Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7380-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Señor Jesús fue a Caná con el propósito de asistir a una fiesta de bodas. Podemos decir que toda nuestra vida humana es una “fiesta de bodas”. Desde el día que el Señor vino a nosotros, Él ha estado asistiendo a nuestra fiesta de bodas. Siempre y cuando vivamos en la tierra, cada día es un “día de bodas”. Bien sea que esta “boda” sea genuina o no, que dure mucho tiempo o poco, cada día tenemos una especie de boda. Probablemente se estén preguntando qué quiero decir con esto. Decir que cada día hay una boda y que la vida humana es una fiesta de bodas, significa que a lo largo de nuestra vida esperamos, o tenemos la expectativa que nos sucedan cosas buenas. Una boda es algo placentero, algo que nos alegra. Por ejemplo, es posible que un joven se esfuerce arduamente en sus estudios a fin de pasar todos sus exámenes y cuando se gradúa con honores, otros lo felicitarán. Su graduación es algo placentero, algo que podemos llamar una “boda”. Podría ser que otro hermano reciba un ascenso o un aumento de sueldo. Ese ascenso o aumento también podría considerarse como una “boda”. De igual manera, experimentamos muchas cosas placenteras, muchas “bodas”, en nuestra vida humana.
Durante el transcurso de la fiesta de bodas en Caná “se acabó el vino” (2:3). Podemos testificar que en todas las “fiestas de bodas” que hay en la humanidad, el vino finalmente se acaba. El vino, el jugo vital de la uva, representa la vida. Así que, el vino que se acaba simboliza la vida humana que se acaba. Por ejemplo, una hermana joven tal vez piense que el hermano con quien se casó bajo la soberanía del Señor, es un “héroe”. Pero después de cierto tiempo, el vino de la vida matrimonial se acaba. Sin embargo, en ese momento, el Señor Jesús estará presente para cambiar el agua en vino.
En nuestra vida humana el “vino” siempre se acabará. No obstante, Cristo en resurrección nunca “se acaba”. Supongamos que un hermano recibe un ascenso en su trabajo. Ese ascenso es una “boda”, incluso una fiesta de bodas. Pero a la postre él se sentirá desilusionado con ese ascenso. Esa desilusión significa que el vino de esa fiesta de bodas en particular se ha acabado.
Tal vez un hermano recibe un auto nuevo como regalo de graduación. Por largo tiempo, él había estado esperando tener ese carro. Pero a la larga el “vino” de esas “bodas del carro” se acabará.
¿Qué clase de vino al final no se acaba? Nuestra salud, nuestro dinero y nuestras posesiones tarde o temprano se acabarán. Una hermana puede ponerse muy contenta con un nuevo par de zapatos. Cuando ella compra esos zapatos, disfruta del vino en su fiesta de bodas. Pero este vino también se acabará. Solamente lo que el Señor Jesús da nunca se acaba.
Como un hermano mayor con experiencia en la vida humana, puedo testificarles que nada en esta vida presente dura. Todo se acaba. Solamente el Señor Jesucristo es eterno e imperecedero. Aleluya, ¡Él está aquí con nosotros para cambiar nuestra agua de muerte en vino, en vida eterna!
Otra palabra usada para dar significado al cambio de agua en vino, que es el cambio de muerte en vida, es transformación. La transformación está implícita en la palabra piedra en 1:42 (lit.). La transformación en Juan 1 equivale al cambio del agua en vino en Juan 2.
Puedo testificar que cada día el Señor cambia mi agua en vino. Hoy realmente experimenté esto al menos tres veces. Tuve el sentir de muerte, pero el Señor Jesús transformó mi agua de muerte en vida eterna.
¿Saben lo que es la vida cristiana genuina? La vida cristiana es una vida en la que se cambia el agua en vino. La vida cristiana no es una vida que cambia nuestro carácter, ni una vida que mejora nuestro comportamiento. La vida cristiana es totalmente un asunto de cambiar nuestra muerte en vida.
A veces estamos conscientes del cambio de la muerte en vida, pero otras veces no nos damos cuenta. Muchas veces experimentamos este cambio consciente o inconscientemente. Ésta es la razón por la que nos sorprendemos del cambio que ha ocurrido en nuestro interior. Quizás digamos: “Señor Jesús, ¿ése soy yo? Nunca hubiera pensado que yo sería capaz de llevar tal clase de vida. Estoy maravillado de que puedo perseverar tanto y soportar tanto. ¡Oh, qué gran sorpresa!”. Sin embargo, el Señor Jesús diría: “No debes sorprenderte. Yo he cambiado tu agua de muerte en vino de vida”.
En la vida de iglesia y bajo el ministerio, experimentamos que el Señor cambia nuestra muerte en vida. Es posible que a los padres les cueste creer en el cambio positivo que ha ocurrido en sus hijos en un período de unos cuantos años. Esto corresponde al cambio del agua en vino.
Tengo la plena confianza de que en la vida de iglesia el Señor está cambiando la muerte en vida. No podemos negar el hecho de que han sucedido ciertas cosas que nos han decepcionado. Pero yo quiero decirles que he sido muy animado con las iglesias. El Señor sabe que estoy muy contento de ministrar la Palabra a los santos, porque es evidente que el agua está siendo cambiada en vino en la experiencia de muchos santos queridos. Ésta es la experiencia del Señor Jesús en resurrección. Él mora en nosotros, y cada día Él está cambiando nuestra agua en vino.
Consideren cómo el Señor los ha cambiado con el paso de los años. Quizás un hermano casado quiera sentarse junto con su esposa y pedirle que le indique cómo el Señor ha cambiado su agua en vino, o sea, su muerte en vida. El hermano podría decirle a su esposa: “Querida, dime que piensas de mi situación. ¿Cómo sientes que soy ahora comparado con lo que era hace dos años?”. Si el hermano y su esposa son sinceros, serán capaces de asegurarse el uno al otro, que con el paso de los años el Cristo en resurrección les ha estado cambiando el agua de muerte en vino de vida. Creo que ésta ha sido la experiencia de la mayoría de los santos en el recobro del Señor. ¡Alabado sea el Señor que en resurrección Él está cambiando el agua en vino! Él no está meramente mejorando nuestra conducta, Él nos está transformando.
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