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Solo Cuerpo, un solo Espíritu, y un solo y nuevo hombre, Unpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4289-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 10 Sección 3 de 3

LA IGLESIA ES UN SOLO CUERPO

Ahora quisiéramos decir algo en cuanto al único Cuerpo. Cuando yo era joven, escuché la predicación de los cristianos fundamentalistas, y también leí libros escritos por ellos. Ellos decían que el Nuevo Testamento emplea muchas expresiones figurativas para describir a la iglesia, tales como la esposa y el cuerpo. También decían que ello no significa que la iglesia en realidad sea una esposa o un cuerpo, sino que simplemente se compara a la iglesia con una esposa o un cuerpo. En ese entonces, yo escuché lo que decían y me parecía bastante lógico, pero poco a poco fui descubriendo en mi propia experiencia que la iglesia como el cuerpo no es simplemente un lenguaje figurativo; la iglesia hoy es de hecho el Cuerpo. El Nuevo Testamento no dice que la iglesia como el cuerpo sea una expresión figurativa; más bien, dice que nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo. ¡Nosotros somos un solo Cuerpo!

De joven escuchaba con frecuencia a un misionero inglés dar su sermón favorito: Amaos unos a otros. A veces él dejaba de venir a la reunión de la mesa del Señor por cierto tiempo porque, según él, nosotros no nos amábamos unos a otros y debíamos cumplir este requisito antes de participar del pan. Por esta razón, escuché muchas veces la enseñanza acerca de amarnos unos a otros. Pero, hermanos y hermanas, la necesidad hoy no es simplemente amarnos unos a otros. Además de esto, debemos saber que somos miembros los unos de los otros. Permítanme usar nuestro cuerpo de ejemplo. Supongamos que los brazos no aman a los hombros, y que las manos no aman a los brazos, o supongamos que los brazos se arrepienten de tener que sujetarse a los hombros y que las manos se lamentan por tener que sujetarse a los brazos. El Señor podría decir: “Es demasiado tarde para arrepentirse, porque la mano es la mano y el brazo es el brazo. Sea que te guste o no, tú eres lo que eres. Eso no depende de ti, pues es algo que Yo he dispuesto”.

No creo que haya dos personas en la tierra hoy que puedan amarse por la eternidad sin que en algún momento sientan mutuo desagrado. De hecho, ¿qué esposo y esposa que verdaderamente se aman pueden testificar que nunca ha encontrado que el uno o el otro no se pueda querer? Puedo testificar que en un mismo día mis sentimientos pueden variar muchas veces: a las seis de la mañana puedo sentir que amo a mi esposa, y diez minutos más tarde puedo sentir que no la amo; sin embargo, después de quince minutos vuelvo a sentir que la amo. Por consiguiente, el amarnos unos a otros es bastante inestable. La Biblia no sólo nos dice que debemos amarnos los unos a los otros, sino que también somos miembros los unos de los otros. Aquellos que se aman unos a otros son miembros los unos de los otros; aquellos que no se aman unos a otros aún son miembros los unos de los otros. Aun si rechinamos los dientes, el hecho de que somos miembros los unos de los otros no cambia; así que no tenemos otra alternativa. Según el comportamiento de la gente del mundo, si un esposo y una esposa no se aman, se divorcian; sin embargo, la mano jamás puede divorciarse del brazo. Hoy en día no sólo nos amamos unos a otros, sino que también somos miembros los unos de los otros.

Es preciso que veamos lo que es la iglesia. La iglesia es el Cuerpo, y únicamente existe un Cuerpo. Ustedes necesitan recibir luz y revelación para ver que la iglesia es el Cuerpo. En la tierra hoy está el cristianismo, pero eso no es el Cuerpo. También están aquellos que aman al Señor, pero eso no es el Cuerpo. Asimismo están aquellos que son muy refinados, pero eso no es el Cuerpo. Por último, están aquellos que buscan la espiritualidad, pero eso no es el Cuerpo. Lo que el Señor desea hoy no es su espiritualidad ni su esfuerzo por ser una mejor persona; Él desea el Cuerpo. Sólo existe un solo Cuerpo. Hermanos y hermanas, puedo asegurarles que, a menos que haya una expresión sustanciosa del Cuerpo, el Señor Jesús jamás regresará. El Señor dijo: “Vengo pronto”, pero aún no ha regresado. ¿Por qué? Porque el Cuerpo no está aquí; porque el Cuerpo aún no se ha hecho manifiesto en la tierra.

EL CUERPO NECESITA SER EXPRESADO
EN CADA LOCALIDAD

En conclusión, me siento muy contento de ver a tantos jóvenes que laboran en el distrito de Taipéi, y quiero decirles que su responsabilidad es grande. Además, casi todos los santos que han venido del Sudeste asiático para asistir a esta conferencia y entrenamiento son jóvenes. Ésta es una buena señal, y a ustedes también quisiera decirles que su responsabilidad es grande. Ya que el evangelio ha sido predicado en toda la tierra hoy, es difícil encontrar una ciudad adonde no haya llegado el evangelio. Sobre la faz de la tierra hay miles, diez miles, e incluso millones de cristianos; sin embargo, aún no tenemos el Cuerpo. Hay decenas de miles de cristianos en la isla de Taiwán, pero con excepción de la pequeña expresión que tenemos en el recobro del Señor, no podemos ver el Cuerpo entre ningún grupo de cristianos. Si ustedes les hablan acerca del Padre Santo, del Hijo Santo y del Espíritu Santo, ellos les entienden, pero si les hablan acerca de el Espíritu, no les entenderán. Por consiguiente, hermanos y hermanas, debemos orar para que venga el día cuando nuestros ojos sean abiertos y conozcamos lo que es el Espíritu y lo que es el Cuerpo. Debemos llevar un testimonio en la tierra y en el universo de que únicamente existe un solo Cuerpo. Un Cuerpo y un Espíritu; éste es el testimonio que debemos dar. Debemos testificar de esto no sólo en una ciudad tan grande como Taipéi, sino también en los pueblos y en las ciudades pequeñas con poblaciones de 10,000 o 20,000 habitantes. Un Cuerpo y un Espíritu; ¡cuán glorioso es esto!

Espero que algún día en la isla de Taiwán, haya un candelero en cada una de las trescientas sesenta ciudades y pueblos, tanto grandes como pequeñas. Quizás en algunas localidades sólo haya veinte, treinta o cincuenta hermanos y hermanas, pero cada pueblo y cada ciudad tendrá un candelero de oro que lleva el mismo testimonio: un Cuerpo y un Espíritu. ¡Esto sería espléndido! Cuando esto suceda, ése podría ser el día de la venida del Señor.

Creo sin duda alguna que hoy este testimonio está sobre sus hombros, y que deben portar dicho testimonio al regresar a sus localidades. Deben testificar de esto. No deben simplemente predicar el evangelio para que la gente sea salva, ni tampoco simplemente ayudar a las personas para que conozcan la vida y entiendan la Biblia. En lugar de ello, todos deben testificar que hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu. Todos vivimos en virtud de este Espíritu, y todos somos el único Cuerpo.


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