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Práctica de las reuniones de grupo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0266-1
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LAS REUNIONES DE GRUPO

En la vieja manera de reunirnos, nos congregábamos en el salón de reunión para escuchar a un hermano que tenía mucho conocimiento de la Biblia. Desde entonces quizás hayamos dividido las reuniones grandes en varias reuniones de grupo. No obstante, en estas reuniones de grupo algunos de los nuevos quizás hagan preguntas que no seamos capaces de responder. Si no somos capaces de responder las preguntas de los nuevos de manera práctica, esto indica que no sabemos cómo congregarnos en las reuniones de grupo. Sabemos que no debemos volver a la vieja manera de reunirnos; sin embargo, con el tiempo podríamos transigir invitando a un hermano que tenga mucho conocimiento a que venga a la reunión de grupo, para que se ocupe de las necesidades de la misma. Este hermano, entonces, se vuelve el maestro de la Biblia, el “pastor”, de la reunión de grupo. Por un lado, tenemos las reuniones de grupo, pero por el otro, es posible que todavía estemos en la vieja manera. Aunque nosotros quizás no nos reunamos bajo un solo techo, sino en diferentes hogares, tal vez todavía no estemos en la nueva manera. Quizás parezca que estamos en la nueva manera, pero tal vez aún estemos practicando la vieja manera.

Para realizar las reuniones de grupo, necesitamos aprender a tener comunión práctica, una oración mutua, el cuidado de unos por otros y el pastoreo de los jóvenes. Lo primero que necesitamos atender es la comunión práctica entre los que asisten a la reunión en cuanto a su vida diaria. La comunión en los grupos pequeños debe incluir asuntos prácticos, tales como la salud y las circunstancias de los santos del grupo. Todos los asuntos que tengan que ver con la vida práctica de todos aquellos reunidos en el grupo, deben estar bajo la comunión. Este tipo de comunión espontáneamente resultará en oración. Según la necesidad, podemos interceder los unos por los otros. Esta oración no tiene que ser después de la comunión, sino que debe estar mezclada con la comunión.

Luego, tenemos que cuidar de manera práctica a los santos. No debemos meramente orar en términos espirituales; también tenemos que ser enviados por el Señor a los necesitados. Si oramos para que el Señor haga algo, tal vez seamos enviados por Él a hacerlo. El Señor es omnipotente, pero si nosotros no hacemos algo en la práctica para ayudar al hermano o hermana por quien oramos, tal vez nuestra oración no sea contestada. Puede que oremos para que el Señor satisfaga la necesidad de un hermano que necesita dinero, pero es posible que el Señor nos diga que primero nosotros tenemos que satisfacer la necesidad de dicho hermano con nuestros propios recursos. El Nuevo Testamento nos dice que debemos amarnos unos a otros en la práctica y no meramente de palabra (1 Jn. 3:16-18). Tenemos que tener comunión práctica con oración práctica y con el cuidado práctico. Después de esto, algunos pueden visitar a la persona por quien acaban de orar. Tenemos que ir a visitar a aquellos que están en algún sufrimiento y participar de su padecimiento. Esto es pastorearnos unos a otros.

Nuestras reuniones de grupo siempre deben ser así. Esto atraerá a la gente. No importa cuán fuerte, rico o versado sea uno, de todos modos desea recibir ayuda de otros. Algunos santos se sienten solos, pero temen buscar comunión con otros que sean más fuertes. Es en la reunión de grupo que podemos brindarles a los santos el cuidado adecuado y suficiente. Es en la reunión de grupo donde se puede conocer la situación actual de cada santo. Todos los que asisten a una reunión adecuada de grupo serán juntamente edificados. Ésta es la edificación práctica del Cuerpo de Cristo. Sin las reuniones de grupo, podríamos hablar acerca de la edificación, mas jamás llegar a experimentarla.

La comunión, la oración, el cuidado y el pastoreo prácticos son los factores básicos de las reuniones de grupo. Si no practicamos éstos, no tendremos manera alguna de cuidar de las necesidades de todos los santos. Se requerirían veinte ancianos honestos, diligentes, versados y competentes para pastorear una iglesia de doscientos santos. Si ellos salieran todos los días a visitar y a pastorear a los santos, la iglesia estaría muy fuerte. Sin embargo, no es práctico tener tantos ancianos que sirvan de tiempo completo. Además, cuidar de los santos de esa manera está en contra del principio del Cuerpo. El Cuerpo consta de todos los miembros, y los miembros se encargan del Cuerpo. No podemos contratar a otros para que cuiden del Cuerpo. Cada miembro debe participar en el cuidado del Cuerpo.

Hebreos 10:25 dice: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. La palabra congregarnos indica que la reunión a la que se hace referencia en este versículo es “nuestra” reunión. No debemos dejar las reuniones de grupo, las cuales son nuestras reuniones. Las reuniones de grupos pequeños son las reuniones de los miembros del Cuerpo. Sin la práctica apropiada de las reuniones de grupo, no es posible cuidar de todos los santos y pastorearlos.


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