Información del libro

Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7643-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 14 Sección 5 de 5

ORAR EN EL ESPÍRITU
PARA PELEAR LA GUERRA ESPIRITUAL

Los versículos 10 y 11 de Efesios 6 dicen: “Por lo demás, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las estratagemas del diablo”. Luego el versículo 18 dice: “Con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda perseverancia y petición por todos los santos”. El último aspecto visto en Efesios es la guerra espiritual, y la clave, el secreto, de esta guerra es el espíritu. Debemos saber cómo orar en el espíritu. Si hay algún problema entre los santos, no deberíamos tratar con ello directamente. Al contrario, tenemos que aprender a orar en el espíritu para pelear la batalla. Es por medio de toda oración y petición en el espíritu, no al hablar y razonar, que todos los problemas son solucionados.

Ser fortalecidos en el espíritu
y evitar la tentación de escuchar problemas

Debemos orar en el espíritu. Cuando confrontamos una situación difícil, deberíamos mantenernos enteramente alejados de los problemas allí. Incluso si las personas se acercan a nosotros para decirnos los problemas debemos cerrar nuestros oídos y no escuchar. Ésta es la mejor manera de proceder. No obstante, vuelvo a decir que existe la tentación natural de excavar todos los problemas. Cuando vamos a cierta localidad, es posible que nos guste saberlo todo. Esto es una verdadera tentación, y no sirve de ayuda para nosotros o la iglesia allí. Cuanto más lleguemos a ser “sordos, ciegos y mudos” en una situación, mejor. Nuestro espíritu debe ser fuerte. Si lo es, no habrá necesidad de que alguien nos diga los problemas. Quizás no sepamos los detalles, pero en nuestro espíritu conoceremos la situación en principio.

Hablar y razonar nunca funcionan
para solucionar los problemas
en la vida de iglesia

Nunca podemos solucionar problemas al hablar de ellos. En toda mi vida, nunca he visto un solo problema que haya sido resuelto hablando de ello. Esto solamente desperdicia nuestro tiempo y nos involucra de manera equivocada. La única forma de pelear la batalla es orar en el espíritu. Es por esto que siempre que voy a otros lugares, me cierro a oír las cosas negativas. No me gusta oír y saber estas cosas. No podemos ayudar a las personas al oír esta clase de hablar. Hermanas, si ustedes saben que ciertas hermanas tienen un problema, no acudan a ellas para hablar. Si ustedes van a hablar con ellas, se involucrarán en ello. Permitan que hablen entre ellas mismas. Cuando sus habladurías quemen todo su combustible natural, el fuego se apagará por sí solo. No se añadan como más combustible al fuego. Es insensato lanzarse a su fuego como material para ser quemado. Muchos que hacen esto aún no están satisfechos. Ellos llaman a otros santos para lanzarse al fuego con ellos de forma insensata. Entonces, en vez de haber tres pedazos de “leña”, hay seis o siete. Luego cuando los primeros tres se han apagado, el fuego sigue ardiendo con el material nuevo, y ustedes mismos llegan a ser el material que se quema. Esto es un verdadero problema en la iglesia.

Manténganse alejados de esta quema. Permitan que la “leña” se queme a sí misma. Esta clase de hablar no puede durar mucho tiempo. Después de varios años aquellos que están involucrados verán la necesidad de parar. He aprendido este secreto en el pasado, así que se lo paso a ustedes. No sean engañados. Nunca podremos solucionar los problemas al hablar de ellos. No desperdicien el tiempo, y no se ocasionen daño a ustedes mismos al llegar a ser material para el fuego. Antes bien, debemos orar en el espíritu.

INSTRUCCIONES RESPECTO A
LA VIDA DE IGLESIA QUE SE PRACTICA
EN EL ESPÍRITU

Debemos guardar la unidad del Espíritu, ser renovados en el espíritu de nuestra mente, y no contristar al Espíritu, sino más bien hablar las cosas que son buenas para la edificación de la iglesia. Además, tenemos que ser llenos en el espíritu para estar sujetos unos a otros y orar en el espíritu para pelear la batalla. Si estos cinco puntos fueran eliminados de los últimos tres capítulos de Efesios, estos capítulos carecerían de sentido. Estos cinco puntos relacionados con el espíritu son vitales para este pasaje de la Palabra, el cual habla acerca de la práctica de la vida de iglesia. Esto comprueba que la vida de iglesia es completamente algo que se lleva a cabo en el espíritu. Si verdaderamente practicamos la vida de iglesia, todos debemos aprender la lección de volvernos al espíritu, así a solas como con otros. Es sólo en el espíritu que la vida de iglesia puede llevarse a cabo y todos los problemas pueden solucionarse. No hay otra manera.

Necesitamos aprender a estar en el espíritu, ejercitar el espíritu y hablar en el espíritu. También debemos aprender a olvidarnos de nuestra mentalidad natural, nuestros razonamientos y nuestro hablar. La mente caída y la boca obran en conjunto demasiado. Tenemos que aprender a darles a estas dos un divorcio. Entonces sabremos cómo ejercitar el espíritu, y la boca que dice chismes llegará a ser una boca que alaba y da gracias. Nuestra boca estará llena de salmos, himnos, cánticos espirituales y acciones de gracias. Podemos testificar a partir de nuestra experiencia que cuanto más hablemos a manera de chisme, más difícil es predicar. Luego de dos horas de hablar es posible que no podamos orar por varios días. No obstante, cuanto más detenemos nuestro hablar y nos olvidamos de nuestros razonamientos y nuestra mentalidad caída, más estamos llenos de alabanzas. A veces podríamos incluso alabar con lágrimas y decir: “Señor, te alabo. ¡Aleluya!”. Entonces también oraremos, no principalmente por nosotros mismos sino por otros y por la iglesia. Estaremos en el espíritu genuinamente. Todos debemos ver que la vida de iglesia no es una vida de enseñanza o razonamiento, sino una vida en el espíritu. No podemos superar nuestros malentendidos al razonar. Si aprendemos a volvernos de nuestra mente al espíritu, todo mejorará, no por medio de la mente, sino en el espíritu. Todos debemos aprender esto.

Quisiera pedirle a usted que pase algún tiempo con el Señor para revisar todos los asuntos relacionados con la práctica de la vida de iglesia según se presenta en los últimos tres capítulos y medio de Efesios. También, debería orar mucho mientras lee estos capítulos de Efesios y los mensajes que hemos hablado aquí. Esto llegará a ser una gran ayuda para nosotros y otros recibirán ayuda por medio nuestro. Entonces todos lograremos comprender la manera adecuada de tener la vida de iglesia. Estos mensajes han sido dados en forma de instrucciones para que podamos ver la manera apropiada de experimentar la vida de iglesia. Necesitamos ser fortalecidos en el hombre interior. Esto es el fundamento básico para la vida de iglesia. Entonces el espíritu se extenderá a nuestra mente para renovarnos, y aprenderemos a hablar con otros bajo el control del espíritu, no contristando al Espíritu, sino edificando la iglesia.

De ahora en adelante, cada vez que hablemos algo que ocasione daño a la edificación de la iglesia, es menester que sintamos que estamos contristando al Espíritu Santo y, por ende, no deberíamos tener paz. Ahora más que nunca debemos tomar cuidado de lo que hablamos. Nunca podemos hablar algo que pueda ocasionar daño, incluso si parece ser bueno en cierto modo. No importa si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto. Lo que importa es si ello edifica o derriba. Nuestro hablar necesita tener como finalidad la edificación. Si hablamos de esta manera, el Espíritu Santo en nosotros estará alegre; de no ser así, estará contristado. Además, tenemos que aprender a ser llenos en el espíritu y tener alabanzas, acciones de gracias y sujeción los unos a los otros a través del Espíritu que nos llena. Finalmente, debemos aprender a orar en el espíritu.

Todo lo anteriormente mencionado son pasajes claves en la última parte del libro de Efesios, lo cual nos muestra la manera apropiada de experimentar la vida de iglesia. Si descuidamos estos pocos puntos, no tendremos la manera de edificar la iglesia, no importa cuánto conocimiento tengamos. Además, tenemos que recordar que ninguno de los dos libros importantes que tratan acerca de la Cabeza y el Cuerpo —Colosenses y Efesios— enfatizan las meras doctrinas, formas o dones. Antes bien, enfatizan el fortalecimiento de nuestro hombre interior, la renovación de la mente por el espíritu, andar y hablar en este espíritu, y ser llenos en espíritu. Esto es algo de la vida interior. Es de esta manera que llevamos la vida de iglesia.


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