Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7932-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La transformación no es meramente para que nosotros seamos santificados, espirituales ni aun maravillosos y gloriosos. Con respecto a la transformación, debemos pasar de 2 Corintios 3 a Romanos 12: “No os amoldéis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable y lo perfecto” (v. 2). La transformación es para el beneficio de la vida de iglesia, para el beneficio del Cuerpo. La voluntad de Dios es la iglesia, la vida del Cuerpo. Esto lo confirman los versículos posteriores a Romanos 12:2. En los versículos del 3 al 21, vemos el Cuerpo. La voluntad de Dios no tiene como objeto comprobar qué clase de matrimonio debemos tener, a qué clase de escuela debemos asistir, ni qué clase de casa o de auto debemos comprar. La voluntad de Dios es que nosotros entremos en la vida del Cuerpo. Debemos dejar todas esas otras cosas en la mano de Dios y simplemente ser transformados mediante la renovación de nuestra mente para comprobar cuál es la voluntad de Dios, esto es, la vida del Cuerpo.
Los cristianos hoy en día principalmente están divididos por causa de las opiniones. Cada cristiano tiene su propia opinión. La manera de deshacernos de todas nuestras opiniones es ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente. Ser transformados significa principalmente ser renovados en nuestra mente, y ser renovados en nuestra mente es simplemente deshacernos de todas nuestras opiniones. Es posible que algunos queridos santos no se interesen por la manera en que nos reunimos. Tal vez ellos estén interesados en una reunión más pasiva. Tal vez no nos agrade el bullicio en la reunión, pero no tenemos opción. Si nos salimos, estamos en división y somos un factor divisivo. Por consiguiente, debemos ser renovados en nuestra mente. Si somos renovados en nuestra mente al despojarnos de todas nuestras opiniones, tendremos la vida de iglesia. Si aún nos molestamos por las diferentes cosas empleadas en las reuniones cristianas, estamos carentes de Cristo.
Una vez, cuando estábamos en Nueva Zelandia, yo asistí a una reunión pequeña en la cual había más de veinte guitarras. Casi todos los jóvenes llevaron una guitarra a esa reunión. Si yo no hubiera tenido una medida apropiada de Cristo, probablemente me hubiera marchado. No obstante, esa noche no sólo tuve que quedarme, sino también dar un mensaje. En mi mensaje yo no les presenté una cara triste; más bien, les mostré un rostro sonriente. Me sentía contento con todas esas guitarras. Finalmente, acorté mi mensaje y les animé a que tocaran más. Fue una reunión maravillosa. Necesitamos una medida apropiada de Cristo. No tengo ningún interés en ver bailar a los cristianos en una reunión, pero a veces muchos queridos hermanos han bailado. Yo estaba contento con ellos. Aunque no fomento el baile, gracias a la medida de Cristo no tuve ningún problema con ellos. Esto es un ejemplo de que todos debemos ser transformados.
En nuestros primeros años en Los Ángeles, algunos trajeron panderetas a las reuniones. Algunos de los hermanos se enojaron debido a esto. Yo le pregunté a uno de esos hermanos: “A los ojos del Señor, ¿cuál es la diferencia entre una pandereta y un piano?”. Él admitió que a los ojos de Dios no había ninguna diferencia, pero que a sus propios ojos había una diferencia enorme. Yo no pronuncié una sola palabra para reprenderle, pero comprendía plenamente que en este santo amado había una carencia de Cristo. Después de un par de días, fui a ver a los que tocaban las panderetas. Ellos también estaban escasos de Cristo. Dijeron que sin las panderetas ellos no podían liberar su espíritu. Si necesitamos una pandereta para que nos ayude a liberar nuestro espíritu, estamos escasos del Espíritu, carentes de Cristo. No tiene caso argumentar con personas que están carentes de Cristo. No las reprendan. Ellas simplemente están carentes de Cristo. Todos debemos ver que necesitamos una medida apropiada de Cristo. Necesitamos que Cristo sea forjado en nosotros más y más.
La vida de iglesia es el resultado de la impartición de Cristo. La vida de iglesia es el Cuerpo, y el Cuerpo es Cristo. En 1 Corintios 12:12 se nos dice: “Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. En nosotros mismos no somos un solo Cuerpo, pero en el Espíritu somos un solo Cuerpo. El versículo 13 dice: “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Estar en el espíritu implica dar fin a nuestra naturaleza y poseer todo lo que Cristo es para nosotros. Implica dar fin a lo que somos y tomar lo que Cristo es. Ésta es la vida de iglesia, y éste es el Cuerpo. Hoy en día, especialmente en los Estados Unidos, existe el concepto erróneo de que podemos tener la vida del Cuerpo por medio de enseñanzas. Jamás podremos llevar una vida del Cuerpo apropiada en virtud de la enseñanza. Tampoco podemos llevar una vida del Cuerpo apropiada en virtud de los dones. Es posible tener el Cuerpo solamente al disfrutar a Cristo como vida, así que todos debemos tomar a Cristo como nuestra vida. Que tomemos a Cristo como vida equivale a la impartición de Cristo, la cual es para la iglesia, el Cuerpo. La vida del Cuerpo que llevamos es simplemente Cristo como Espíritu.
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