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Vivir necesario para la edificación de las reuniones de grupos pequeños, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-251-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 8 Sección 2 de 5

LA ORACION MATUTINA SIENDO UN TIEMPO
DE COMUNION CON EL SEÑOR
DELANTE DE LA PALABRA VIVA

Nunca puedo olvidar el primer artículo que leí sobre la oración matutina. Su título fue: “Planee el Año a Principios de la Primavera y Planee el Día por la Mañana Temprano”. El escritor del artículo dijo que la mañana es el tiempo más precioso y que la mejor forma de pasar la mañana es tener la oración matutina. Por supuesto, una oración matutina normal no servirá de mucho. La oración matutina verdadera es una en la cual uno toma la Palabra del Señor como al Señor mismo y tiene comunión con El cara a cara por medio de Su Palabra.

A veces cuando tienen su oración matutina, tratan de apurarse un poco porque quieren llegar a tiempo al trabajo. Bajo una circunstancia así ustedes prestarían atención inadecuada a su lectura y oración. En otras ocasiones puede ser que no estén apurados, pero puede ser que utilicen su tiempo para leer de manera ligera y así platiquen unos a otros. Ninguna de las prácticas arriba es buena. Si mientras están leyendo la Palabra del Señor, su espíritu no está ejercitado y si no tornan las palabras que leen como el Señor mismo, su oración matutina no es correcta. Si tienen una oración matutina solos o con varios otros, se debe guardar un principio: cada vez que van a leer la palabra de la Biblia, deben considerarla como el Señor mismo.

La Palabra del Señor es el Señor mismo (Jn. 1:1). Si ustedes me escriben una carta, es una cosa que yo reciba su carta, y es otra cosa que yo hable con ustedes cara a cara, con la carta en mi mano. Cuando nos acercamos a la Biblia, debemos tener la actitud de que estamos acercándonos al Señor con Su Palabra en nuestra mano, tornando la palabra como a El mismo. No estamos leyendo Su Palabra meramente; estamos acercándonos para hablarle a El y para permitirle hablar a nosotros. Esta es la forma de hacer viviente la Palabra del Señor para nosotros.

La Biblia no es un libro secular. Las palabras de la Biblia no tienen su origen en la mentalidad humana. La Biblia es el aliento de Dios; es decir, es Dios mismo. Esto no significa que adoremos la Biblia como a un ídolo. Necesitamos darnos cuenta de que las palabras de la Biblia son Dios mismo. Cada vez que ustedes leen la Biblia, Dios les habla allí. No deben leer la Biblia meramente con sus ojos; tampoco deben meramente memorizarla o entenderla con su mente. Deben orar-leerla con su espíritu (Ef. 6:17-18a). En otras palabras, deben mezclar su lectura con oración. La oración es comunicación con el Señor viviente. Mientras oran-leen de esta manera, están convirtiendo las palabras de la Biblia en su oración. Al final no están meramente leyendo la palabra del Señor; están hablando al Señor con Su palabra. Esta es la manera apropiada de tener comunión con el Señor. Esta clase de orar-leer es muy útil para nosotros. Por esta razón, cada vez que tenemos nuestra oración matutina, debemos tener el sentimiento profundo de que estamos allí para hablar al Señor y para que el Señor nos hable a nosotros.

TODA LA ESCRITURA SIENDO SOPLADA POR DIOS

Toda la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis nos muestra que la palabra de Dios es viviente. Pablo nos dijo de su experiencia que “toda la escritura es soplada por Dios” (lit., 2 Ti. 3:16). La palabra soplar en el griego es una palabra fuerte. En la traducción de 2 Timoteo los traductores de la Biblia no fueron tan valientes. Los traductores de la versión de King James tradujeron la primera parte de 2 Timoteo 3:16 como “Toda escritura es dada por la inspiración de Dios”. La versión Reina Valera traduce esta frase como: “Toda la escritura es inspirada por Dios”. En realidad, ninguna de estas traducciones es exacta. La traducción exacta debe ser: “Toda la escritura es soplada por Dios”.

LA PALABRA DE CRISTO SIENDO CRISTO MISMO

Las palabras de la Biblia son diferentes de todas las palabras de los grandes maestros éticos en el mundo. Todos los escritos de ellos fueron producidos con sus mentes; todo su ser no fue incluido. Cuando una persona habla de una manera refinada, la mayor parte de su hablar es probablemente una pretensión. Es solamente cuando él pierde su paciencia y habla por su enojo que sus palabras no son pretensiosas. La palabra de Dios es Su aliento. Procede directamente de Dios; no hay pretensión en absoluto. Dios es Espíritu (Jn. 4:24), y Dios es luz (1 Jn. 5:20). Todo lo que proceda de Dios es también, por supuesto, espíritu y vida. Es por esto que el Señor Jesús dijo: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y vida” (Jn. 6:63b).

Colosenses 3:16: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”. En el pasado yo no entendí este versículo. Para mí fue tan extraño como que alguien me dijera: “Que el arroz le entre y more en usted”. Sólo recientemente fueron abiertos mis ojos y empecé a darme cuenta de qué Pablo estaba diciendo. Pablo consideraba la palabra de Cristo como una Persona. Para Pablo la palabra de Cristo es igual a Cristo mismo. Si yo visitara a la casa de ustedes, cuando tocara a la puerta ustedes me dejarían pasar. Pero, ¿cómo podríamos hablar de dejar que el arroz entre? Por mucho que dejemos entrar el arroz, el arroz nunca entrará, porque el arroz no es una persona viviente. Si alguien colocase un escritorio y dos sillas a la puerta principal de ustedes, y si ustedes abriesen la puerta para dejar pasar al escritorio y a las sillas a su despacho y morar allí, nunca verían a esos muebles entrar espontáneamente a la casa. Esto es porque no tienen vida; no están vivos. Pero cuando una persona viva toca a su puerta y espera allí, ustedes pueden dejarle pasar.

La palabra de Cristo es viva. Es como una persona viva. Ustedes tienen que dejar que esta palabra entre y more en ustedes. La palabra de Cristo ha esperado afuera desde hace muchos años; no está lejos de ustedes. Debido a esto, ustedes pueden dejar pasar esta palabra. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”. Este versículo demuestra primero que la palabra de Cristo es viva. En segundo lugar, demuestra que la palabra está muy cerca a ustedes; aun está esperando a su propio umbral. Cada vez que vamos a leer la Palabra del Señor necesitamos darnos cuenta de que la palabra del Señor no es solamente viva; es una Persona viviente, el Señor mismo quien está esperando a entrar en nosotros y morar en nosotros. Acudir nosotros a la Palabra del Señor es acudir al Señor mismo.


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