para ejercer la administración de Dios. Mientras que Él nos consume, nos mira. Él no sólo es las lámparas de fuego que arden con relación a la administración de Dios, sino también los siete ojos del Cordero de Dios que nos miran, no para juzgarnos y revelar nuestras faltas, sino para concedernos Su preciosa infusión.
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