Economía divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-443-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Aunque la economía divina es el tema central del Nuevo Testamento, casi no ha sido mencionada entre los cristianos en siglos pasados. El asunto de la economía de Dios es desarrollado ampliamente en los escritos de Pablo. Efesios es un libro que trata del propósito eterno de Dios, el cual es tener la iglesia como el Cuerpo de Cristo. En tal libro, Pablo usa la palabra “economía” (1:10; 3:2, 9). En Efesios el apóstol Pablo quiere mostrarnos que la iglesia como Cuerpo de Cristo tiene que ver con la economía de Dios. Pablo usa la palabra economía en relación con otras palabras tales como beneplácito, voluntad y propósito (1:9, 11). Dios tiene un beneplácito que es el deseo de Su corazón. Dios también tiene una voluntad, la cual es conforme a Su beneplácito. La razón por la cual yo visito cierto lugar es que yo, en primer lugar, tengo cierto deseo. Luego tomo la decisión de ir a ese lugar. Esto es ejercer mi voluntad conforme a mi deseo, mi beneplácito. La voluntad de Dios procedió de Su deseo. En Efesios la palabra propósito es usada como sustantivo y como verbo (3:11; 1:9). El propósito procede de la voluntad. En el corazón de Dios había un deseo, y de este deseo, Dios hizo una voluntad. Conforme a Su voluntad, Dios hizo un propósito.
Puesto que Dios tiene un propósito, El necesita una economía. La palabra que en griego significa economía es oikonomía. Esta palabra griega se compone de dos vocablos: óikos, que significa casa o familia y nómos, que significa ley. Una economía es una “ley doméstica”, una administración familiar. Esta administración familiar tiene como fin la realización del propósito de Dios, el plan de Dios. La economía de Dios es la administración de Dios, la cual El planeó para llevar a cabo Su propósito eterno.
Todos nosotros debemos comprender lo que es el propósito eterno de Dios. Los eruditos en temas bíblicos han descubierto que en la administración que Dios ha planeado hay diferentes épocas. La Biblia nos revela la época anterior a la ley, la época de la ley, la época de la gracia y la época del reino. Estas son las cuatro épocas principales reveladas en las Escrituras. La época anterior a la ley comprende desde Adán hasta Moisés (Ro. 5:13-14). La época de la ley comprende desde Moisés hasta la primera venida de Cristo (Jn. 1:17). La época de la gracia comprende desde la primera venida de Cristo hasta Su segunda venida (Jn. 1:17; Tit. 2:11). La cuarta época será la época del reino, la época del milenio, los mil años del reinado de Cristo (Ap. 20:4-6). En estas cuatro diferentes épocas, Dios tiene diferentes formas de tratar con Su pueblo. En la época anterior a la ley, Dios trató con los patriarcas principalmente conforme a Su misericordia y Su gracia, teniendo El como base Su propia promesa. En la época de la ley, desde Moisés hasta la primera venida de Cristo, Dios trató con Su pueblo conforme a la ley. Desde la primera venida de Cristo hasta Su segunda venida, la época de la gracia, Dios trata con nosotros según Su gracia. Después de la segunda venida de Cristo, por mil años, Dios tratará con Su pueblo conforme al reino de Dios. Estas son las principales cuatro formas diferentes en que Dios trata con la gente en las cuatro diferentes épocas. Aunque estos maestros en temas bíblicos vieron estas cuatro épocas diferentes, ellos no nos dijeron el propósito por el cual Dios trata con la gente en estas cuatro formas principales.
Si buscamos la raíz de la palabra economía, veremos que la raíz viene de una palabra que se refiere al reparto de alimento, a la distribución de alimento en porciones. José es un buen ejemplo de esto. Su trabajo consistía en distribuir toda la provisión de alimento de Faraón a toda la gente hambrienta. Esta raíz también significa distribuir alimento al ganado para apacentarlo. Distribuir es dispensar. En la economía de Dios, El se dispensa en Su pueblo, como vida, como suministro de vida y como todo para ellos. Dios quiere dispensarse en nosotros como alimento.
La Santa Biblia nos dice que Dios es rico como alimento para nosotros. El Señor Jesús declaró que El era el pan de vida (Jn. 6:48), y Pablo dijo que a él se le había encargado que predicara las inescrutables riquezas de Cristo (Ef. 3:8). Cristo es vida, y Sus riquezas son inescrutables. Todas estas riquezas de vida han de ser dispensadas en Sus creyentes. Pablo fue comisionado para ser un dispensador de estas riquezas, es decir, un mayordomo. El debía ser un mayordomo, de la misma manera que José fue un gran mayordomo que distribuía el rico suministro de vida de la casa de Faraón. En el Antiguo Testamento José dispensaba alimento a los hambrientos, y en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo dispensaba las inescrutables riquezas de Cristo a los creyentes. Por medio de esto podemos ver que el significado apropiado de la palabra oikonomía es la administración de la casa de Dios para dispensar las divinas riquezas del Dios Triuno como vida y suministro de vida dentro de Su pueblo escogido y redimido.
En las porciones de la Escritura que hemos seleccionado de Efesios, 1 Corintios y 1 Timoteo, podemos ver que, debido a tal dispensar, la iglesia ha sido producida. La iglesia ha sido producida por el dispensar de las inescrutables riquezas de Cristo. La iglesia no es una organización religiosa, sino el Cuerpo de Cristo, el cual ha sido producido por el dispensar de las riquezas de Cristo en todos los creyentes. Cada vez que nos reunimos en el nombre del Señor Jesús (Mt. 18:20), disfrutamos el dispensar de las riquezas de Cristo en nuestro ser. Es este dispensar del Dios Triuno en nosotros lo que nos hace miembros del Cuerpo de Cristo. En la vida de la iglesia el Señor nos ha redimido de entre diferentes pueblos y razas, sin embargo, todos somos uno. Somos uno porque tenemos la misma vida. Las mismas riquezas de Cristo han sido y están siendo dispensadas en todos nosotros.
Efesios 3:9 habla de la dispensación (oikonomía), la economía del misterio “escondido desde los siglos en Dios”. El misterio de Dios es Su propósito escondido. Su propósito es dispensarse a Sí mismo en Su pueblo escogido. Por tanto, existe la economía del misterio de Dios. Este misterio estaba escondido en Dios desde los siglos (es decir, desde la eternidad) y a través de todos los siglos pasados, pero ahora ha sido revelado a los creyentes neotestamentarios. Ni Abraham, ni Moisés, y ni siquiera David tenían una comprensión del propósito escondido de Dios. Dios abrió Su corazón para mostrar a los apóstoles Su misterio escondido, especialmente al apóstol Pablo. El propósito escondido de Dios es Su economía, Su plan administrativo, de distribuirse a Sí mismo dentro de todo Su pueblo escogido. Estos escogidos son de las diferentes razas y culturas de todo el mundo. Dios redimió a Su pueblo de entre toda tribu, lengua, pueblo y nación (Ap. 5:9). Dios nos ha escogido, y Cristo ha sido dispensado en nuestro ser. Esto fue planeado por Dios, y este plan de Dios era Su economía.
Dios tenía un deseo, un beneplácito, conforme al cual El hizo una voluntad. Basado en Su voluntad, Dios hizo un propósito. Luego El hizo un plan para administrar Su propósito, y este plan es dispensarse a Sí mismo en todo Su pueblo escogido. Esto es la economía de Dios. Era un misterio porque estaba escondida. Nunca había sido dada a conocer a nadie sino hasta los tiempos de los apóstoles. En Efesios, 1 Corintios y 1 Timoteo, Pablo nos dice que Dios tiene tal economía, la cual era un misterio pero que ahora ha sido dada a conocer a todos nosotros. Ahora nosotros conocemos este misterio. Conocemos la economía de Dios, y ahora estamos disfrutando Su dispensar. El Dios Triuno esta dispensándose a Sí mismo en nosotros para ser nuestra vida y nuestro suministro de vida. Está dispensándose en nosotros como nuestra comida y como nuestra bebida para que vivamos por El. ¿No es esto maravilloso? Esto es mucho mejor que religión. Nosotros no nos congregamos simplemente para tener cierto tipo de servicio religioso de adoración. Al contrario, nos reunimos para disfrutar el dispensar del Dios Triuno maravilloso en nuestro ser. Este es el divino dispensar de Dios. Dios desea dispensarse a Sí mismo. En el ministerio del Señor sólo nos interesa el dispensar divino del Dios Triuno mismo en Su pueblo escogido.
La economía de Dios es conforme a Su sabiduría. Según Su sabiduría, Dios creó el universo, y como centro del mismo, al hombre. En la sabiduría de Dios, El se hizo hombre para vivir en la tierra por treinta y tres años y medio, para morir en la cruz y así terminar la vieja creación, y para resucitar de los muertos y así hacer germinar la nueva creación con el único propósito de dispensarse a Sí mismo, como el Dios Triuno, en nosotros. Es de esta manera que la multiforme sabiduría de Dios es dada a conocer por medio de la iglesia (Ef. 3:10).
Todos nosotros estamos bajo la sabiduría de Dios. Cuán multiforme sabiduría usó Dios para preparar todo de modo que El pudiera dispensarse en nosotros. El preparó la encarnación, la crucifixión, la resurrección y una redención todo-inclusiva para llevar a cabo Su economía que consiste en dispensarse a Sí mismo en usted y en mí. Esto es el evangelio en su plenitud. El evangelio no es meramente salvar a los pecadores de modo que no vayan al infierno, sino al cielo. El evangelio incluye el hecho de que el Dios Triuno ha pasado por la creación como Creador, por la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión, y el hecho de que como el Espíritu vivificante El se dispensa a Sí mismo en nuestro ser, con todo lo que El es y todo lo que El ha logrado y obtenido. Meramente salvar a los pecadores de modo que no vayan al infierno, sino al cielo es un evangelio muy pequeño. El evangelio de Dios es dispensar al Dios Triuno en usted y en mí. ¡Este es el gran evangelio! Todos debemos alabar y dar gracias al Señor por el dispensar divino de la Trinidad divina en los pecadores para hacerlos hijos de Dios.
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