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Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4948-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 9 Sección 2 de 5

DESVIARNOS DE LA META

Ahora hablaré acerca de nosotros. Por lo que he visto al salir a observar la situación y por lo que he escuchado en comunión con otros, me pregunto si tal vez lo mejor que tenemos es simplemente algo semejante a la Asamblea de los Hermanos. Probablemente si comparáramos a algunas de las iglesias locales con una asamblea apropiada de los Hermanos, las iglesias serían inferiores. Somos muy descuidados. Nosotros actuamos con mucha ligereza bajo el manto de la libertad y decimos: “El hermano Lee nos dijo que estamos en contra de la religión. No debemos permitir que la religión nos ate”. Es maravilloso no ser religiosos; pero en el sentido positivo, ¿qué queremos ser? Hermanos, creo que ustedes me entienden cuando digo que en el mejor de los casos somos como las Asambleas de los Hermanos. Sobra decir que algunas iglesias incluso son inferiores. Esto me preocupa profundamente. Esto pone una pesada carga sobre mí.

El Señor me preguntó y yo mismo también me hice esta pregunta: ¿qué estás haciendo aquí? ¿Simplemente estás aquí para asegurarte de que algunas iglesias sean establecidas? ¿Qué clase de iglesias? Sin tener en cuenta el común de los que asisten a las reuniones de la iglesia, ¿al menos los hermanos que asumen el liderazgo tienen una clara visión para dirigirlos y protegerlos, de modo que sean guardados de distracciones?

La semana pasada estuve orando por un buen tiempo acerca de todos los puntos de los mensajes que he dado en los pasados veinte años. Oré acerca de ellos a fin de cerciorarme. Cuanto más oraba, más confirmación obtuve. Puedo decirles que tengo la completa certeza de que aquello que les he compartido es lo que está en el corazón del Señor. Pese a cuán fuerte sea la oposición que he recibido, creo que el Señor me ha dicho que esto es lo que Él desea y que yo debo decirles a los santos y a los hermanos que si no tienen esto, no están en el recobro.

El centro de Dios en Su economía ha sido revelado y ha estado allí escrito en las Escrituras por casi dos mil años. En todos estos siglos se han publicado muchos libros que dan a conocer este misterio. Sin embargo, son muy pocos, incluso entre los que aman al Señor y le buscan, los que realmente han visto esto y han llevado una vida en función de esto. Es difícil encontrar cristianos cuyas vidas giren en torno a este enfoque.

ASIRNOS DEL MISTERIO DE LA FE

Las iglesias han estado en los Estados Unidos ya por bastante tiempo. La mayoría de ellas no son iglesias que han sido establecidas recientemente. De entre ustedes que están aquí conmigo ahora, yo diría que más de noventa por ciento ha estado en el recobro del Señor por más de diez años. En lo que se refiere a la vida de iglesia práctica y concreta, siento una gran carga porque no hay claros indicios de que las iglesias sean un testimonio de la economía de Dios. No estoy diciendo que en cada reunión debamos hablar únicamente sobre el carril central o el enfoque, o sea, de la economía de Dios. Más bien, me refiero al hecho de tener una vida de iglesia que sea un testimonio de lo que Pablo llama el misterio de la fe.

Hermanos, después de ver nuestra situación actual, quisiera preguntarles con toda humildad. ¿Qué fue lo que vi en 1982? ¿No se dan cuenta ustedes de que éstas son señales que muestran que de alguna manera nos hemos desviado del enfoque? Vi que teníamos la predicación del evangelio, los estudios expositivos de la Biblia (si bien estábamos usando los mensajes del Estudio-vida), y estábamos reuniéndonos conforme a las Escrituras. Pero quisiera hacer esta pregunta —les hablo desde lo más profundo de mi ser, y cambio ahora el sujeto de nosotros a usted, en singular—, ¿ha visto usted verdaderamente una visión del propósito eterno de Dios, una visión de la economía de Dios, de lo que Dios desea?

LA CARGA

He estado sosteniendo una lucha con respecto a que Cristo es el Espíritu y con respecto a que el Dios Triuno no es una doctrina, sino que nos ha sido dado para nuestra experiencia. Algunos de ustedes pensarán: “Oh, éste es el pensamiento del hermano Lee. Él siempre habla acerca de esto”. ¡No! No hago esto como una mera costumbre. Si yo simplemente fuera un maestro de la Biblia, tendría sesenta y seis libros de donde escoger para enseñar. Sin embargo, el Señor me ha mostrado que esto no sería conforme a Su deseo. Él no quiere que haga eso.

En Apocalipsis las iglesias son llamadas candeleros. Los candeleros representan al Dios Triuno con el Padre como la naturaleza del candelero, el Hijo como la corporificación y el Espíritu como la expresión. Esto es la iglesia: la naturaleza del Padre, más la corporificación del Hijo, más la expresión del Espíritu. Y ésta debe ser la esencia misma del resplandor de la iglesia.

¿Cuál es la luz con la cual la iglesia debe resplandecer? ¿Cuál es el testimonio con el cual la iglesia resplandece? Debe ser el Dios Triuno. No digo que éste deba ser el tema en cada reunión. No obstante, en cualquier comunión que tengamos, en todo aquello que ministremos, debe estar presente este testimonio. En todo cuanto hagamos —bien sea predicar el evangelio, enseñar la Biblia, y visitar a los santos y a las personas nuevas que aún no son salvas— debemos exhibir de una manera clara, definida y contundente el testimonio de un candelero constituido de la naturaleza del Padre, de la corporificación del Hijo y de la expresión del Espíritu. ¿Qué es lo que expresamos en nuestra predicación del evangelio? ¿Qué es lo que expresamos en nuestros ágapes? ¿Qué es lo que expresamos en nuestras conversaciones en nuestra vida cristiana cotidiana? Debemos exhibir este testimonio en cada aspecto de la vida de iglesia y de nuestra vida cotidiana, incluyendo nuestra vida familiar.

Exhibir este testimonio equivale a guardar el misterio de la fe. La palabra misterio aquí no denota una doctrina; incluso la palabra fe no significa doctrina en este pasaje. Como ustedes saben, la fe es la realidad del contenido de la economía neotestamentaria de Dios en la cual creemos. No creemos simplemente en doctrinas, sino en esta realidad. A esta fe, la cual es el contenido de la economía neotestamentaria de Dios, le corresponde un misterio. Al usar la palabra misterio, Pablo se refería primeramente a Cristo como el misterio de Dios (Col. 2:2) y en segundo lugar, a la iglesia como el misterio de Cristo (Ef. 3:4-6). Según el contexto de 1 Timoteo 3:9, el misterio de la fe debe también incluir la vida de iglesia (cfr. v. 16). ¿Por qué? Porque la vida de iglesia está constituida de Dios en Cristo y de Cristo mismo como el Espíritu vivificante. Esto concuerda con la constitución intrínseca del candelero. Así como el candelero está constituido del Padre, el Hijo y el Espíritu, también la iglesia está constituida de la Trinidad Divina.

La vida de iglesia no es algo que ha sido organizado. Ésta ni siquiera es algo que ha sido formado. Antes bien, ella es un organismo viviente que está constituido del Dios viviente en Su Trinidad Divina: la naturaleza del Padre, la corporificación del Hijo y la expresión del Espíritu. Esta definición no sólo se aplica a la iglesia, sino también a la vida de iglesia, al vivir de la iglesia. Por lo tanto, ella es un candelero de oro que resplandece con el testimonio del Dios Triuno.


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