Testimonio de Jesús, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8269-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La meta de Dios al crear al hombre era obtener una expresión corporativa de Sí mismo. En conformidad con esta meta, el hombre fue hecho a la imagen de Dios, a fin de ser Su testimonio (Gn. 1:26). Esto quiere decir que el hombre estaba destinado a ser la expresión de Dios. Debido a que Adán le falló a Dios al respecto, Jesús vino como el segundo hombre (1 Co. 15:47b) a fin de tomar el lugar y la función de Adán. Por consiguiente, la persona viva de Jesús es la expresión, la imagen y el testimonio de Dios (Col. 1:15). De la misma manera, la iglesia hoy en día es el testimonio de Jesús, es decir, Su expresión. En el primer capítulo de la Biblia vemos que el hombre fue hecho a la imagen de Dios para expresar a Dios, y en los dos últimos capítulos de la Biblia vemos un edificio, la Nueva Jerusalén, para expresar a Dios. Según el libro de Apocalipsis, Dios en Su trono es semejante al jaspe, y la Nueva Jerusalén también es semejante al jaspe (4:2-3; 21:11, 18). Esto significa que toda la ciudad es la expresión de Dios en Su imagen. Esto nos permite ver lo coherente que es la Biblia de principio a fin.
Sin duda, la Biblia hace mención de nuestra salvación personal. Estábamos todos perdidos, y para ser salvos teníamos que creer en el Señor Jesús. Hasta cierto punto, tenemos también que buscar al Señor para mejorar nuestro vivir y conducta. Sin embargo, esto no es la meta constante de Dios. La meta constante de Dios consiste en obtener una expresión única de Sí mismo. Ni el sol del día ni la luna de la noche son aptos para expresar a Dios. Incluso las miríadas de ángeles tampoco son aptos para expresarle; ellos son simplemente Sus siervos (He. 1:13-14). El hombre es el único ser del universo destinado a expresar a Dios. El significado que corresponde al hombre es que él debe ser la expresión de Dios. El hombre no fue creado meramente para ser salvo, para ir al cielo ni para ser simplemente una buena persona de buena conducta. Ser salvos y tener cierta conducta quedan muy lejos de la meta constante de Dios. Todos fuimos creados a la imagen de Dios con el destino de expresarle a Él.
Además, expresar a Dios conforme a Su meta constante no es un asunto individual, sino un asunto corporativo y colectivo. Tal vez declaramos que expresamos a Dios, pero quizá lo expresemos de manera individual, no de manera corporativa. Desde la primera página de la Biblia hasta la última se nos revela que la expresión que Dios desea tener es una expresión corporativa. Dios ordenó a los israelitas que edificasen un solo tabernáculo. En aquel entonces había más de un millón de israelitas que iban por el desierto, y aquel pequeño tabernáculo solamente tenía treinta codos de longitud y diez codos de anchura, el cual es más pequeño que un común salón de reunión (Éx. 26:15-16, 18, 20, 22-23). Sin embargo, ese pequeño tabernáculo era el único centro de adoración a Dios; como tal, era la expresión única de Dios. Puesto que Dios es uno solo, Él no quiso que hubiese más de un tabernáculo entre Su pueblo. Dios es omnipotente, pero Él no desea ser omnipotente de esa manera. Jamás podemos dividir la expresión de Dios. Dios es uno solo, y por ende, Su expresión también debe ser una sola. Igualmente, había en los tiempos antiguos un solo templo de Dios. Puesto que había doce tribus sería lógico que cada una de ellas tuviese un templo, al igual que ahora en los tiempos modernos los Estados Unidos cuenta con cincuenta estados y cada uno de ellos tiene su propia legislatura. Sin embargo, nuestra sabiduría moderna no es superior a la sabiduría de Dios. Todas las doce tribus contaban con un solo templo porque la expresión de Dios es única.
Igualmente en el Nuevo Testamento, hay una sola iglesia porque hay un solo Cristo. En el Antiguo Testamento había tres cosas únicas: un Dios, un tabernáculo y un templo. En el Nuevo Testamento también tenemos tres cosas únicas: un Cristo, una iglesia y una ciudad santa, la Nueva Jerusalén. En 1958 estuve en Jerusalén y visité el lugar en donde, según la tradición, Jesús fue sepultado y resucitado. Sobre dicho lugar había un edificio, y en las diversas esquinas había varios tramos que pertenecían a diferentes denominaciones importantes. Esto retrata la división que existe entre los cristianos. No obstante, hay un solo Dios, un solo tabernáculo, un solo templo, un solo Cristo, una sola iglesia y una sola Nueva Jerusalén.
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