Economía de Dios y el misterio de la transmisión de la Trinidad Divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7101-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Si bien no es fácil encontrar ninguna alusión al Padre, al Hijo y al Espíritu en Mateo 2, la revelación en cuanto a la Trinidad Divina en Mateo 3 es muy clara. Mateo 3:16-17 dice: “Jesús, después que fue bautizado, en seguida subió del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre Él. Y he aquí, hubo una voz de los cielos, que decía: Éste es Mi Hijo, el Amado, en quien tengo complacencia”. Este pasaje revela al Dios Triuno y es un cuadro de la Trinidad Divina: el Hijo que subió del agua, el Espíritu que descendió sobre el Hijo, y el Padre que habló acerca del Hijo desde el cielo. Esto demuestra que el Padre, el Hijo y el Espíritu existen simultáneamente. Esto tiene por finalidad que se lleve a cabo la economía de Dios.
Algunos en el catolicismo y el protestantismo concluyen que en el cuadro del bautismo del Señor en Mateo 3 vemos de una manera clara que hay tres Dioses en tres diferentes lugares: el Hijo de pie en el agua, el Espíritu en el aire que desciende sobre el Hijo y el Padre que habla desde el cielo. Sin embargo, espero que todos podamos ver que aunque Mateo 3 claramente dice que el Padre, el Hijo y el Espíritu están en tres lugares diferentes, Juan 10 dice que el Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre (v. 38). Este versículo revela que Ellos están el uno en el otro en mutualidad. Aquí no se trata de lugar, sino de existencia. Ésta es la manera de estudiar la Biblia. Debemos interpretar la Biblia con la Biblia misma y no únicamente según nuestra lógica humana.
Alguien podría preguntar: “¿Entonces la Biblia se contradice? ¿Por qué Mateo 3 dice que hay uno en el cielo, otro en el aire y otro en el agua, pero Juan dice que los tres están uno dentro del otro?”. En el universo todas las cosas tienen dos aspectos. Por ejemplo, aunque en la parte frontal de mi cabeza tengo siete “orificios” y en la parte posterior no tengo ninguno, esto no implica que haya contradicción. Nada existe que no tenga dos aspectos; incluso una hoja de papel tiene dos caras. No trate de conciliar estos dos lados; simplemente averigüe los hechos y acéptelos como tales. Sólo los ciegos que son guías de ciegos discuten de forma irracional, aferrándose a un solo aspecto de un asunto e ignorando el otro.
¿Cuál es entonces el hecho presentado aquí? El hecho es “el Dios Triuno”. Este término es suficientemente claro en expresión. El Dios Triuno no se compone de tres Dioses; el Dios Triuno es uno solo, pero tiene el aspecto de ser tres. “El Dios Triuno” no se refiere a Sus personas; más bien, se refiere a la sustancia de Su ser. No es una explicación de Sus personas, sino una explicación de la sustancia de lo que Él mismo es. Dios es uno solo, pero en sustancia es tres; por consiguiente, es triuno. Por esta razón, la Biblia únicamente revela que el Padre, el Hijo y el Espíritu moran en coinherencia; además de esto, revela que el Hijo es el Padre (Is. 9:6), que el Hijo llegó a ser el Espíritu (1 Co. 15:45), y que el Hijo es el Espíritu (2 Co. 3:17). Éste es el hecho divino, la verdad divina.
Al final del Evangelio de Mateo, el capítulo 28, el Dios Triuno ya ha logrado pasar por la encarnación, ha vivido una vida humana, ha acabado Su obra en la tierra, ha muerto en la cruz y ha resucitado de los muertos, logrando así la redención. Es después de todo esto que Él regresó en resurrección, es decir, regresó después de haber pasado por diferentes procesos exitosamente. La resurrección es la declaración de que Él pasó exitosamente por el proceso. Fue en tal declaración de éxito que Él regresó a Sus discípulos. El Evangelio de Juan nos dice que Él se puso en medio de los discípulos y, soplando en ellos, les dijo: “Recibid al Espíritu Santo” (20:22). Después que se infundió en los discípulos de esta manera, permaneció con ellos por cuarenta días. Al final de estos cuarenta días, Él les habló diciendo: “¡Id!”. Pero ¿cómo irían ellos? Ellos irían con Él porque ya se había infundido en ellos por medio de Su soplo. Originalmente Él era el Dios de la creación, pero ahora vemos que Él se había encarnado, había experimentado el vivir humano, la muerte y la resurrección, había efectuado la redención, había llegado a ser el Espíritu y se había infundido en ellos. Como resultado, ellos ahora irían con Él. Pero ¿qué harían? Irían a bautizar a las naciones, no en agua, sino en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es decir, en el Dios Triuno procesado. Aquí el Padre, el Hijo y el Espíritu son el Dios Triuno procesado.
Antes de la resurrección de Cristo, “el Padre, el Hijo y el Espíritu” nunca antes se habían mencionado como un solo nombre. Sin embargo, después de la resurrección de Cristo, como Dios Triuno procesado, Él les dijo a los discípulos que fueran y bautizaran a todas las naciones en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En la eternidad pasada Dios determinó llevar a cabo la creación, encarnarse, experimentar el vivir humano, ser crucificado y resucitar. En esto consiste Su economía. Luego, después de diseñar Su economía, se puso a trabajar. Primeramente Él entró en el tiempo como Creador, y creó los cielos y la tierra. Después entró en Su criatura, es decir, se encarnó y nació como hombre, vivió entre los hombres por treinta años y en los últimos tres años y medio realizó la gran obra de redención entre los hombres. Después de esto, resucitó para declarar la victoria, es decir, para declarar que Su obra había sido consumada. Éste es el logro inicial de la economía eterna de Dios.
Luego, Él se reprodujo de forma masiva. Primero envió a Sus discípulos a que predicaran el evangelio a las personas, a fin de que éstas vieran que eran pecaminosas y que estaban lejos de Dios y necesitaban arrepentirse, volverse a Dios y recibirle. Luego, cuando alguien creía, los discípulos lo bautizaban introduciéndolo en el Dios Triuno. Entonces de inmediato él llegaba a ser parte de la reproducción del Dios Triuno procesado, es decir, una parte de la multiplicación, aumento, duplicación y excedente del Dios Triuno. Ésta es la revelación en cuanto al misterio de la Trinidad Divina presentada en Mateo 28.
Por un lado, el Evangelio de Mateo nos habla acerca del evangelio del reino, de Cristo como Rey y de la realidad, apariencia y manifestación del reino de los cielos, y nos dice que si vivimos en esta realidad hoy, ella será nuestra recompensa en el futuro. Por otro lado, Mateo nos dice que el Dios Triuno pasó por un proceso. Revela que Él entró en el vientre de una virgen y que nació como hombre para ser Jehová nuestro Salvador, Dios con nosotros. Luego nos dice que Él pasó por la muerte y la resurrección y finalmente envió a Sus discípulos, diciéndoles que fueran llevándolo a Él consigo, para transmitirlo e impartirlo a todas las naciones. Todo el que creyera y recibiera a esta persona que transmite e imparte sería bautizada en el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De este modo, ellos llegarían a ser la reproducción, la duplicación, la multiplicación y el aumento del Dios Triuno. Éste es el misterio de la Trinidad Divina según se revela en el Evangelio de Mateo.
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