Mensajes para creyentes nuevos: Dar testimonio #4por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0127-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-0127-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Analicemos dos porciones de la Palabra, las cuales nos proporcionan muy buenos ejemplos de cómo testificar.
En Juan 4 el Señor le habló a la mujer samaritana acerca del agua de vida. Ella comprendió que nadie en la tierra puede hallar satisfacción en otra cosa que no sea el agua de vida. Todo el que beba agua de un pozo, no importa cuántas veces lo haga, volverá a tener sed, porque tal agua nunca satisface. Solamente cuando bebemos del agua que el Señor nos da saciamos nuestra sed. Esa fuente salta dentro de nosotros satisfaciéndonos continuamente. Solamente este gozo interno puede darnos la verdadera satisfacción. La mujer samaritana se había casado cinco veces, sin hallar satisfacción. Ella era una persona que bebía incesantemente y nunca se saciaba. Incluso “el hombre que ahora tenía no era su marido”. No hay duda que ella era una persona inconforme. Pero el Señor tenía el agua de vida que la podía satisfacer. Cuando el Señor le declaró quien era El, ella bebió y, dejando su cántaro, entró a la ciudad y dijo: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (v. 29). Lo primero que ella hizo fue dar testimonio. ¿De qué dio testimonio? De Cristo. Quizás ella era conocida en la ciudad, pero posiblemente no estaban enterados de muchas de sus acciones. Sin embargo, el Señor le dijo todo cuanto ella había hecho. Esta mujer inmediatamente dio testimonio: “¿No será este el Cristo?” En el instante en que ella vio al Señor, invitó a otros a que constataran si El era el Cristo. Como resultado de las palabras de la mujer, muchos creyeron en el Señor.
Todo creyente tiene la obligación de ser un testigo y de presentar el Señor a los demás. El salvó a todos los pecadores. Puesto que El es el Cristo, el Hijo de Dios, no tengo otra alternativa que testificar. Posiblemente no sepamos cómo dar un mensaje, pero sabemos que El es el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador designado por Dios. Somos pecadores, pero el Señor nos salvó, y aunque no sepamos explicar lo que nos sucedió, podemos animar a otros para que vengan y vean el gran cambio que se ha operado en nosotros. No podemos entender cómo sucedió esto. Antes pensábamos que éramos buenos, pero ahora sabemos que somos pecadores. El Señor nos ha mostrado nuestros pecados y todo aquello que antes no sabíamos que eran pecados. Ahora sabemos qué clase de personas somos. En el pasado cometimos muchos pecados de los que nadie se enteró y que ni nosotros mismos considerábamos pecados. Este hombre nos dijo todo cuanto hemos hecho; nos dijo todo lo que sabíamos y también lo que no sabíamos. Confesamos que hemos tocado a Cristo y que hallamos al Salvador. He aquí un hombre que nos dice que el “marido” que ahora tenemos no es nuestro marido; que si bebemos agua volveremos a tener sed y regresaremos por más. ¡Cuán ciertas son estas palabras! Vengan y vean. ¿No será éste el Salvador? ¿No será éste el Cristo? ¿No será éste el único que nos puede salvar?
Todos aquellos que saben que son pecadores, ciertamente tienen un testimonio que contar. La mujer samaritana testificó el mismo día que conoció al Señor. Ella no dejó pasar unos años, ni esperó regresar de una reunión de avivamiento para dar testimonio, sino que testificó inmediatamente al regresar a la ciudad. Cuando una persona se salva, debe contar inmediatamente lo que ha visto y entendido. No hablemos de lo que no sabemos, ni tratemos de componer un largo discurso; simplemente demos nuestro testimonio. Lo único que necesitamos al testificar es expresar lo que sentimos. Podemos decir por ejemplo: “Antes estaba deprimido siempre, pero ahora, después de creer en el Señor, siempre estoy gozoso. Antes buscaba muchas cosas y nunca estaba satisfecho, la ansiedad y la amargura eran mis compañeros, no podía dormir en la noche; pero ahora disfruto de una paz interior inexplicable; duermo bien, y siento paz y gozo en todo lugar”. Nuestro testimonio no debe ir más allá de nuestra situación presente. Esto evitará discusiones. Presentémonos a los demás como testigos vivientes.
En Marcos 5:1-20 se narra la historia de un hombre que tenía un espíritu inmundo. Este es uno de los casos de posesión demoníaca más severo que consta en la Biblia. Este hombre tenía una legión de demonios, vivía entre los sepulcros, y nadie podía atarle, ni siquiera con cadenas. Gritaba de día y de noche entre las tumbas y en los montes y se hería con piedras. Cuando el Señor mandó que los demonios salieran de él, éstos entraron en una piara como de dos mil cerdos, los cuales se precipitaron en el mar por un despeñadero y se ahogaron. Después que el hombre endemoniado fue salvo, el Señor le dijo: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuánto el Señor ha hecho por ti, y cómo ha tenido misericordia de ti” (v. 19).
El Señor después de salvarnos, manda que le contemos a nuestros familiares, vecinos, amigos, colegas y compañeros de clase que somos salvos. No sólo debemos testificar que creemos en Jesús, sino también cuánto ha hecho El por nosotros. El quiere que confesemos lo que nos aconteció. De esta manera otros se encenderán, y la salvación no se terminará, sino que seguirá avanzando.
Es una lástima que muchas almas de familias cristianas estén en camino a la condenación, porque nunca les hemos predicado el evangelio de Cristo. Ellas disfrutan de la era presente, sin ninguna esperanza de gozarse en la era venidera. ¿Qué nos detiene de contarles lo que el Señor ha hecho por nosotros? Estas personas están cerca de nosotros, y si nosotros no les damos testimonio, ¿quién más lo hará?
A fin de testificar y de que nuestra familia nos escuche, nuestra conducta debe ser diferente. Deben ver que desde que creímos en el Señor, nuestra vida ha cambiado, porque esto es lo único que ganará la confianza de ellos. Debemos ser personas justas, abnegadas, amorosas, diligentes y más gozosas que antes. Al mismo tiempo, debemos testificarles la razón de este cambio.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.