Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6571-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La ofrenda por el pecado también significa que Dios, al enviar a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne sobre la cruz de Cristo (Ro. 8:3). Cristo se hizo carne, esto es, Él vino en semejanza de carne de pecado (Jn. 1:14). Además, Dios hizo que Cristo, quien no conoció pecado, fuera hecho pecado por nosotros en la cruz (2 Co. 5:21). Mientras Cristo estaba en la cruz, Él fue juzgado por nuestro pecado en la forma de una serpiente (Jn. 3:14). De esta manera, Dios condenó al pecado en la carne sobre la cruz de Cristo.
La eficacia de la ofrenda por el pecado no radica únicamente en el hecho de que pone fin al pecado. El resultado tiene aun mayores consecuencias. En la ofrenda por el pecado, se le da muerte al hombre caído, al viejo hombre, incluido en la carne de Cristo (6:6); el pecado en la naturaleza del hombre caído es condenado (Ro. 8:3); Satanás, el pecado mismo, es destruido (He. 2:14); el mundo es juzgado; y el príncipe del mundo es echado fuera (Jn. 12:31). Ésta es la revelación contenida en la Palabra santa respecto a la eficacia de la ofrenda por el pecado.
Si recibimos esta revelación, veremos que tomar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado no es simplemente cuestión de confesar nuestro pecado y que éste sea limpiado. Tomar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado significa también que se le da fin a nuestro viejo hombre, a Satanás, al mundo y a la lucha por el poder. Ya que la eliminación de todas estas cosas está incluida en la ofrenda por el pecado, tomar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado no es un asunto sencillo, sino algo que guarda relación con el hombre caído, con el pecado que mora en la naturaleza del hombre caído, con Satanás, con el mundo y con la lucha por el poder.
En Levítico 4 vemos que se usaban diferentes clases de ganado para la ofrenda por el pecado.
La ofrenda por el pecado podía consistir de un novillo, un macho cabrío, una cabra o una cordera (Lv. 4:3, 14, 23, 28, 32). Esto significa que Cristo como ofrenda por el pecado es experimentado por distintas personas en distintos grados. En Sí mismo como ofrenda por el pecado, Cristo no difiere en tamaño. Él siempre es el mismo. Sin embargo, pueden haber diferencias de grado en nuestra comprensión, presentación y aplicación de Cristo como ofrenda por el pecado.
El tamaño de Cristo como nuestra ofrenda por el pecado depende del grado al que tomemos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Puede ser que tomemos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado a un grado inferior o superior. Tal vez un hermano tome a Cristo como su ofrenda por el pecado únicamente para resolver el problema de su pecado, sin darse cuenta de que en el pecado está implícito la carne. Otro hermano quizás se dé cuenta de que la ofrenda por el pecado está relacionada con la carne, pero no se percate de que también tiene que ver con la destrucción de Satanás. Si vemos que mientras que el pecado more en nosotros también estarán presentes la carne, Satanás, el mundo y la lucha por el poder, ofreceremos a Cristo como un novillo grande.
Levítico 4 dice que la ofrenda por el pecado debía ser sin defecto (vs. 3, 23, 28, 32). Esto significa que Cristo no tiene pecado (2 Co. 5:21; He. 4:15).
Levítico 4 habla de la imposición de manos sobre la cabeza de la ofrenda (vs. 4, 15, 24, 29, 33). Esto representa la unión del oferente con la ofrenda.
La ofrenda por el pecado era degollada delante de Jehová (vs. 4, 15, 24). Esto significa que Cristo, como ofrenda por el pecado, fue degollado delante de Dios, o sea, que Cristo fue reconocido como tal por Dios (Is. 53:10a).
La sangre de la ofrenda por el pecado tiene cuatro diferentes clases de efectos.
Parte de la sangre de la ofrenda por el pecado era traída a la Tienda de Reunión y rociada siete veces frente al velo del Lugar Santísimo (Lv. 4:5-6, 16-17). Esto significa que la sangre de Cristo fue traída al Lugar Santísimo en los cielos para nuestra redención (He. 9:12). La sangre de Cristo se hace cargo de nuestra situación ante Dios en el Lugar Santísimo.
Parte de la sangre era puesta sobre los cuernos del altar del incienso (Lv. 4:7a, 18a). Esto significa que la redención efectuada por la sangre de Cristo es eficaz para que tengamos contacto con Dios en oración (He. 10:19). Es por ello que debemos orar mediante la sangre, teniendo contacto con Dios en nuestra oración mediante la sangre.
Parte de la sangre era puesta sobre los cuernos del altar del holocausto (Lv. 4:25a, 30, 34a). Esto representa la eficacia de la sangre de Cristo para efectuar nuestra redención. La sangre de Cristo como ofrenda por el pecado nos introduce en la presencia de Dios, esto es, en el Lugar Santísimo; nos da la posición y el derecho de tener contacto con Dios en oración; y es eficaz para nuestra redención.
El resto de la sangre se derramaba al pie del altar del holocausto (4:7b, 18b, 25b, 30b, 34b). Esto significa que la sangre de Cristo fue derramada en la cruz para que tengamos paz en nuestra conciencia, dándonos la certeza de haber sido redimidos y aceptados por Dios.
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