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Servir en el espíritu humanopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3844-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 8 Sección 2 de 3

PERMITIR QUE LAS COSAS PASEN
A MANOS DE LOS DEMÁS

Ésta es la manera correcta: el primer día que llego aquí a servir, quizás haga el noventa por ciento de las cosas y deje el diez por ciento en las manos de otros. Pero después de un mes, estoy cuidando de sólo sesenta por ciento y el otro treinta por ciento ha pasado a las manos de otros que han venido a servir conmigo. Después de otro mes, quizás sólo cuide del treinta por ciento y un mes más tarde, sólo del cinco por ciento y un poco más tarde, del uno por ciento. El resto de la obra de servicio es realizada por todos los hermanos y hermanas que sirven. Una hermana se encarga del piano, un hermano se encarga de los himnos. Uno se encarga de esto, y el otro de aquello. Para servir al Señor de esta manera tengo que aprender muchas lecciones. Cada uno de nosotros naturalmente pensamos que somos el mejor y nunca permitiríamos que otros hagan lo mismo que nosotros. Pero si aprendemos la lección de coordinar con otros, tenemos que aprender a menospreciarnos a nosotros mismos y a ser restringidos por otros. De otra manera, no podríamos introducir a las personas cada vez más en la edificación.

Había una hermana en China que era muy capaz, educada y experimentada en muchas cosas y amaba mucho al Señor. Sin embargo, cuando entró en el servicio de la iglesia, cuanto más servía, más cosas quedaban en sus manos. Después de dos o tres meses, pareciera que todos los demás habían sido despedidos. Un día los ancianos le preguntaron por qué sólo había dos o tres sirviendo al Señor, cuando hacía unos meses había un buen número. Le preguntaron dónde estaban los demás. Su respuesta fue que ellos no sabían cómo hacer las cosas y que no las hacían bien. Cuanto más servía, más los otros fueron despedidos, despedidos debido a la destreza y capacidad de ella. Nadie podía trabajar tan rápido como ella. Parecía tener la razón en todo, pues era muy capaz. Pero en la realidad espiritual, ella dañó mucho a la iglesia. Ella actuaba independientemente. Más tarde se produjo un cáncer espiritual muy grande con esta hermana.

El cáncer es una parte del cuerpo que se desarrolla demasiado, un grupo de células que se descontrola, que va más allá de su función normal. Necesitamos ser limitados por otros para no ser un cáncer en el Cuerpo de Cristo. Necesitamos ser limitados por otros para ser un miembro que coordina con otros y no una célula fuera de control.

Ésta es la mejor manera de servir al Señor en la iglesia. La primera semana que servimos quizás nos encarguemos del setenta por ciento de las cosas, y los demás del treinta por ciento. La siguiente semana tomamos el sesenta y cinco por ciento, y los demás, treinta y cinco. La tercera semana, quizás tomemos el sesenta, y los demás, cuarenta. Con nosotros, el porcentaje siempre se va reduciendo, y con los demás siempre va aumentando.

Desde otro punto de vista, la primera semana que llegamos a servir, sólo cinco por ciento de los santos sirven con nosotros. Después de una semana, hay un ocho por ciento, luego doce, veinte, y finamente, quizás después de un año, el cien por ciento. El porcentaje del trabajo en nuestras manos siempre se va reduciendo, pero el número de personas sirviendo con usted siempre va aumentando. Después de un año o dos, el servicio estará totalmente fuera de sus manos y cien por ciento en las manos de todos los hermanos y hermanas. El número de los servidores aumentará de unos pocos a más de cien. Ésta es la manera correcta.

Si seguimos este camino, aprenderemos a ser limitados, a ser quebrantados y a someternos a los demás. Si no servimos al Señor con los demás, nunca nos conoceremos a nosotros mismos, pero al servir con otros, será expuesto qué tan “buenos” somos en realidad. En esta clase de servicio existen muchas lecciones que aprender.

PUESTOS A PRUEBA POR LA COORDINACIÓN

En mi propia experiencia, siempre he sido puesto a prueba por los hermanos en el servicio. Es muy difícil pasar por esta clase de prueba, pero simplemente tenemos que hacerlo. Quizás le digamos al Señor: “Señor, esta copa viene de Ti, y no tengo más opción que tomarla”. Ésta es la manera de aprender la lección de servir al Señor al seguir el camino de la coordinación.

Cuando hacemos las cosas por nosotros mismos, parece que todo es conveniente. Pero cuando hacemos las cosas con los demás, no parece que nada es conveniente. Por ejemplo, siempre prefiero viajar solo para la obra del Señor. Sin embargo, en China, bajo la soberanía del Señor y bajo la coordinación de los colaboradores, siempre tuve que viajar con dos o más hermanos, e incluso ser el líder del viaje. Soy una persona que me gusta tener todo preparado de antemano y no dejar nada para el último minuto, y les insistía a los hermanos que tuvieran todo listo para nuestro viaje. En cada ocasión siempre había alguien que no estaba listo. Finalmente tenía que ayudarle a prepararse, a hacer cosas por él y hacer todo por él, y no estábamos listos a tiempo. Les animaba a que se hicieran responsables por sus propias cosas y que no fueran una carga para otros, pero no importa cuánto les hablaba, nada funcionaba. Finalmente tuve que someterme al Señor y aprender a ser paciente, y tuve que encargarme de todo el equipaje y de todos los problemas de los demás. Cuanta más gente viaje con uno, más problemas se tiene: el equipaje, las cosas que los demás olvidan, todas las necesidades especiales. No nos queda otra opción que ayudar. Parece que los demás han venido a ayudarle a uno, pero uno tiene que ayudarles a ellos. Ellos se convierten en una carga en vez de una ayuda, pero realmente son una ayuda para que nosotros aprendamos la lección.

Uno de los problemas más grandes es visitar una iglesia con varios colaboradores y ser recibido como huéspedes por la iglesia. Muchos colaboradores simplemente no saben cómo ser huéspedes. Existen muchos problemas y muchas lecciones que aprender en la coordinación.

¿Qué se debe hacer en estas situaciones? No puede despedir a sus colaboradores y enviarlos a casa. Simplemente tiene que aprender la lección en la coordinación. Ésta es la única manera de servir al Señor con otros, de edificar la iglesia. No debe ser un gigante. No sea uno que está por encima de todos. Siempre tiene que estar coordinado con otros. Si intenta seguir este camino, ciertamente podrá ver dónde está. No es muy fácil.

Siempre estamos listos para despedir a los demás. Cuando algunos asuntos del servicio se les ha asignó a ciertos hermanos y hermanas, muchas veces decían que querían dejar en claro que nadie debía ir al lugar dónde ellos iban a servir. Si tenían que cocinar, insistían en que nadie más fuera a la cocina. Por un lado, esto es correcto, pero por otro, ellos no sólo necesitaban que otros les ayudaran, sino también que otros fueran una carga para ellos. De otra manera, no podrían aprender ninguna lección. Si tienen algunos ayudantes que son una carga para ustedes en el servicio, entonces ustedes serán limitados, quebrantados y corregidos. Necesitan que alguien sea su carga. Quizás sean muy rápidos y necesiten que alguien sea una carga para volverlos más lentos. Entonces aprenderán la lección y traerán a más personas.


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