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Estudio-vida de Deuteronomiopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6649-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 30 Sección 2 de 3

I. PARA ENTRENAR A LA NUEVA GENERACIÓN
DESPUÉS DE QUE LA VIEJA GENERACIÓN
FUE DEPURADA DURANTE LOS TREINTA Y OCHO AÑOS
EN QUE VAGARON POR EL DESIERTO

Proclamar la ley nuevamente consiste en reiterar la ley. El propósito de proclamar nuevamente la ley, de reiterarla, era entrenar a la nueva generación después de que la vieja generación fue depurada durante los treinta y ocho años en que vagaron por el desierto. Dios usó este periodo en que vagaron para producir una nueva generación, la cual necesitaba el entrenamiento de la ley. Ellos necesitaban ser entrenados con la ley y por medio de ella.

II. LOS DIEZ MANDAMIENTOS
SON PROCLAMADOS NUEVAMENTE

En 5:1-31 vemos que los Diez Mandamientos son proclamados nuevamente.

A. Los Diez Mandamientos constituyen
el pacto que Dios hizo con Israel en Horeb

Los versículos 2 y 3 dicen: “Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros, todos los que estamos aquí hoy vivos”. Esto indica que los Diez Mandamientos constituyen el pacto que Dios hizo con Israel en Horeb, sobre todo con la actual nueva generación de Israel. Esto se conforma al principio bíblico según el cual los hijos siempre están incluidos en el padre. A esto se debe que el pacto hecho en Horeb incluyera incluso a aquellos israelitas que aún no habían nacido en aquel tiempo. A los ojos de Dios, el pacto hecho en Horeb en realidad fue hecho con la actual nueva generación de Israel.

B. Los Diez Mandamientos
son la base de toda la ley

Los Diez Mandamientos son la base de toda la ley (vs. 6-21). En el libro de Deuteronomio, a los Diez Mandamientos también se les llama las “diez palabras” (4:13; 10:4).

1. El primer mandamiento

El primer mandamiento es el de no tener otros dioses además de Jehová. “Yo soy Jehová tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud. No tendrás otros dioses delante de Mí” (5:6-7). La palabra hebrea traducida “delante” también puede traducirse “además”.

2. El segundo mandamiento

El segundo mandamiento es el mandamiento de no hacer ningún ídolo, ni postrarse ante ellos ni servirlos. “No te harás ídolo, ni forma alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni los servirás” (vs. 8-9a). Los tres asuntos de no hacer ídolos, de no postrarse ante ellos y de no servirlos, todo ello forma parte del segundo mandamiento.

3. El tercer mandamiento

El tercer mandamiento es el de no tomar el nombre de Jehová en vano. “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano, porque no dará por inocente Jehová al que tome Su nombre en vano” (v. 11).

4. El cuarto mandamiento

El cuarto mandamiento tiene que ver con guardar el día de Sábado (vs. 12-15). “Guarda el día de Sábado para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado” (v. 12).

5. El quinto mandamiento

En el versículo 16 encontramos el quinto mandamiento. “Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da”. Que nuestros días sean prolongados denota longevidad, y que nos vaya bien denota bendición. Si honramos a nuestros padres, tendremos longevidad y seremos bendecidos. Es por ello que Pablo nos dice que el mandamiento de honrar a nuestros padres es el primer mandamiento con promesa (Ef. 6:2).

Los Diez Mandamientos, los cuales fueron escritos en dos tablas de piedra, se dividen en dos grupos de cinco mandamientos cada uno. El primer grupo incluye los tres mandamientos relacionados con Dios, el mandamiento relacionado con el día santo de Dios y el mandamiento de honrar a nuestros padres. Es muy significativo que el mandamiento de honrar a nuestros padres figure entre los mandamientos que guardan relación con Dios. Esto indica que debemos honrar a nuestros padres así como honramos a Dios. Dios es nuestro origen, y nuestros padres fueron el medio que Dios usó para engendrarnos. Por consiguiente, al honrar a nuestros padres, honramos a Dios como nuestro único origen.


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