Visión celestial, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0927-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Hechos 26:19 el apóstol Pablo dice: “No fui desobediente a la visión celestial.” En estos mensajes, mi ferviente deseo es que nos sean reveladas seis visiones: la visión de Cristo, la visión de la iglesia, la visión del Cuerpo, la visión del yo, la visión del mundo y la visión de la consagración.
En la biografía del apóstol Pablo existen dos etapas: la etapa anterior a su salvación, y la etapa posterior a la misma. En ambas etapas él fue una persona dedicada al servicio de Dios. Si leemos cuidadosamente el Nuevo Testamento, nos daremos cuenta de que aun antes de haber sido salvo, Pablo ya estaba dedicado única y exclusivamente a servir a Dios; él era un siervo de Dios a tiempo completo.
Sin embargo, existe una gran diferencia entre el servicio que Pablo llevó a cabo antes de haber sido salvo, y el servicio que rindió después. En primer lugar, antes de ser salvo, Pablo servía sin ninguna visión. En segundo lugar, podemos afirmar a ciencia cierta que Pablo, en lugar de servir de acuerdo con una visión, servía conforme a la tradición y a la religión. En tercer lugar, él servía según el conocimiento que tenía de las Escrituras, es decir, según la letra, los mandamientos y los preceptos del Antiguo Testamento. En cuarto lugar, él servía con la actitud de una persona que se justifica a sí misma; en otras palabras, servía apoyándose en su propia justicia y méritos. En quinto lugar, él servía con la plena convicción de hallarse en lo correcto. En sexto lugar, servía lleno de entusiasmo; Pablo no servía de manera fría e indiferente, sino con un gran fervor y con todo su corazón. En séptimo lugar, él tenía una meta y un propósito bien definidos; así pues, servía decidido a cumplir tal propósito.
Un día, mientras Pablo servía a Dios de la manera mencionada, e iba camino a Damasco, de improviso, vino a él una visión celestial, la cual lo cambió radicalmente (Hch. 9:1-15). Esta visión hizo que abandonara por completo su antigua manera de servir. Después de haber recibido esta visión; él quedó ciego, débil e incapaz de hacer nada. Antes de recibir esta visión, Pablo era una persona perspicaz, segura de sí misma y sumamente apto para efectuar muchas tareas. Pero, repentinamente una visión celestial vino a él y lo cambió. El quedó ciego, incapaz de ver ni hacer nada. Antes de que esta visión viniera a él, Pablo tomaba la iniciativa en muchas cosas; pero después de recibir tal visión, necesitó que otros lo guiaran.
Quisiera hacer una pausa para hacer una pregunta: ¿En qué momento de nuestra vida cristiana tenemos la experiencia de quedar ciegos e imposibilitados? Tiene que haber un momento en nuestra vida cristiana en el que nos demos cuenta de que estamos ciegos, que hemos perdido la vista, que no sabemos hacia dónde ir y que, por ende, necesitamos que otros nos dirijan. ¡Somos bienaventurados si experimentamos esta clase de ceguera! ¡Bendita ceguera! Si no hemos experimentado esto en nuestra vida cristiana y nunca hemos quedado ciegos e impotentes, entonces, nuestro servicio a Dios es similar al de Pablo antes de ser salvo. Quienes sirven de esta manera, asumen la actitud de entenderlo todo claramente y siempre tienen la plena confianza de estar haciendo lo correcto, y de saber cómo seguir adelante. En cambio, esta bendita ceguera viene sobre aquellos que se han encontrado con la visión celestial. Después de que esta ceguera nos haya sobrevenido, tendremos la unción y la iluminación en nuestro interior. La visión interior aumentará y cambiará radicalmente la manera en que servimos al Señor.
Examinemos el contraste entre el servicio de Pablo después de haber sido salvo, y su servicio antes de recibir su salvación. Así veremos que después de ser salvo, su servicio fue completamente contrario en todo aspecto, a la manera en que sirvió antes.
Primeramente vemos que, en lugar de servir sin visión alguna, Pablo servía ahora conforme a la visión que recibió. Tanto en los asuntos más insignificantes, como en los más decisivos, él servía conforme a esta visión. Por ejemplo, en Gálatas 2:1-2a él relata su regreso a Jerusalén, el centro de la religión judía, diciendo: “Pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Subí según una revelación”. El hecho de que dicho viaje fuera originado por una revelación, nos muestra que el servicio de Pablo era dirigido por una visión.
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