Vida cristiana normal de la iglesia, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-495-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Permítaseme mencionar un incidente personal. Hace algún tiempo conocí a cierto misionero en Shangai quien me preguntó si no sería posible que yo cooperara con su misión. No sabiendo exactamente qué contestar, no me comprometí. Posteriormente me lo volví a encontrar en otra parte del país, y nuevamente repitió su pregunta y deseaba saber si yo tenía algo en contra de su Misión. Yo le contesté: “No me atrevo a criticar su Misión, aún cuando no creo que encaje en el pensamiento pleno de Dios. Creo que la voluntad de Dios era establecerla para que los siervos de Dios en tierras occidentales pudieran venir a China a predicar el evangelio. No tengo nada que decir acerca de la Misión como grupo, porque las Escrituras hablan de compañías de obreros; y si usted cree que debe estar organizada, que debe tener funcionarios, y que debe llevar un nombre específico, debe responder a Dios y no a los hombres por eso. ¿Quién soy yo para criticar a los siervos del Señor? Pero aunque no critico, no puedo tampoco copiar, porque Dios no ha revelado eso como Su voluntad y camino para mí. Tocante a la Misión como misión, no tengo nada que decir, pero tengo serias dudas con respecto a las iglesias formadas por la Misión. Para explicarlo, permítame decirle que usted representa a la Misión ‘X’. Ahora, ¿los salvados por intermedio suyo forman la Iglesia ‘X’ o forman la iglesia de la localidad específica en que viven? Puede ser perfectamente correcto que misioneros pertenezcan a la Misión ‘X’, pero está totalmente equivocado que ellos hagan que los frutos de la Misión lleguen a ser la Iglesia ‘X’. La Palabra de Dios no ha prohibido expresamente la formación de una Misión ‘X’, pero claramente desautoriza la fundación de iglesias que no sean locales”.
Entonces mencioné los ejemplos apostólicos, señalando que ellos siempre procuraban fundar o edificar iglesias en la localidad donde laboraban con el fruto de dichas labores. Ellos nunca usaron esos frutos para formar sucursales de los grupos en que trabajaban; de otra manera la iglesia de Dios hubiera sido desgarrada por numerosas facciones desde su mismo comienzo.
Entonces tomé como ejemplo la obra en T—. “Allí en T—”, dije, “Dios le ha usado para ganar muchas almas. Si la gente salvada por intermedio suyo son la iglesia en T—, entonces si vengo a T— ciertamente me juntaré con ellos, sin importarme su estado espiritual, ni su forma de organización; de otro modo, yo sería culpable de sectarismo. Pero si usted edifica una Iglesia ‘X’ en T— con los salvados allí, entonces no está edificando la iglesia de Dios en T—, y a tal ‘iglesia’ siento mucho decir que no puedo unirme. Me veré obligado a obrar separadamente en T— a menos que haya una iglesia allí, afirmada en el terreno bíblico de localidad.
“Si todos tenemos como meta establecer iglesias locales entonces hay toda posibilidad de cooperación. Es permisible establecer una Misión ‘X’, pero no es bíblico establecer una Iglesia ‘X’. Supongamos que su Misión ‘X’, al llegar a T—, establece una Iglesia ‘X’; después otras misiones diferentes llegan a T—, cada una estableciendo una ‘iglesia’ de misión separada. Eso sería igual a que Pablo estableciera una iglesia antioquina en Corinto y a que Pedro al llegar poco tiempo después estableciera una iglesia jerusalénica allí. Sobre tal base, la cooperación es imposible, porque estaríamos desatendiendo el patrón que Dios nos ha mostrado claramente en Su Palabra, el establecimiento de iglesias locales.”
“Si llegamos a un lugar a fundar una iglesia, ésta entonces tendrá que ser local, intensamente local, sin ninguna cosa extraña que le quite en lo más mínimo su carácter local. Si usted llega a T—, con la única mira de establecer la iglesia en T—, y yo llego a T—, con la única mira de establecer la iglesia en T—, entonces la cooperación no será problema. Aun si ciento un misioneros, representando a ciento una Misiones, llegan a T— con ésta como su única meta, el establecimiento de la iglesia en T—, entonces no habrá posibilidad de sectarismo, y la cooperación será un asunto espontáneo. Si el objetivo de la Misión ‘X’ es sólo predicar el evangelio, entonces tenemos la posibilidad de trabajar juntos, pero si hay una meta doble con, a saber, la predicación del evangelio y la extensión de la Misión, entonces la cooperación no es posible. Si un obrero procura por una parte predicar el evangelio, y por otra parte extender su propia sociedad, es imposible que trabajemos juntos”. Que una persona se haya propuesto establecer iglesias locales o no, determina si podremos cooperar con él. No importa a cuál misión pertenezca un hombre, si él llega a un sitio, no procurando establecer su propia “iglesia”, sino una iglesia en la localidad, entonces estamos perfectamente dispuestos a trabajar con él. Aunque no somos una Misión, estamos totalmente dispuestos a cooperar con cualquier Misión si ellos no tienen ningún objetivo particular, sino solamente el fin que Dios ha mostrado como Su voluntad acerca de Su obra.
Que Dios nos conceda gracia para ver que todas Sus iglesias son iglesias locales.
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