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Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6927-5
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CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS

EL PERFECCIONAMIENTO DE LOS SANTOS

(1)

Lectura bíblica: Ef. 3:8; 4:7, 11-12, 16; Jn. 20:19, 21; Hch. 6:4, 7

Cada vez que los hijos de Dios se reúnen, ése es un tiempo en el que Dios puede hablar. En el Antiguo Testamento Dios hablaba desde el interior de la Tienda de Reunión. Si los hijos de Dios no se reunieran, Él no hablaría. Su oráculo viene a Su pueblo cuando éste se congrega. Esto no sólo lo vemos en la época de Moisés y Aarón, sino también cuando los hijos de Dios se congregaron en la época de Esdras y Nehemías. Cuando nosotros nos congregamos para buscarlo a Él, somos una audiencia que ha de recibir Su hablar. Y Dios mismo está en Su hablar. El Dios invisible y misterioso se hace manifiesto en Su palabra. Mientras hablo, Dios tiene otra oportunidad para visitarnos en Su hablar.

En los años desde que comenzó el recobro, han pasado muchas cosas maravillosas y también muchas cosas terribles. Pero, no importa qué tormentas hayan venido, el recobro del Señor aún continúa entre nosotros. Una vez que el Señor ha edificado la iglesia, ella es inconmovible y prevaleciente. Sin embargo, creo que a partir de hoy el Señor nos dará un nuevo inicio. No me refiero a un nuevo movimiento; de hecho, sigue siendo el antiguo mover del Señor, el mover de antaño, pero con un nuevo inicio.

TODOS LOS CREYENTES SON HECHOS APTOS

Este nuevo inicio provino de uno de los mensajes dados durante el entrenamiento de Efesios. Mientras yo compartía ese día sobre Efesios 4:11, la luz vino: “Él mismo dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como pastores y maestros”. Yo vi que todos los verdaderos creyentes pueden y deben ser como los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros.

Quizás algunos que son humildes se pregunten cómo podrían ser semejantes a los apóstoles, y sientan que esto no es posible. Al oír esto, los maestros de la Biblia podrían pensar que esta afirmación ha ido demasiado lejos, pero en realidad no es así.

La luz que vino a mí se basa en Efesios 3:8, donde Pablo dice que él era “menos que el más pequeño de todos los santos”. Nosotros pensamos que el apóstol Pablo era un gigante y que, por tanto, estaba calificado para ser apóstol. Sin embargo, en este versículo Pablo dice que él era menos que el más pequeño de todos los santos. Si nos sentimos como el más pequeño de todos los santos, Pablo dice que él era menos que nosotros. Si nosotros creemos lo que Pablo nos dice en el capítulo 1, de que Dios el Padre nos escogió antes de la fundación del mundo (v. 4), debemos también creer lo que él dice en 3:8, de que él era menos que el más pequeño de todos los santos y, por ende, menos que nosotros.

Si Pablo, quien era menos que el más pequeño de todos los santos, pudo ser apóstol, ¡usted con mayor razón puede serlo! “A cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (4:7). ¿Está incluido usted en este versículo? Ciertamente cada uno de nosotros está incluido. Noten también que el verbo está en pasado, pues dice que fue dada. La gracia fue dada a cada uno de nosotros conforme a la medida del don de Cristo.

“Él mismo dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como pastores y maestros” (v. 11). ¿Está usted incluido en este versículo? ¡No, no lo está! Pero no piense que no tiene esperanza, pues usted se encuentra en el versículo 12: “A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo”. Usted es uno de los santos que están destinados a ser perfeccionados. Cada creyente es un santo.

¿Son los que se mencionan en el versículo 11 —los apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros— mayores que los santos mencionados en el versículo 12? ¡Podemos responder al mismo tiempo sí y no! Sí: los santos deben de ser mayores que los apóstoles y las otras personas dotadas porque Pablo, quien era apóstol, dijo que él era menos que el más pequeño de todos los santos. Incluso el más pequeño de los santos es mayor que él. Por otro lado, los apóstoles y las otras personas dotadas son mayores, porque ellos perfeccionan a los santos. El mayor es quien perfecciona al menor. Si leemos los versículos 11 y 12, podríamos pensar que las personas dotadas son mayores; pero cuando leemos el versículo 8, parece que los santos son mayores que el apóstol Pablo, una persona dotada. Basándonos en estas aparentes contradicciones, podemos concluir que todos nosotros, seamos santos o personas dotadas, venimos a ser más o menos lo mismo. Todos somos miembros del Cuerpo. Pablo era un miembro del Cuerpo, y nosotros también lo somos.

Noten, pues, que ustedes están en el versículo 7, pero no en el versículo 11; también están en el versículo 12. Luego, el versículo 16 dice: “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. Ciertamente usted está en este versículo, pues la frase “todo el Cuerpo” lo incluye a usted. Tal vez usted no sea una de las coyunturas de suministro, pero al menos es uno de los muchos miembros.


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