Economía de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-536-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Después de tratar con la conciencia, la facultad de la comunión en nuestro espíritu debe ser tratada, como se ve en 1 Juan 1:1-7. La comunión entre nosotros y Dios es mantenida por medio de una buena conciencia. Cuando la conciencia es ofendida, llega a ser una barrera y daña nuestra comunión con el Señor; por lo tanto, según 1 Juan 1:9, debemos confesar nuestras faltas, nuestros fracasos y nuestros pecados para que la sangre de nuestro Señor Jesús limpie nuestra conciencia. Entonces no habrá condenación en nuestra conciencia que obstaculice nuestra comunión con el Señor. Hablando con propiedad, nuestra comunión depende de cuánto tratamos con nuestra conciencia; es mantenida por medio de una conciencia pura. Por lo tanto, estos dos tratos en realidad son uno, puesto que tratar con nuestra conciencia es tratar con la comunión. La comunión se mantendrá si no hay nada incorrecto en nuestra conciencia. Si se rompe nuestra comunión con el Señor, significa que nuestra conciencia está incorrecta. Cuando nuestra conciencia no es pura ni transparente, la comunión se pierde, y solamente puede ser restablecida cuando nuestra conciencia es recobrada.
Ahora venimos al asunto de la intuición. Así como la comunión sigue a la conciencia, asimismo la intuición sigue a la comunión. Si hay algo incorrecto en la conciencia, se rompe la comunión, y cuando se corta la comunión, la intuición no funciona. Por lo tanto, tratar con la conciencia es básico. Una conciencia transparente nos introducirá en la presencia del Señor, produciendo una comunión viviente con El. Por medio de esta comunión viviente, es muy fácil que nuestro espíritu perciba directamente la voluntad de Dios: ésta es la función de la intuición. Esta función depende completamente de una comunión perfecta. Cuando nuestra comunión es perfecta, la intuición funciona apropiadamente. Cuando se rompe nuestra comunión con el Señor, automáticamente la intuición deja de funcionar, y solamente puede ser recobrada mediante una comunión restaurada.
Primera Juan 2:27 es una palabra muy importante, la cual la mayoría de nosotros descuidamos. Este versículo dice que la unción permanece en nosotros. La unción es el obrar del Espíritu Santo dentro de nuestro espíritu, dándonos un sentir directo de Dios. Ese sentir directo es la intuición. Primera Juan, capítulo uno, indica que la comunión se guarda o se mantiene por medio de la sangre. El capítulo dos indica que la intuición obra por medio de la unción interior del Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo nos unge, por medio de moverse en nuestro espíritu, recibimos un sentir directo de la intuición.
Por medio de la intuición dentro de nuestro espíritu, tenemos un conocimiento interior, no un entendimiento mental. El conocimiento interior está en nuestro espíritu, mientras que el entendimiento está en nuestra mente; y el conocimiento interior en nuestro espíritu siempre precede al entendimiento en nuestra mente. En otras palabras, cuando el Espíritu Santo unge nuestro espíritu, recibimos un sentir directo en nuestra intuición. Por medio de la intuición, la cual está dentro de nuestro espíritu, tenemos un conocimiento interior, percibiendo algo que procede de Dios. Sin embargo, todavía necesitamos la mente para entender lo que sentimos en el espíritu. A veces solamente podemos saber algo en el espíritu, pero no podemos entenderlo con la mente. Parece que es un lenguaje celestial, y que el mundo no sabe de qué estamos hablando. El entendimiento en la mente funciona sólo para interpretar lo que nuestro espíritu siente como conocimiento interior. Nuestra mente iluminada y renovada interpretará lo que sintamos en la intuición de nuestro espíritu.
Digámoslo de esta manera: A veces en la mañana mientras estamos leyendo la Palabra y orando, espontáneamente sentimos una carga en lo profundo de nuestro espíritu, una carga tan pesada y tan profunda que no podemos entender lo que es. Tenemos que acudir al Señor para poder tener entendimiento acerca de esta carga. Poco a poco durante el día, empezamos a entender con nuestra mente lo que está en el espíritu. En la mañana sentimos la carga o el conocimiento interior por medio de la intuición que está en nuestro espíritu, pero durante el día gradualmente recibimos la interpretación de ello en nuestra mente.
Como resumen, 1 Juan 1 revela que debe mantenerse la comunión, y 1 Juan 2, especialmente el versículo 27, muestra que la intuición debe ser estimulada o ungida por el Espíritu Santo. Pero tanto la comunión como la intuición dependen completamente del hecho de que hayamos tratado con la conciencia. Por medio de tratar este asunto de esta manera, podemos obtener una conciencia pura y transparente, la cual nos permitirá una perfecta comunión con el Señor. Esto resultará en la función de la intuición, debido a que el Espíritu Santo tendrá manera de moverse y de ungir nuestro espíritu. De nuevo decimos, todas estas cosas deben ser puestas en práctica diariamente. Día tras día debemos tratar con nuestro corazón, nuestra conciencia, nuestra comunión y nuestra intuición.
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