Economía neotestamentaria de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-252-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Romanos 8:11 dice: “Mas si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. “Aquel” en la frase “El Espíritu de aquel” se refiere al Dios Triuno que levantó a Jesús. Esta resurrección es nuestra por medio del Espíritu de Aquel que levantó a Jesús. En el Espíritu todo-inclusivo y vivificante está el elemento de resurrección. Por medio de este Espíritu todo-inclusivo la resurrección de Cristo, la cual es un hecho consumado, se aplica a nosotros y llega a ser nuestra experiencia.
De manera total, desde la concepción de Jesús hasta Su resurrección, el Dios Triuno participó, intervino, intrínsecamente. Dios participó esencialmente en la concepción de Jesús; Dios participó esencialmente en el vivir de Jesús en esta tierra; Dios participó esencialmente en la muerte de Jesús en la cruz; y Dios participó esencialmente en Su resurrección. Su concepción, Su vivir, Su muerte y Su resurrección, todo fue por medio del Dios Triuno, con El y de El. Su concepción, Su vivir, Su muerte y Su resurrección no fueron meramente de un hombre, sino de Dios también. El Dios Triuno estaba allí en Su concepción, Su vivir, Su muerte y Su resurrección, y todos estos elementos han sido compuestos en el Espíritu vivificante para que nosotros los experimentemos.
Ahora queremos ver el resultado maravilloso de la resurrección del Hijo de Dios. Por medio de Su resurrección Jesús nació como el Primogénito de Dios (Hch. 13:33; Ro. 8:29), por medio de Su resurrección El produjo a muchos hermanos (Jn. 12:24; 1 P. 1:3; Ro. 8:29; He. 2:11-12), por medio de Su resurrección un nuevo niño nació (Jn. 16:20-22), y por medio de Su resurrección El se hizo un Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b). Estos fueron cuatro hechos nuevos en la historia de todo el universo como el resultado de la resurrección del Hijo.
El Hijo unigénito de Dios es eterno (He. 1:8, 10-12; 7:3). Desde la eternidad El era el Hijo unigénito de Dios (Jn. 1:18; 3:16). Dios nunca tenía más que un hijo. Su Hijo unigénito era único. Sin embargo, en resurrección el Hijo unigénito de Dios llegó a ser el Primogénito. Romanos 8:29 nos dice que El era el Primogénito entre muchos hermanos. Nosotros como los muchos hijos de Dios somos los hermanos del Primogénito. Cuán maravilloso es que el Hijo de Dios tenga muchos hermanos. Hoy día El no es simplemente el Hijo unigénito de Dios, sino que es también el Primogénito de Dios, y nosotros somos sus muchos hermanos.
Desde la eternidad Cristo era el Hijo unigénito de Dios. En la encarnación El nació de una virgen humana para ser el Hijo del Hombre (Gá. 4:4). Luego en Su resurrección, como el Hijo del Hombre, El nació de Dios, es decir, fue hijificado divinamente para ser el Hijo primogénito de Dios entre muchos hermanos. Cristo nació dos veces. La primera vez nació para ser el Hijo del Hombre como el Primogénito de toda creación (Col. 1:15). La segunda vez El nació para ser el Hijo de Dios como el primogénito de entre los muertos (Col. 1:18).
Puesto que Jesús ya era el Hijo de Dios, ¿por qué le era preciso nacer como el Hijo de Dios? Para contestar esta pregunta primero debemos ver el versículo que nos dice que Jesucristo nació para ser el Hijo de Dios. Hechos 13:33 dice: “La cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy”. “Hoy” se refiere al día de la resurrección. En el día de la resurrección Dios le dijo: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy”. En el día de la resurrección Dios había engendrado a Jesús para que fuese Su Hijo. Antes de ese día, Jesús ya era el Hijo de Dios. Sin embargo, todavía necesitaba nacer en resurrección para ser el Hijo de Dios.
Jesús era el Hijo de Dios en Su espíritu. Conforme a Su divinidad El era el Hijo de Dios, pero conforme a Su humanidad El era el Hijo del Hombre. Una parte de Jesucristo, Su carne, era totalmente humana. No era divina, no era el Hijo de Dios. A fin de hacerle el Hijo primogénito, la humanidad de Jesús tenía que ser divinamente hijificada por Dios. Su humanidad no era parte del Hijo de Dios sino parte del Hijo del Hombre. Esta parte había de ser hecha divina, de ser hecha el Hijo de Dios, mediante la introducción por Dios de esta parte en la muerte y su resurrección. Por tal proceso, El fue divinamente hijificado por Dios en Su humanidad. Su parte humana fue hijificada divinamente por Dios en Su resurrección.
En Hechos 13:33 vimos que en el día de la resurrección Dios dijo que El había engendrado a Jesús como Su Hijo. Engendrar significa impartir vida. Decir que yo les he engendrado significa que he impartido mi vida a ustedes. En la parte humana de Jesús no había vida divina. Sin embargo, por medio de Su muerte y resurrección el Dios Triuno impartió Su vida divina en la parte humana de Jesús. Mientras sucedía la resurrección, el Dios Triuno vivificaba a Jesús en Su espíritu (1 P. 3:18). El Dios Triuno le daba energía desde el interior para estimular la vida de El para que invadiera la humanidad dé Jesús. Invadir la humanidad de Jesús con la vida significa impartir la vida divina en Su parte humana. Esto fue hijificar la humanidad de Jesús, y esta hijificación fue el engendramiento. Por medio de Su muerte y resurrección, Jesús, en Su parte humana, fue hijificado para ser el Hijo de Dios. Por medio de tal proceso fue hecho el Hijo primogénito de Dios. Como el Hijo unigénito de Dios meramente tenía el elemento divino, pero ahora como el Hijo primogénito de Dios El tiene los elementos divino y humano.
Esta Persona que tiene el elemento divino y el humano como el Hijo primogénito de Dios produjo a muchos hermanos. Hoy día nosotros somos los hijos de Dios que también tenemos los dos elementos: el humano así como el divino. Somos seres humanos, pero somos hijos divinos de Dios. ¡Esto es maravilloso! Los seres humanos pueden ser hijos divinos; como hijos de Dios poseemos el elemento divino y el elemento humano. Jesucristo es el Hijo primogénito de Dios que posee los elementos divino y humano, y Su elemento humano ha sido hijificado divinamente. El no es simplemente el Hijo unigénito de Dios, sino también el Hijo primogénito de Dios. Conforme a Su deidad, todavía es el Hijo unigénito de Dios. La deidad se refiere al hecho de que es Dios, pero la divinidad se refiere a Su Ser divino. Podemos participar en Su divinidad, pero nunca podemos participar en Su deidad. Si decimos que participamos de Su deidad, eso es herejía. Pero la Biblia nos dice que somos participantes de Su naturaleza divina (2 P. 1:4). Participar de Su naturaleza divina significa participar de Su divinidad. Como hijos de Dios podemos decir que somos tanto humanos como divinos. ¡Alabado sea el Señor! Hoy El es el Hijo primogénito de Dios, y nosotros somos los muchos hijos de Dios. Somos Sus muchos hermanos producidos por medio de Su resurrección.
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