Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1188-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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No es fácil entender estos versículos de Levítico 5, 6 y 7. Cuanto más los leamos, más desconcertados quedaremos. Por ejemplo, ¿hemos pensado o escuchado alguna vez que la harina de trigo podía ofrecerse por las transgresiones? Aun la ofrenda por las transgresiones se puede convertir en ofrenda por el pecado. Así que, ¿qué diferencia hay entre la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones, si ésta puede usarse a la postre como ofrenda por el pecado? ¿Y cómo puede la décima parte de un efa de harina fina convertirse en ofrenda por el pecado? Parece contradecir Hebreos 9:22, donde leemos que no puede haber perdón de pecados sin derramamiento de sangre. Ya que la harina fina no tiene sangre, ¿cómo puede ser un sacrificio por el pecado y luego una ofrenda por las transgresiones?
Levítico 5:7 presenta otro interrogante: “Y si no tuviere lo suficiente para un cordero, traerá a Jehová en expiación por su pecado que cometió, dos tórtolas o dos palominos, el uno para expiación, y el otro para holocausto”. Este sacrificio se ofrece por las transgresiones; por tanto, debe ser una ofrenda por las transgresiones. ¿Cómo es posible que de las dos partes de la ofrenda por las transgresiones, una llegue a ser una ofrenda por el pecado y la otra un holocausto? ¿Han observado que en las diferentes ofrendas por las transgresiones, se le llama la ofrenda por el pecado?
Estos capítulos mencionan por lo menos cuatro clases de ofrendas por las transgresiones. Primero, un cordero, el cual es más grande que una tórtola o un palomino. Segundo, dos aves, que pueden ser dos tórtolas o dos palominos. Tercero, la décima parte de un efa de harina fina. Estas tres clases de ofrendas por las transgresiones se presentan por las transgresiones en general, con relación a cosas comunes. A partir del versículo 14 vemos la ofrenda por las transgresiones con relación a infracciones relacionadas con cosas santas como en el caso de los sacrificios ofrecidos a Dios. Por ejemplo, si uno comete una falta al traer el diezmo a Dios, entonces deberá ofrecer un carnero como ofrenda por la transgresión. Si uno comete un delito en lo que concierne a Dios o a las cosas sagradas, tendrá que ofrecer un carnero, el cual es más grande que un cordero. Uno no tiene oportunidad de escoger. Un carnero es el animal más grande que se puede ofrecer como ofrenda por las transgresiones. En segundo lugar, un cordero, luego las dos tórtolas y los dos palominos. Por último, podemos ofrecer la décima parte de un efa de harina fina.
¿Qué podemos decir de estos tres interrogantes? ¿Cómo se podría ofrecer la vida vegetal, que no tiene sangre, en la ofrenda por las transgresiones y llegar a ser luego la ofrenda por el pecado? ¿Cómo puede la ofrenda por las transgresiones convertirse en ofrenda por el pecado? Las cuatro clases de ofrendas por las transgresiones mencionadas se llaman luego ofrendas por el pecado. En este capítulo se menciona la ofrenda por el pecado con más frecuencia que la ofrenda por las transgresiones. Tercero, ¿cómo podría una parte de la ofrenda por las transgresiones convertirse en holocausto? Una de las dos tórtolas o uno de los dos palominos destinados a la ofrenda por las transgresiones servirá como ofrenda por el pecado y el otro como holocausto. ¿Cómo puede darse esto? Vemos otro problema con relación a la ofrenda por las transgresiones. Todas las ofrendas por las transgresiones se pueden comer; los sacerdotes podían participar de ellas, pero no sucede lo mismo con la ofrenda por el pecado.
El capítulo cuatro nos muestra que la ofrenda por el pecado la ofrecen diferentes clases de personas. Primero, los sacerdotes; luego a la congregación en su totalidad, la nación; tercero, los príncipes del pueblo, y cuarto, el pueblo en general.
Traían la sangre de la ofrenda por el pecado para los sacerdotes y la congregación al lugar santo, donde era rociada frente al velo siete veces delante de Dios. Se derramaba parte de aquella sangre sobre los cuernos, o las esquinas, del altar del incienso aromático. Luego, se derramaba el resto de la sangre en la parte inferior del altar del holocausto. Pero la ofrenda por el pecado hecha por un principal y por los israelitas en general era diferente a aquéllas, ya que la sangre de éstas no era traída al lugar santo, sino que era rociada solamente sobre los cuernos, o las esquinas, del altar del holocausto, y se derramaba el resto en la parte inferior del altar. Los sacerdotes podían comer esta clase de ofrenda por el pecado.
En el mensaje anterior dijimos que la ofrenda por el pecado principalmente satisface a Dios y que la sangre rociada en el altar constituía el único deleite que uno podía experimentar cuando traía dicha ofrenda. Al ver la sangre, el oferente tenía paz, pero en realidad halla más deleite porque los sacerdotes podían comer parte de la ofrenda por el pecado y toda la ofrenda las transgresiones. Al examinar mis experiencias, descubrí que en nuestra vida cotidiana, cuando disfrutamos a Cristo como ofrenda por el pecado, disfrutamos mucho más que la satisfacción que experimentamos al ver Su sangre.
Cuando ofrecemos a Cristo ante Dios como ofrenda por el pecado y como ofrenda por las transgresiones, nos damos cuenta de que en nuestra experiencia este Cristo es un rico alimento, ¡de muy buen sabor! En ese momento también otros sentidos nuestros participan, y comprendemos muchas cosas con respecto a Cristo. Yo practico esto todos los días. Presento a Cristo como mi ofrenda por el pecado para empezar mi jornada, y durante todo el día lo presento como mi ofrenda por las transgresiones. ¡Siento espontáneamente que Cristo está en mí! El Cristo que ofrecí a Dios como ofrenda por el pecado y como ofrenda por las transgresiones está dentro de mí. El me llena, me abastece y me fortalece. Es mi apoyo. También hallo una satisfacción interior. Es un sentir apacible y placentero en mi interior, un sentir que me reconforta.
Cuando presentamos a Cristo como ofrenda por el pecado cada día y como ofrenda por las transgresiones durante el día, tenemos la certeza de que Su sangre resuelve todos nuestros problemas. Tenemos una paz total, ¡pero eso no es todo! También hay una parte de las ofrendas que podemos comer y disfrutar. No disfrutamos solamente la sangre que fue derramada en el Calvario, sino algo aplicable y que nos llena. Podemos ser satisfechos todos los días.
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